Capítulo 4: La explicación del Big Bang con algunas cosillas agregadas

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Unas luces molestas parpadeaban con una secuencia continua y repetitiva.
La agonía se instaló en mi pecho al recordar lo último que había sentido.
Unos recuerdos recorrieron mi subconsciente para que no olvidara lo ocurrido.
Abrí los ojos y me senté de golpe, mareándome por unos instantes.

Respiré agitadamente, lo que me produjo una sensación de alivio monumental.
Podía respirar, podía oír mis pulmones como se hinchaban y deshinchaban con rapidez. Pude ver aquella habitación médica una vez más.
Pude comprobar que mi corazón continuaba latiendo; comprobar que estaba vivo.

Fernando entró abriendo la puerta y sorprendiéndose un poco por mi inesperado despertar.
—¿Qué tal estás?—Fue lo primero que preguntó nada más verme.
Examiné mi cuerpo, que tenía un par de agujas inyectadas en mis brazos y conectadas a una máquina de al lado, pero sin ningún rasguño o daño aparente.
—Bien—admití—. No siento ningún dolor. ¿Qué me ha pasado?
Se acercó hacia a mí y, con cuidado, me retiró las vías de los brazos y las enganchó en la máquina.
—Te han dado una descarga de dos millones de voltios.
—¿Cómo puede ser eso...?
—¿Posible?—Completó por mí—. ¿Cuando un humano, como máximo, resiste tan solo 250? Ya te lo dije antes, Víctor. No eres humano.

Me quedé pensativo durante unos segundos que se convirtieron en minutos. Asimilando que aquel bicho poseía un voltaje inimaginable y, es más, que ese voltaje mi cuerpo, lo había resistido.
—¿No soy mortal?—. Pensé en voz alta. 
—No es que no seas mortal, porque nada es inmortal, ni siquiera los dioses que habitan entre nosotros. Sino que eres muy resistente y versátil. Tienes una capacidad de supervivencia muy elevada si no fuera por las condiciones sociales en las que nos encontramos—me miró por unos segundos y juré que había un brillo de tristeza en sus ojos—. Eres extremadamente resistente, Víctor,

¿De verdad quiero dejarme llevar por la locura de esta gente? ¿Voy acaso a acabar como ellos? Puede que la chica, Maruja, me haya dado una especie de tranquilizante. Y que luego, Fernando, me haya dicho eso. Ella me dijo que le conocía: seguramente sean socios o algo por el estilo. O, simplemente, se hagan compañía en la locura.
Por otra parte, a saber si el bicho ese tiene glándulas capaces de segregar venenos neurotóxicos o algo por el estilo. Lo único que espero es que la "bromita" no me deje secuelas.

Transcurrieron algunos minutos más hasta que pregunté:
—¿Qué conlleva ser Mediovampiro?
Tengo que mostrarme como un aliado para que pueda quedarme con ellos el tiempo suficiente como para darles confianza e investigar sobre mi verdadero paradero y mis posibles salidas. Solo así podré salir de esta casa de locos sin correr el riesgo de que vuelvan a secuestrarme.
—Como antes te expliqué, ser un Mediovampiro, es ser una raza casi extinta: tan poderosa y peligrosa, como odiada y buscada.
—Es decir...¿tengo poderes?—Les seguí incrédulamente el juego.
—Sí—afirmó sin dudar ni un instante.

Me apuesto lo que quieras a que, esta gente, lleva planeando esto desde hace tiempo. Puede que hayan colaborado con mi secuestrador. O que sea una de sus humildes víctimas y ellos sean unos excelentes improvisadores.

Unas mariposillas aletearon en mi estómago de forma impulsiva e involuntaria.
Mi obsesión por los superhéroes y los superpoderes, junto con mi infinita imaginación me llevaban miles de veces a mundos en los que yo era el protagonista y salvaba a miles de personas.
 Y pensar que eso podría ser posible ahora; que fuese real, fue todo un mundo para mí.

No hay que emocionarse demasiado. Pero tampoco no hacerlo. Tienen que creer que lo sentimos de verdad. Solo hay que "sentir" lo justo.

Mi corazón quería creerles para vivir aventuras y cumplir mis sueños deseados desde mi perspectiva más infantil.

El Mundo De Los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora