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—¿Las viste? —Jongho preguntó cuando llegó a la oficina de Joong H. No obtuvo respuesta—. Hongjoong, ¿Las viste?

—¡Sí! —le dijo por fin—. YS envío las fotos.

—Esto tiene que ver con ellos, esos malditos. Pensé que la policía se había encargado de desmantelarlos-.

—La policía es una basura.

—Lo sé.

Hongjoong suspiró profundamente y vió lo alterado que se encontraba su hermano.

—No pensé que esto estuviera involucrados con ellos. Las advertencias que dejaron no parecían nada más que de algún loco.

—Ellos lo son, lo sabes. Quieren llamar la atención. —Jongho cada vez se alteraba más, sentía la rabia y el rencor recorrer su sangre.

—Y lo están logrando. Tienen a la policía tras ellos nuevamente.

—Quiero matarlos, Hongjoong. Necesitamos acabar con ellos.

—Lo sé, Jongho. Pero tenemos un acuerdo con la policía, no pode-.

—¡¿Cuando te han importado ellos?! —el sicario gritó, las palmas de sus manos golpearon la madera del escritorio de su hermano. El otro suspiro pesadamente.

—Lo sé.

—¡No lo parece! ¡¿Esto es por el policía paliducho?!

Hongjoong jadeó. Jongho supo que lo molestó. Y eso estaba bien, porque él también lo estaba.

—No metas a Seonghwa en esto, sabes que lo nuestro terminó mal.

Hubo un rato de silencio en ambas partes. Hongjoong suspiró una vez más y comenzó a desabotonar su camisa. JongHo miró los movimientos de su hermano con atención.
Un tercio de su pecho se mostró y la misma marca que había visto en las paredes del edificio que había explotado apareció. Era la misma marca que había hecho que estrellara su audífono y cámara contra el suelo para que Yeosang no lo viera en ese estado.

La piel de hongjoong estaba manchada por una fea y desprolija cicatriz; un círculo atravesado por un reloj de arena inclinado, soles y luna a su alrededor. Sintió náuseas.

—Yo también pensé que se habían ido. Si alguien quiere destruirlos soy yo, y lo sabes.

JongHo lo sabía bastante bien, pero no hacia a su rabia disminuir.

Su hermano volvió a cubrir su pecho y lo miró directo a los ojos.

—Logré hacer que huyeras antes de que te marcaran, JongHo. —murmuró— se que los dos queremos lo mismo y pensábamos que los habiamos detenido, pero debemos seguir un plan y ahora que sabemos quiénes son, podemos actuar.

Jongho no quería admitir que su hermano tenía razón. Apretó sus puños aún sobre el escritorio y giró su mirada.

—Confia en mí.

Él lo hacía, confiaba en su hermano. Pero sentía tanta impotencia que solo quería golpear algo.

Así que se fue de la oficina sin responder.

—¡Jjong!

Cerró sus ojos. Malditasea.

Justamente la persona con la que no quería lidiar en este estado.

No volteó y siguió caminando, pero su chico inteligente era molestamente insistente. Lo siguió por 10 minutos.

No pudo ignorarlo más.

Volteó y su pecho se apretó al ver el rostro conmocionado de Yeosang.

—Jjo-.

No lo dejó hablar, lo tomó bruscamente del antebrazo y lo haló por el pasillo, buscando un lugar para evitar que cualquier persona los interrumpiera, visualizo una puerta y la abrió. Era el almacén.

Rata informática »JongSang«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora