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El dulce sabor del batido de fresa llenó su paladar, mientras que las irises de sus ojos seguían con disimulo los movimientos lejanos de Jjong. Suspiró bobamente, intentando esconderse tras una de las incontables columna del balcón público para no ser visto, aunque suponía que Jjong era consiente ya de su presencia desde el primer momento en que decidió espiarlo desde ahí.

"—¿A donde vas?

—Veré sí puedo acercarme a los objetivos."

Aquellas habían sido las únicas palabras que ambos habían cruzado entre ellos esa mañana, antes de que Jjong saliese por la puerta y lo dejase completamente solo a su suerte. Supuso que debía esperar instrucciones.

Y bueno, puede que haya visto las grabaciones en tiempo real de las cámaras de seguridad del hotel para saber el lugar exacto en el que su compañero se encontraba.
Por ello se encontraba en ese balcón, viéndolo cómo si fuese un acosador enfermo.

En serio, esto estaba muy mal.

Su burbuja de abrumadoras emociones fue reventada cuando la presencia de alguien posicionándose a su lado lo distrajo. Volteó su rostro con vestigios de extrañeza, pues aquel desconocido se encontraba exageradamente cerca para su gusto.

—Ehh... ¿hola?

Su voz llamó la atención del extraño, quién volteó a verlo manteniendo una sonrisa amistosa en sus labios.
Cuando sus ojos captaron por completo el rostro del hombre, la sorpresa lo invadió.

Era Sicheng. Uno de los superiores de Xiajun, el espía.
Probablemente era a quién Jjong planeaba asesinar de último, pues era quién más problemas le traería.
fue consiente por el rabillo de sus ojos de los tres guardias gigantes que resguardaban la entrada del balcón.

—¿Que tal, precioso?

Y vaya, parecía que estaba coqueteándole. ¿A él?
Un gusto muy extraño, se dijo a sí mismo en su mente.
Parecía un tipo muy elegante, como para fijarse en... él. Literalmente estaba en pijamas.

—Yo, eh, ¿bien?—Definitivamente no sabía cómo reaccionar a aquel tipo de situaciones. Y que se tratase de un objetivo de la misión, lo podía aún más nervioso. ¿Que pasaba si lo arruinaba todo?—Y ¿tú?

El chino sonrió de medio lado.—Ahora mejor que te veo. ¿Por qué no te conocía antes?

Definitivamente era una forma muy cliché y desagradable de coquetear con alguien. Seguramente solo querría llevarlo a la cama por una calentura.
Se abstuvo a hacer una pequeña mueca de incomodidad. Solo sonrió sin mostrar sus dientes, siguiendo el juego.

—Supongo que no estábamos en el lugar y tiempo correcto.—Oh dios, mátame.

—Así lo creo.—Concordó. Se acercó un poco más, y realmente tuvo el impulso de alejarse.—¿Cual es tu nombre, preciosura?

Titubeó. Por impulso, miró fugazmente hacia la dirección en donde había estado Jjong minutos antes, dándose cuenta de que ya no se encontraba ahí. Maldijo para sí mismo. Se sentía desprotegido.

—SangYeo.

—Coreano, ¿eh? Me gusta.—Respondió, el tono de su voz seguía siendo meloso y coqueto.—Me llaman Sicheng, pero tú puedes llamarme como quieras. Quizás algo como cariño, estaría bien.

YeoSang tenía suficiente de ese tipo. Quería tanto alejarse. Pero no podía, quizás la aparente atracción que el tipo tenía hacía él sería de ayuda para la misión. Debía mantener la calma y soportarlo.

—Sicheng es un lindo nombre.—Intento sonreír, pero solo ejecutó una mueca.
Al parecer el contrario no lo notó, pues su sonrisa se ensanchó.

—¿Te gustaría tomar un trago en el bar mañana en la noche? Conmigo, claro.

Rata informática »JongSang«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora