Rata informática »JongSang«

5

Lo primero que hizo al despertar y darse cuenta de toda la situación en la que se encontraba, fue el intentar no caer desmayado. Pudo jurar que su rostro había pasado por toda la gama de colores rojizos que existiese.

El torso desnudo de Jjong era impresionante, y si no estuviese lo suficientemente avergonzado y cohibido, probablemente le hubiese gustado recostar su rostro ahí mientras lo acariciaba perezosamente.

Recordaba vagamente lo que había sucedido, pero podía aún percibir fervientemente cómo las manos de su compañero habían estado recorriendo todo su cuerpo.
Oh Dios, ahora tenía una erección.

Intentó que los latidos de su corazón se calmasen, podía sentir la calidez del cuerpo de Jjong a su lado y quería tanto seguir acurrucado con su cuerpo, pero la vergüenza lo estaba carcomiendo por dentro.

¿Cómo si quiera podría verle al rostro después de lo necesitado que había actuado la noche anterior?

¿Acaso... acaso le había dicho que quería chuparle el pene?
¡Que bochornoso!

Aunque realmente si quería hacerlo, creía que no era algo decente de decir. Sobre todo a su compañero de trabajo.

—¿Vas a huir o solo te quedarás inmóvil sin saber que hacer?

La ronca voz mañanera de Jjong a su lado hizo que un escalofrío de excitación pasase por todo su cuerpo desnudo, provocando que su erección brincase aún más erguido bajo las gruesas sabanas. Tragó saliva y no pudo dirigirle la mirada, sabía que su rostro rojo delataría el estado errático en el que bombeaba su corazón.

—No voy a huir —se sorprendió de escucharse a sí mismo tan firme, había comenzado a jugar nerviosamente con el edredón—. No tengo razones para huir. Me gustó y lo disfruté

¿¡Por qué estaba distiendo todo eso!?

—¿Tú tienes razones para huir?

Jjong no respondió al instante, y aquello hizo que un inexplicable miedo recorriese su pecho.
Lo había arruinado, ¿cierto? Había actuado demasiado necesitado.
Sí, lo había deseado mucho, desde el primer día de misión en el que comenzó a observarlo más de lo necesario, pero no pudo haberlo hecho tan mal, ¿cierto?

—Fue bueno —al fin dijo. Escuchó el sonido de la tela y pudo sentir que se había reincorporado, sentándose a su lado. Pudo imaginar la tela descubriendo su abdomen bajo, y aquello hizo que su erección se volviese más dura.
Aquella declaración lo alivió en segundos. Una pequeña sonrisa tiró de sus labios.

Se animó a voltear su rostro y verlo de una vez por todas.

Fue una terrible idea.

Su cuerpo quedó petrificado ante la imagen del mercenario ahora frente a él.
Estaba claro que había estado imaginándolo todo aquel tiempo, y había pasado gran parte de su mañana entrando en pánico mientras lo había estado observando al dormir, pero despierto, era otra historia completamente diferente.

La imagen de Jjong con toda su parte superior al descubierto era excitante, pero el pensamiento que más resonaba en su mente, era el hecho de que parecía un gran oso el cual quisiese abrazar y acurrucarse, para jamás soltarlo.
Aquel repentino deseo hizo que su corazón latiese con más rapidez, y la tan cliché sensación de pequeñas y delicadas mariposas volando dentro de su estómago apareció.