Rata informática »JongSang«

12

Cuatro horas.

Cuatro horas de pura miseria en dónde había estado sumamente preocupado y sin tener conocimiento de lo que había sucedido. O de lo que sea que estaba sucediendo.

La piel de su torso aún sentía la sensación fantasma pegajosa del café caliente escurriendo por su torso, aunque ya no había nada.
Después del Incidente del intruso, Jjong había forzado al hombre desconocido a ir a la oficina del jefe, y Joong H le había pedido personalmente que descansase y se retirarse ha su hogar.
Tuvo que hacerlo, no tenía alguna excusa válida para quedarse rondando por el edificio, y tampoco quería ser percibido como un pesado o un estorbo para lo que sea que estuviese ocurriendo.
Intentó relajarse por todos los medios posibles, tomó un baño, intentó dormir, incluso ver una película. Pero no lo logró, no cuando Jjong estaba en la misma habitación que un tipo desconocido que había logrado pasar por sobre todas las medidas de seguridad que él mismo había puesto. Se supone que eran impenetrables, ¿Quién era aquel sujeto?

Su teléfono celular timbró y lo devolvió a la realidad. Sus manos temblaron con nerviosismo luego de observar el número de teléfono desconocido (y que seguramente, cómo el suyo, no podría rastrearse) que sabía se trataba de Joong H.
No espero nada de Jjong, él jamás llamaba y muy extrañamente se enviaban mensajes. Y no es que le molestaste, él solo conocía a Jjong, sabía que no era así. Sentía una pequeña decepción en su pecho cada que lo pensaba, pero nada que fuera a hacerlo llorar o alguna cursilería por el estilo.

—¿Dejaste de temblar cómo un pequeño chihuahua miedoso?

Su boca se abrió con incredulidad y luego volvió a cerrarse.
Increíble. Él había estado preocupado por Jjong, y el muy ingrato solo... ¿Por qué se estaba molestando, siquiera?

¿Tal vez porque estaba preocupándose de más por alguien que no lo hacía por él en realidad?

—¿Me llamas solo para burlarte de mi?

No le gustó que su propia voz se escuchaste molesta. No tenía derecho, Jjong no tenía obligaciones con él, había aceptado la “relación” con todos los riesgos. Solo era sexo.
Carraspeó con su garganta he intento fingir una risa, encubriendo su malestar.
Escuchó la pequeña risa del otro y eso lo alivió, pues pareció no notar su ridículo tren de pensamiento.

—Joong H insistió en hacerte saber que todo está bien. Puedes venir mañana a la agencia, tendremos que discutir algo importante sobre todo este escándalo ridículo.

Claro. Solo llamaba después de que su jefe le había insistido, era de esperarse.
Trató que la amargura no envenenara su corazón, pero estaba siendo complicado. Tomó una profunda respiración y volvió a apretar el teléfono en su mano.

—Entiendo. Nos vemos.

—E-.

Pero no pudo escuchar lo que dijo, pues colgó tan pronto como se había despedido.
Con un suspiro derrotado dejó el teléfono a un lado y recostó su cabeza en el respaldar del sillón y por primera vez en años de su vida criminal, pensó en sus acciones.
Quizás estaba comenzando a ser masoquista, y al principio estaba bien con eso, había pensado que su corazón aguantaría, pero... Sabía que no. No estaba siendo fuerte, y tal vez nunca lo sería.

Lo mejor sería acabar todo hasta ahí, antes de salir más lastimado. Enamorarse dolía, eso estaba descubriendo. O era solo el amargo sentimiento que lo hacía querer llorar cada vez que pensaba en la realidad, en qué no le importaba a Jjong, que solo era sexo fácil y nada más, sin importancia.

Pero por primera vez, quería ser importante. Y sabía que sería imposible serlo para Jjong, así que por su bienestar emocional, debería comenzar a alejarse.
No sabía si estaba siendo dramático, ésta mañana había estado bien con solo tener a Jjong a su lado manteniendo relaciones sexuales, pero ahora, luego de pasar por aquella preocupación, incluso recordando lo angustiado que había estado cuando despareció por días en su última misión, y ahora había sido su indiferencia la que le había molestado.