Sábado 2 de febrero del 2016.
03:47.
Me encontraba de pie con el corazón acelerado a causa de un mal sueño que hizo sobresaltarme de dicha manera. La luz de mi habitación iluminaba mi rostro mientras que mis pies desnudos se congelaban lentamente por el tacto de la tarima. Hacía mucho frío y mi habitación permanecía solitaria a excepción del par de perros de peluche, apoyados en la almohada de mi cama.
A todo esto, mi mente divagaba aterrada en aquellas irrealidades que habían dado paso a mi insomnio de nuevo.
Mi tía estaba de viaje de empresa y, a mi tío, le tocaba guardia nocturna. Y yo, aquí, arrepentido por no haberme ido con él; haberle presionado un poquito más y que me hubiese llevado. ¡Aunque tuviera que ayudar en algo!
Y no estar aquí, aterrado por pensar en los monstruos que mi subconsciente creaba.
Mi madre siempre me decía que no existen. Pero yo estoy más que seguro de que sí.
Es más, estoy acostumbrado a tratar con ellos.Corrí por el pasillo, encendiendo las luces lo más rápido posible y cerrando la puerta una vez que llegué al baño.
Me miré al espejo.
Mi pelo negro, tan intenso como la noche, tenía brillos en varias partes, por la tenue luz que emitía la pequeña lámpara del baño.
Mis ojos observaban con atención hacia ellos mismos: unos ojos tan inmensamente negros que parecían un abismo en el que, al caer en él, no podrías volver nunca a tu realidad.
Mi rostro estaba pálido. Acompañando de mi respiración agitada y mi pulso irregular, daban a mi aspecto un rostro de verdadero terror.
Abrí el grifo y me lavé la cara.
Después, al cerrarlo, cogí aire para sumarme de nuevo a la carrera.
Apagué la luz y fui corriendo hasta mi habitación encendida.Un fuerte ruido impactó contra la ventana.
Había sonado a un crujido: A que la ventana se había roto.
Con dedos temblorosos, subí la persiana y abrí la ventana.
Estaba intacta. Saqué mi cabeza para revisar el qué era lo que impactó contra el cristal.
Al ver de izquierda a derecha, no observé nada extraño, solo el paisaje de siempre: Una ciudad iluminada, con unas vistas preciosas vistas desde tan alto. Tan alto como un séptimo piso en un barrio normalito.
Normal en términos bastante incorrectos.
La fría brisa se colaba por la ventana abierta de par en par, acariciando así a mi joven rostro. Temblé un poco ante el repentino cambio de temperatura.
Contemplé las hermosas vistas que no me cansaba de ver una vez más antes de agarrar el mango de la ventana, con la intención de cerrarla para meterme de nuevo en la cama, e intentar reconciliar el sueño. Aunque dudaba que lo volviera a hacer.Sin previo aviso, un fuerte tirón procedente de afuera, me agarró de la camiseta del pijama y tiró de mí con tal fuerza que consiguió arrastrarme junto a él.
Mi sangre se heló de inmediato.
Los ojos se me abrieron como platos al ver el lejano suelo a tantos metros de mí.
Sentí que ninguna parte de mi cuerpo estaba en contacto con él.
Mis pies ya no tocaban el suelo.
El viento helado acariciaba con ternura mis pies descalzos y rozaba a cada parte de mi ser, enfriándolo al mínimo contacto. Una inmensa presión se instaló en mi pecho, aumentando cada vez más al estar más y más cerca del suelo.No me salían las palabras. Tampoco las lágrimas.
Tener la sensación de que vas a morir y no poder hacer nada era muy agobiante.
Sentí un dolor tan grande que me retorcí y sentí que me rompía en pedazos. Mi cabeza daba vueltas, aturdida, provocando inmensos mareos que se convirtieron en mi propia anestesia.
Empecé a ver borroso. Ya no percibía movimiento en ninguna parte de mi cuerpo y mi consciencia se iba difuminando.Hasta que una oscuridad completa se apoderó de mí, consumiéndome por completo.
***
Después de un rato indefinido, desperté y vi el interior de una especie de mini casa. Era pequeña, toda negra. Solo vi dos asientos delante y un pequeño espacio atrás, donde me situaba.
Me levanté del suelo con dificultad y me puse todo lo recto que pude para ver que pasaba, y averiguar quién era el conductor.
Miré hacia la izquierda y vi a un chico de unos 14 o 15 años.
—¿Estoy muerto?—Le pregunté con total normalidad, pues era la cosa que más me cuadraba en ese momento. Estaba en un punto demasiado cerca de la locura.
El chico se volteó y no pude quedarme con su cara, ya que estaba tapada con su capucha.
Sin decir nada, hizo un movimiento invisible a mi vista del que, únicamente, logré ver una especie de barra plateada demasiado rápida para distinguirla y, mucho menos esquivarla.
Me golpeó la cabeza con una fuerza inimaginable.Débilmente oí su voz. Su cruel y oscura voz llena de odio:
—No estas muerto mocoso—se escuchó el susurro, perdido en la periferia del cosmos—. Ahora es cuando empieza la mejor parte, Med...Mi vista cayó de nuevo en la absoluta oscuridad y mis sentidos dejaron de funcionar casi al completo antes de conseguir oír al extraño ser culpable de mi secuestro.
***
Al abrir los ojos, me encontré bastante mareado e hice, por lo tanto, un inmenso esfuerzo al levantarme.
Me tambaleaba un poco y mi vista enfocaba lentamente. Todo me daba vueltas.
Al recuperarme lo suficiente como para seguir, conseguí equilibrar todos mis sentidos para obtener información de dónde me encontraba. Al verlo, me impacté de tal manera, que todo mi cuerpo se paralizó.
Estaba rodeado de vegetación. Una amplia pradera que parecía infinita al mirar al horizonte.
Era muy extraño, ya que, al darme la vuelta, había pequeñas casas. Seguían con esa vegetación tan abundante, pero esta vez, reunida en una especie de urbanización.
En una pared había un gran cartel. Con un texto en mayúsculas y en tamaño bastante grande. Había dos, para ser concretos. Uno en castellano y el otro, en un idioma que se me hacía familiar, pero que me era imposible traducir:PROHIBIDO HUMANOS.
VETITI HOMINES.Qué cartel tan extraño. Pensé.
Unos pasos apresurados resonaban en la lejanía rítmicamente.
Cada vez, el sonido iba aumentando.
—¡Ahí esta!—Gritó una voz.
Miré hacia el lado donde provenía la voz.
Unos cuantos soldados, yo diría que entre los 10 o 20, con uniforme futurístico y mecanizado, se habían parado de golpe y todos tenían su mirada fija en mí.
Parecían robots. Todo su cuerpo estaba recubierto por una armadura metálica y un casco ovalado con un triángulo al revés en la zona de la cara, que actuaba como visera.Vinieron corriendo todos hacia mí.
Yo hice lo mismo, nada más que en la dirección contraria.
Corrí todo lo que pude, como si mi vida estuviera en peligro.
Un ruido zumbante me susurró al oído. Instantes después, el causante del ruido se estrelló contra la pared de una casa haciendo un agujero negro; desintegrando así el ladrillo que se situaba en ese lugar.
Giré mi cabeza, sin dejar de correr como un loco, para ver qué era aquella cosa.
Vi a varios soldados apuntando y disparando. Y lo más extraño fue que, cada soldado, tenía un tipo de arma.Uno disparaba láseres, que fue el proyectil que impacto contra aquellos ladrillos, otros disparaban balas de pistola y, otros pocos, disparaban diversos proyectiles como tranquilizantes, flechas de arco...¡y hasta balas de juguete!
Esto era tan alucinante como horrible. Ya no sabía si reír o llorar. Sin duda, la locura no andaba muy lejos de mí.Vi un callejón y recogí una piedra sin parar mi huida.
Derrapé un poco al girar bruscamente para meterme al callejón y tiré la piedra en otra dirección con la mayor fuerza que me fue posible.
Me pisaban los talones. Sin embargo, no paré ni para ver si continuaban siguiéndome.
Estaba centrado en seguir corriendo sin parar. Mi mirada, por otro lado, destacaba su horror por aquel callejón oscuro y siniestro del cual, lo único que se veía, eran unas leves luces muy tenues.Mis pulmones se hinchaban y deshinchaban con irregularidad y percibí que no iba a aguantar mucho más.
Un dolor en mi costado derecho empezó a amainar intensamente.
Mis piernas estaban demasiado cansadas. Mi ritmo cada vez era más lento y pesado.
Miré hacia atrás y comprobé que algunos soldados me seguían desde bastante lejos. Pero, yo, no podía más.
Los soldados reducían las distancias a una velocidad aterradora.En un concreto instante, impacté contra algo grande, cayendo de espaldas contra el suelo.
Al mirar hacia arriba, encontré a dos sombras alzándose ante mí.
Sus ojos se posaban en mi figura y pensé que iban a atraparme para comerme.
Para engullirme vivo.
ESTÁS LEYENDO
El Mundo De Los Sueños
FantasyUn niño al que secuestran es llevado a otro planeta que estará fuera del alcance de su inigualable imaginación. Nada va a volver a ser lo que parece: todo puede cambiar al día siguiente y nada puede ser real en el día anterior. Su paranoica historia...