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¿Que había hecho? ¿Que clase de trato había aceptado?

No, no se trataba del hecho de haber aceptado hacer algo como aquello. Era el hecho de que él mismo lo había pedido.

Le había pedido al mercenario con la reputación más terrible en toda Sur Corea y del mundo entero, que siguiese teniendo sexo con él.

Es decir, él; una rata de computadora y bibliteoteca, que solamente había mantenido relaciones sexuales exclusivamente dos veces en su vida, le había propuesto a alguien una relación basada únicamente en sexo.

Se sentía extraño, no era para nada su tipo de ambiente o situación, pero... no se arrepentía en lo absoluto. Aunque le diese extrema vergüenza el admitir que lo había disfrutado, era la verdad.
Y no solo era ese detalle; el aura de Jjong en sí era atrayente y misterioso por si solo, sentía que había algo más que un asesino a sangre fría sin sentimientos algunos.
O quizás solo era algún tipo de fetiche escondido del cual no había tenido idea que padecía.
Quizás incluso por ello él mismo se había convertido en un criminal, aunque no era exactamente un asesino peligroso.

Hibristofilia

Atracción hacia hombres peligrosos o criminales.

Bueno, no estaba tan seguro de su padecimiento de aquella filia, considerando que había descubierto su sexualidad en secundaria, y su primera relación sexual había sido con un chico de su misma clase el cual también experimentaba su orientación.
Luego de ello, solo había mirado algunos actores o cantantes, nadie de su entorno le atraía realmente.
Aunque siendo sincero, tampoco solía intercambiar muchas palabras con las personas que lo rodeaban.
Hasta que había interactuado demás con Jjong.
Jjong era atractivo y había algo en su aura que le atraía, eso era innegable. Además, lo hacía comportarse como todo un adolescente hormonal.

Sin contar a sus padres, él estaba solo.
No tenía nada que perder en aquel mundo criminal, ni mucho menos alguien que se preocupase si su acompañante de cama lo asesinase algún día, aunque dudaba que algo así sucediera.

Así que, no tenía nada que perder más que su dignidad al pedir de aquella forma algo de atención por parte del asesino.

Suspiró mientras intentaba volver a concentrarse en su trabajo. Esta vez, debía borrar el rastro de uno de los mercenarios de su agencia de los radares del gobierno, una vez más debía forzar la seguridad gubernamental.
Nada nuevo ni difícil de hacer.

El tiempo pasó rápidamente en el escritorio de su oficina en casa, en dónde velozmente pudo cumplir su objetivo con éxito.
Miró aburridamente su teclado y las muchas pantallas frente a él, intentando pensar en que hacer en su tiempo libre.

Mordió su labio cuando un pequeño cosquilleo en su estómago se hizo presente al pensar en Jjong.

¿Estaría en la agencia, o en alguna misión?

Sin pensarlo dos veces apagó su equipo y de un solo sentón se levantó de su silla acolchada, yendo directamente hacia su baño para asearse.
Una vez vestido con alguno de sus conjuntos sueltos y despreocupados, se dispuso a salir de su gran departamento camino a su agencia.

Se preguntó que demonios haría una vez llegase, pues joong H aún no le asignaba ningún trabajo para realizar, pero nuevamente recordó que no sabía si quiera por que hacía eso.

Rata informática »JongSang«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora