Viernes 4 de marzo de 2016.
La semana había transcurrido con lentitud y monotonía desde el encuentro con Red. Con lo sucedido y acumulado con la semana llena de exámenes, apenas tuvimos tiempo para hablar con Red. Mucho menos para preguntarle qué fue lo que pasó la noche pasada.
Preguntarle quién fue la desgraciada víctima de la que no quedaron más que cenizas que ahora se encontraban enterradas en una de las decenas de callejones que existen aquí, en el Umbrehem terra.Mañana, en la madrugada, será cuando tenga que escaparme de casa sin avisar a Lula y Pachón para ir a esa "excursión" con Las Águilas. Si el contexto en el que se hubiera desarrollado la trama fuera medianamente normal, estaría emocionado y eufórico por conocer los rincones más remotos de este extraño y monstruoso planeta. Sin embargo, en este caso, mi emoción principal se asemeja más al terror infinito de la impotencia y temor de saber que algo muy malo va a pasar y no poder absolutamente nada para apaciguarlo.
—¡Ya estamos en casa!—anunció una Lula alegre, tras haber salido para hacer la compra—. Víctor, prepárate que en seguida cenaremos.
Contesté desde la habitación con una sonrisa que ella no pudo ver. Últimamente, la notaba más animada, como si hubiera rehecho su vida una vez más de las miles de veces que lo ha intentado sin éxito. Y, a pesar de que sigue con los episodios nocturnos, cada vez tienen una menor frecuencia.
Me alegré enormemente al percatarme de eso, pues sus gritos y sollozos eran una pequeña parte de mi tristeza y del fruto de mi insomnio y, por consiguiente, de mi constante y agotador entrenamiento nocturno. Muchas noches la oía:
"¿Por qué me hacéis esto a mí? Yo no os he hecho nada."
La escuchaba vociferar nombres desconocidos:
"Hasken",gritaba horrorizada.
"Sarah", graznaba temblando.
"Matt", recordaba llorando.
Y, por último, el más nombrado y temido:
"Karen".
Siempre era Karen la dueña de la mayoría de sus pesadillas: una tediosa niña endemoniada que reinaba en la cabeza de Lula. Era la misma niña de la alucinación del espejo del baño y era la misma niña que continuaría merodeando por la mente de Lula hasta hacerla entrar en la locura.Tras la cena, subimos a nuestra habitación y me tumbé en la cama, aunque sin sueño, con la ropa de la calle aún puesta. Total, para lo que voy a dormir...
El guepardo, por el contrario, se había sentado en el pie de la cama y miraba al frente preocupado. Con su pata derecha, lanzaba al aire e interceptaba una pequeña pelota roja cuyo destinatario era completamente desconocido para mí.
—¿Qué pasa? ¿No tienes sueño? Porque si es eso podría tomarme melatonina o algo y ver si funciona contigo también...
—No, no es eso.
—¿Y entonces?
—Me gustaría poderte contarte todo—contestó pensativo—. Me gustaría que me creyeses siempre y nunca mentirte.
La respuesta me pilló desprevenido y tardé en reaccionar.
—Y esto... ¿a qué viene ahora?
—¿Te acuerdas del dolor cansino que te mencioné?
—Sí. ¿Qué pasa con él? ¿Ha vuelto?
Él asintió con la cabeza.
—Sí, y esta vez con mayor intensidad. ¿Sabes...sabes cómo nos sentimos cuando Jane utilizó sus poderes sobre nosotros? Pues así me siento yo: Cansado, agotado y derrotado, sin realmente estarlo. Y lo peor que no es la primera ni la segunda vez que pasa.
—¿No es la segunda? ¿Cuándo te ha vuelto a pasar?
—Hace un mes aproximadamente, en febrero, cuando no hablábamos.
—Ah, ya.
—A esas cosas me refiero con poder contarte todo.
No sabía cómo sentirme al respecto. Antes de que pasara lo de aquella noche de cacería, consideraba a Cheetah como el amigo de toda la vida que nunca tuve; un completo desconocido que se me hacía extrañamente familiar desde el inicio y me aportaba una confianza desbordante. Sin embargo, después de la noche y de que el ser maligno que habita dentro de nosotros y su secreto fuera revelado, no sabía cómo tomarme la relación con Cheetah. ¿Éramos amigos, enemigos, simbiontes, compañeros de una desgracia conjunta, todo lo anterior a la vez...? No tenía la menor idea. Ni siquiera sabía si podía volver a confiar en él una vez más.
Solo podía esperar a ver cómo la situación se desarrollaba y, desde ahí, decidir que sería lo mejor para mí.
—Ocurre y luego desaparece—continuó quejándose con resignación el guepardo—. Siempre es lo mismo, ocurriendo siempre en un periodo de tiempo similar al anterior, aproximadamente, una semana.
—¿Como el ciclo menstrual de las chicas?
—No, Víctor, no tengo la maldita regla...
—El ciclo felino—puntualicé con burla—. Tienes el ciclo felino.
—No, esto no es...Como sea—se hizo el indignado y paró de lanzar aquella pelota—. Esto me esta matando. Además de un cansancio corporal, mental, o ambos, según cómo le de; tengo una bipolaridad de emociones que no me la creo ni yo. Y sé que, por mucho que intentara dormir ahora mismo, no podría.
—Eso es que tienes las hormonas alteradas—volví al ataque—. No te preocupes, ya te acostumbrarás y después pedirás chocolate y mantita en los días de invierno. Tu tranquilo que yo en esos temas soy muy comprensivo y puedo ayudarte en lo que necesites...
—¡Qué no tengo el periodo!—Se quejó, aunque con una sonrisa desastrosamente disimulada entre sus dientes por lo que, continué con mi tarea de seguir chinchándole.
—De acuerdo, entonces, si no puedes dormir ni quieres chocolate, ¿qué quieres hacer?
—Ahora mismo solo me gustaría morir temporalmente y luego renacer sin dolores.
—Venga vamos—dije levantándome de la cama—. Vayamos a quitarte ese malhumor con un poco de entrenamiento para que podamos dormir y no vayamos a la excursioncita de Las Águilas muertos de sueño. ¿No decías que te hubiera gustado un entrenamiento especial antes de ir con Las Águilas? Este es el momento, Cheetah.
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El Mundo De Los Sueños
FantasyUn niño al que secuestran es llevado a otro planeta que estará fuera del alcance de su inigualable imaginación. Nada va a volver a ser lo que parece: todo puede cambiar al día siguiente y nada puede ser real en el día anterior. Su paranoica historia...