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—Traje el almuerzo. —el chico de lentes entró a la oficina sin siquiera haber avisado con antelación. Colocó las grandes bolsas sobre el pulcro escritorio. —compré bulgogi, arroz y té frío.

Jjong se limitó a apartar su mirada del arma entre sus manos, la cual parecía estar limpiando segundos antes de la interrupción del hacker. No soltó el mortal aparato y se mantuvo en la misma posición.
YS lo ignoró y comenzó a sacar los recipientes con comida, colocándolos sobre la madera del escritorio, a tan solo centímetros de distancia del contrario.

—Joong H mencionó que no habías desayunado nada esta mañana, así que quise traer algo. No sé sí te gusta lo que compré, pero ya gasté dinero, así que agradecería que lo comieras. —habló sin detener sus acciones ni mirar al sicario. —¿Te molesta si como contigo? —lo miró al fin. El otro tardó algunos segundos en responder, retomando sus movimientos, limpiando el arma.

—¿Tomaste alcohol antes de venir a mi oficina?

El ceño de YeoSang se frunció, y ladeó su cabeza, claramente confundido.

—¿Por qué lo dices?

El contrario se encogió levemente de hombros, ahora culminando su tarea y guardando el arma de fuego descargada dentro del cajón en su escritorio.

—Hablas mucho.

Yeosang alzó sus cejas y sintió el rojo tintar sus orejas. No detuvo sus movimientos y colocó los recipientes de comida frente al sicario. ¿Era acaso un insulto o un recordatorio de que estaba siendo todo un impertinente?

—¿Te molesta? —cuestionó, intentando no dejar ver su ansiedad ante la respuesta. Jjong rió por lo bajo y negó juguetonamemte, mientras abría el recipiente de comida y tomaba los palillos con familiaridad. El gesto fue extraño y nuevo para él, tanto, que su malestar inseguro se esfumó en el aire he instaló un sentimiento de calidez en su pecho. Una sonrisa boba quiso salir de sus labios.
Tomó asiento frente a Jjong luego de salir de su hipnosis. También tomó sus palillos y se dispuso a ingerir los alimentos aún humeantes, intentando cubrir su sonrisa.

El almuerzo pasó en un silencio cómodo, sin muchas palabras de por medio más que algún comentario de como había estado yendo su semana. YeoSang terminó su almuerzo antes que Jjong y con disimulo trató con toda sus fuerzas el no parecer tan obvio en observarlo, admirar la forma tan tranquila y serena en la que se veía al disfrutar el alimento en un ambiente en el que parecía generarle comodidad y confianza. Tan natural.
Soltó un pequeño suspiro soñador, ¿Acaso aquel efecto de calma y sosasiego era producto a encontrarse dentro del resguardo de su oficina personal, o era por su presencia? Quiso mentirse a sí mismo y creer que se trataba de la segunda opción.
Una vez más, se maldijo por haber devuelto a su mente y sentimiento a un pequeño YeoSang de quince años, hormonal he inexperto en el amor, solo por la absurda atracción que sentía por su compañero asesino.

—Eres descuidado en algunas situaciones. —la voz de Jjong lo sacó de sus pensamientos. Un calloso pero cálido dedo pulgar fue dirigido hacia la comisura de sus labios, rozandolo para limpiar la zona. Lo vió limpiar su propio dedo en las servilleta en el escritorio, mientras sus propias mejillas adquirían una tonalidad rosácea mientras intentaba procesar la acción del asesino. Jjong pareció no inmutarse y continuó actuando de forma tranquila y normal.

—Soy descuidado y distraído la mayor parte del tiempo, menos en mi trabajo. —dijo una vez que salió de su aturdimiento. Comenzó a guardar y a ordenar los recipientes vacíos dentro de la misma bolsa en el que los había traído, para posteriormente desecharlo en la basura colocada a un lado del escritorio.
Jjong dejó soltar otra sutil sonrisa que lo hizo temblar.

Rata informática »JongSang«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora