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—Él es J Wang —la voz profunda de JongHo le explicaba con lentitud y firmeza mientras colocaba fotos frente a él—. Es nuestro infiltrado y nos ayudará a introducirnos en el edificio sin levantar sospechas. Para ellos, seremos solo accionistas extranjeros —informó, aunque eso era algo que YeoSang ya conocía.

Simplemente asintió y siguió escuchando. La voz de ese tipo era en esencia... hipnótica. Tragó saliva cuando las grandes manos contrarias volvieron nuevamente a colocar una serie de fotos frente a él, justo sobre la superficie de la cama. Ambos se encontraban sentados en ella a una distancia considerable.

—Él es XiaoJun, es a quién debo sacar del camino.

Un escalofrío paso por toda la espina dorsal de YeoSang El hombre frente a él probablemente había acabado con la vida de muchas personas. Aún así, no pudo evitar mirar de más las grande manos.

—No solo debo exterminar a XiaoJun, también debo encargarme de sus superiores. Son un jodido dolor en el culo para Estados Unidos.

Y definitivamente no debía sentir que su piel se erizaba ante el lenguaje mal hablado de su compañero.

Concéntrate Kang YeoSang.

—Pero los mal nacidos tienen las espaldas repletas de guardaespaldas. Son como garrapatas hambrientas —explicó. YeoSang rió levemente ante la comparación, recibiendo una mirada seria por parte de Jjong. Rápidamente volvió a colocar su mirada concentrada.

—Lo siento.

El azabache ignoró su disculpa y colocó algunas fotos más frente a él.

—Sicheng y Yiren. Serán los más difíciles de acabar.

—¿Será mucho trabajo? —preguntó con algo de timidez. Jjong sonrió levemente y la boca de YeoSang se secó.

—Lo lograré. Siempre lo hago.

Asintió. Jjong prosiguió a guardar las fotos en el sobre amarillo, sus acciones eran lentas y calmadas. Siguió hablando.

—Hoy no haremos nada. Por ahora solo miraremos el panorama —Informó—, ñuedes hacer lo que quieras hasta nuevo aviso. Solo no salgas del hotel. Llama si sucede algo.

—Está bien —su voz salió algo baja, pero fue suficiente para ser escuchada —. ¿A donde irás?

—Veré el panorama —repitió de forma obvia. Las orejas de YeoSang se tornaron ligeramente rosas.

Ah YeoSang, ¿cuando dejarás de avergonzarte frente a él?

—Sí, cierto —asintió, haciendo un pequeño ademán con su mano—. Mhm... yo... necesito su número telefónico para llamarlo por si, ya sabe, sucede algo —mordió el interior de su mejilla.

El corpulento lo miró por unos segundos en silencio, en donde el hacker comenzó a colocarse nervioso. Pronto, comenzó a dictar una serie de números.
Con algo de torpeza sacó su propio teléfono–dado por la agencia y para nada rastreable– del bolsillo de su sudadera gris y comenzó a escribirlo con rapidez.

—Gracias —solo recibió un pequeño asentimiento como respuesta, antes de quedarse completamente solo en la habitación. Suspiró pesadamente sin saber porque se sentía tan raro y torpe de repente, tirándose desparramado sobre su cama para luego volver a sacar su teléfono y observar el último número telefónico agendado.

Jjong

Sonrió bobamente y volvió a guardar el aparato, para luego enterrar su rostro en la almohada.

Realmente se sentía extraño.

(...)

Se sentía algo fuera de lugar justo ahora. Si bien el dinero no le faltaba (vamos, era millonario), su vestimenta no era la mejor o más elegante. No pensaba que vestía mal, era... cómodo. Después de todo siempre se la había pasado estudiando o estando frente a una pantalla. La moda nunca había sido su mayor preocupación. Así que solo se abstenía a usar sudaderas o pantalones de chandal, tenis; a veces usaba jeans.
Y bueno, estaba acostumbrado a la ajustada ropa que sus compañeros hackers y mercenarios solían usar. YeoSang se preguntaba porqué siempre usaban gamas de colores oscuros para sus vestimentas. Eran tan cliché. Pero él no estaba para juzgar.

Rata informática »JongSang«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora