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Jongho recordaba pocas cosas en su niñez, pero el dolor de los golpes, el terror de ver a su hermano ser marcado con hierro vivo y la constante sensación de pánico eran cosas que jamás dejarían su mente. Estar en ese lugar destrozado y sucio, con esa maldita marca en todos lados había provocado que esos sentimientos que juró jamás volver a sentir regresaran.

JongHo lo odiaba.

Cuando Yeosang le subió los pantalones y volvió a vestirse, limpió sus lágrimas sin decir palabras y lo tomó de su mano para llevarlo a su auto no hizo nada para detenerlo. Yeosang condujo en silencio sin soltarlo y sin darse cuenta estaba acostado cómodamente en el sofá del apartamento del chico, siendo abrazado desde la espalda y recibiendo pequeñas caricias en su cabello. Ni siquiera pudo pensar en que era la primera vez que alguno de los dos estaba en la casa del otro.

No recordaba la última vez en la que se sintió tan seguro de esa forma, quizás la primera noche después de haber comido y atendido sus heridas y durmió junto a su hermano fuera de esa casa había sido uno de esos momentos. Se acurrucó en el pecho de Yeosang y cerró los ojos, intentando olvidar todo.

Cuando despertó lo hizo por el sonido de su teléfono desechable. Miró a todos los lados y por la sombra del crepúsculo que se escapaba de entre las persianas supo que ya era el atardecer. Yeosang no estaba a la vista pero podía escuchar movimiento en algún lado del apartamento, por lo que estaba bien.
Suspiró pesadamente y atendió el teléfono. Cerró sus ojos cuando la voz de su hermano perforó sus tímpanos.

—¿Dónde estás metido?

—En casa de YS. ¿Que quieres?

—Bien, justo necesito hablar con él.

Frunció su ceño.

—¿Por qué no lo llamas?

Hongjoong jadeó.

—No respondió —suspiró, su voz estaba ronca. Supuso que tampoco se sentía bien—. Escucha. Pudimos localizarlos, no están muy lejos de la casa en la que se reunían antes; los infelices no pudieron pensar en un lugar menos obvio.

La respiración de Jongho se hizo fuerte y apretó el teléfono con fuerza, haciéndolo crujir.

—Entonces iremos a matarlos. Quemaremos todo.

No obtuvo respuesta de inmediato y eso lo hizo desesperarse.

—Sabemos dónde están, ¡Debemos hacer algo! ¡Hongjoong!

El otro se mantuvo calmado.

—No podemos hacerlo, Jongho. Sabemos que tienen más niños ahí adentro. Esos locos, siguen haciendo lo mismo; quieren adoctrinar y manipular —Jongho apretó su mandíbula con fuerza, la vena en su cuello y frente parecían querer explotar—. Escucha, debemos ser inteligentes. Necesitamos acabarlos desde adentro, tener pruebas de lo que hacen y planear el ataque con la policía.

—¿Planeas enviar a YS a la boca del lobo?

No hubo respuesta y eso lo dijo todo. Colgó y bufó, se detuvo de lanzar el teléfono por los aires cuando miró a Yeosang entrar con su rostro preocupado, una bandeja con comida sobre ella.

—¿Joong H me necesita en otra misión?

Yeosang caminó y colocó la bandeja en la mesa frente al sofá. Jjong soltó un suspiro sonoro y asintió, como un robot. Parecía de mal humor. Se meció sobre sus talones sin saber que hacer.

—¿No quieres que vaya?

Jjong no lo miró, pero sus ojos estaban tan furibundos que un escalofrío lo recorrió. Sabía que esto tenía que ver con el estado de Jjong y a pesar de que no quería invadirlo con su curiosidad y preocupación, sería su oportunidad para saber a qué se enfrentaban, intentar solucionarlo.

—No puedo prohibirte nada, Yeosang.

Su nombre siendo pronunciado con tanta dureza lo hizo tambalear. Apretó sus labios y buscó una de las manos del sicario.

