Rata informática »JongSang«

10

⚠️ mención de violación. Esto es solo una historia para entretener, pero estos temas deben tratarse siempre con toda la seriedad que merecen. Por favor mantener discreción.

•

Un mes.

Un mes en el que no había estado presencialmente junto a Jjong. Y estaba volviéndose ansioso, muy ansioso en verdad. Para él era algo insólito el admitir algo como aquello, pero lo sentía muy en serio en lo profundo de su corazón, como una pesada emoción que lejos de irse, se asentaba aún más con el pasar de los días.

Estaba extrañandolo. Y mucho. Contaba los días en el que el otro terminaría su misión y podría volver al fin a la agencia para tenerlo a su lado una vez más. Pero por ahora tendría que conformarse con escucharlo através de un pequeño auricular en su oreja.
Bufaba internamente cada vez que recordaba aquel detalle.

—Joong H puede escuchar esto. —YeoSang murmuró al mismo tiempo en el que daba una pequeña mirada a su alrededor para asegurarse de que no hubiese nadie espiando, aún cuando se encontraba solo en su propia oficina. Desabrochó su pantalón y metió su mano dentro de su boxer. Escuchó una corta risa através del auricular y eso le provocó un escalofrío por todo su cuerpo.

—Dejará de espiar la conversación cuando sé de cuenta del camino que estamos tomando. —su voz se escuchó ronca. —ahora, quiero que gimas para mí.

Tragó saliva y apretó su pene entre su delicada mano. Claro que lo hizo. Y fuerte, solo para Jjong. Esperaba que nadie pasase fuera de su oficina en aquel momento.

—¿También estás tocándote? —preguntó con dificultad mientras sacudía sus caderas hacia su mano con necesidad, apretaba sus labios. Escuchó al sicario afirmar con su voz.

—Lo hago. —murmuró como repuesta. YeoSang pudo imaginarlo apretando su mandíbula con fuerza mientras bombeaba su gruesa erección. Quiso poder estar junto a él y hacer el trabajo con su boca, pero claramente no podría.

Pasó su pulgar por la apertura de su pene, esparciendo el presemen. Su pecho subía y bajaba con rápidez.

—Me correré. —avisó. Lo escuchó jadear.

—Hazlo para mí, Kang. —le sorprendió escuchar su apellido salir de los labios de Jjong, pero escucharlo de su voz fue un detonante. Su semilla se derramó caliente por su mano y el orgasmo dejó a sus piernas temblando. Pudo escuchar el ahogado sonido de la carne chocando humedamente, y luego de unos cuantos segundos, un profundo suspiro le avisó que el otro hombre también había acabado.

El hacker quiso poder traspasar su cuerpo por la llamada para así acurrucarse sobre el gran pecho del asesino, sentir sus brazos protectores alrededor de su cadera para dormitar cómodamente sobre él.
Soltó un pequeño suspiro cansado y frustrado.

—No es justo que sepas mi apellido y puedas decirlo. —te extraño. Realmente quería decir. Claramente no lo haría. —Yo solo puedo decir un apodo. —te quiero. Tampoco lo diría. Recostó su cabeza en el respaldar de su silla y esperó que su respiración volviese a la normalidad para limpiar su desastre con toallas húmedas.

—Fuiste tu el que quiso decir su apellido, yo jamás lo pedí. —fue la dura repuesta del otro. —No esperes saber el mío.