—No quieres que vaya porque quieres acabar por ti mismo lo que sea que esto sea, ¿Cierto?

Jjong no respondió enseguida, pero correspondió el tacto en su mano, dandole un pequeño apretón que revolvió su estómago.

—No quiero que vayas... —apretó un poco más su mano—... No quiero que vayas porque no quiero verte en peligro otra vez en una misión. Mucho menos con algo como esto.

La dureza en su voz era palpable, no levantó su mirada en ningún momento.
Yeosang soltó su mano y se movió para abrazarlo, escondió su rostro en el cuello del otro. Pensó en la primera vez en la que había estado con el hombre, como le pareció tan atractivo y dominante, cómo lo salvó de casi ser violado en la misión que los hizo conocerse. Pensó en las caricias y los besos que le daba, como no le molestaba su torpeza ni sus rarezas; recordó la incertidumbre reflejada en sus ojos al pensar que todo lo que sentía por él podria ser una ilusión y que tal vez terminaría juzgandolo como todos.
Y aunque el abrazo no fue correspondido, lo apretó entre sus brazos.

—Trabajo para tu hermano, esto es parte de lo que acepté —murmuró en el cuello de Jjong—. Debo ir, porque sé que lo que sea que esto sea te está afectando y por eso quiero acabarlo.

El cuerpo de Jjong de tensó y en segundos se levantó bruscamente del sofá, alejándose de su tacto. Yeosang lo miró, dolido por el rechazo.

—No necesito la ayuda de nadie. Ni siquiera la de Joong H.

No la de Yeosang. No quería que se acercara a ese lugar, a esas personas.

YeoSang no lo detuvo cuando decidió abandonar su apartamento. No podía obligarlo a que le dijera que sucedía, tampoco podía cambiar el pasado; pero quizás podría ayudar a detener esto.

¿Qué significaba ese símbolo? ¿Porqué estaba conectado con Jjong y su hermano?

(...)

Cuando Yeosang llegó a la oficina de su jefe el día siguiente, se encontró con los rostros de Mars y Zorro, cada uno con una carpeta en la mano que reconoció como las que les proporcionaba Joong H para estudiar una nueva identidad falsa, él mismo tuvo la suya en su primera misión de campo. Tomó asiento cuando Joong H se lo pidió.

—Tu papel será el de un chico católico que dejó de creer en su iglesia por sus ideales y Zorro será tu hermano —el jefe le explicó—... El Círculo Sagrado —Yeosang notó que el nombre salió con mucho esfuerzo de los labios de Joong H, casi con disgusto—. Es una secta de locos religiosos que se dedican a estafar a sus miembros por dinero y a obligarlos a dejar a sus hijos con ellos como su... Garantía para ascender al cielo.

Zorro soltó un sonido de comprensión.

—Ahora entiendo porque la policía quiere meter sus narices en esto. Hay niños involucrados.

Mars asintió con sus ojos fijos en Joong H. Yeosang pensó que quería decirle algo. Miró la carpeta en su mano y apretó sus labios. ¿Esto tiene algo que ver con Jjong?

Esto era horrible.

—Nuestro objetivo es saber porqué están destruyendo edificios y amenazando al gobierno —Mars intervino—. Necesitamos infiltrarnos para tener pruebas de lo que pasa ahí adentro.

Antes de abandonar la oficina, Yeosang quiso preguntar porqué la policía no podía encargarse de algo como esto por sí solos. La expresión de Joong H lo dijo todo.

Mars quería que Joong H y Jjong se encargaran de esto.

Una vez más, quiso saber el porqué.

No vió a Jjong ese día y trató de ignorar la pesadez en su pecho. Tal vez lo que habían tenido estaba llegando a su fin, y odiaba como se sentía. Quizás, solo quizás lloró un poco cuando llegó a casa.

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⏰ Última actualización: Sep 06 ⏰

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Rata informática »JongSang«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora