El ambiente cuando llegué a la casa era tranquilo y aparentemente divertido; trivial y alegre, como debía ser cualquier reunión de amigos. Sin embargo, a pesar de las risas, algo no me cuadraba. A pesar de las expresiones burlonas cuando Esmeralda grito "¡Uno!" en la mesa o la sonrisa de Lula al mirar a Pachón tras haberle servido éste un vaso de sangre, algo no iba bien. A pesar de que todo fuera sobre ruedas, a mí no me parecía que en realidad lo estuviese siendo. Quizás fueran imaginaciones mías o tal vez la visión en este mundo hubiera provocado en mi optimismo un cambio irreversible, pero el caso era que no veía eso con buenos ojos; con la normalidad que debería ver que mis tutores y, a su vez, tutores legales, se divirtieran aunque tan solo fuera por unos pocos minutos.
—Me voy a mi habitación—le dije en bajo a Pachón, quien parecía el más desconectado de la interesante partida de cartas.
—¿No quieres cenar?
—No, gracias. Ya he tomado unos sándwiches con Red—mentí—. Me voy a la cama, estoy un poco cansado.
El canino asintió y me dejó ir, acoplándose de nuevo a la partida aún en curso.Me duché, me puse el pijama y, al terminar de lavarme los dientes, me fijé en el reflejo que me ofrecía el espejo del lavabo. Observé los mismos ojos y pelo oscuramente negros junto con mi cara y cuerpo de siempre que, salvo por el matiz de que había adelgazado unos pocos kilos, permanecía estando igual. Al mirar a través de mis propios ojos, reviví el recuerdo de la noche en la que todo empezó; en la que aquella pesadilla inoportuna me retajo de mi plácido sueño y acabo arrastrándome hasta este mundo sin sentido.
¿De qué trataba en realidad la pesadilla? ¿Te acuerdas de ella?
Sí que lo hacía. Al menos, una pequeña parte. Era una figura que me perseguía sin cesar.
Por más que corría, ella continuaba detrás mía. Por más que intentase huir, ella siempre estaba ahí: observándome. Vigilándome.
Mi memoria recuerda haberla percibido como un monstruo de numerosos y afilados dientes, con escamas similares a las de un dinosaurio y la cuenca de sus ojos, rellenada por un vacío rojizo que aportaba una visión escalofriante con nada más mirarlo. Sus cortos brazos estaban constituidos con pezuñas parecidas a las de un topo gigante y su mandíbula se enarcaba en una siniestra sonrisa que se extendía con el color carmesí que recubría parte de su piel.
Mi memoria continuaba con esa imagen aterradora del imaginario monstruo. Pero, en el fondo, yo sabía que esa imagen solo fue producto de mi imaginación que mi mente utilizó para representar todo mi miedo reprimido sobre los verdaderos monstruos.
Lo sabía muy bien, pero, en realidad, no quería reconocerlo. No quería enfrentarme a la realidad de los médicos, de mi madre y de la vida en las montañas. No quería aceptar lo real que son todas las voces de mi cabeza y, sobre todo, no quería asimilar que esto, por una vez, era real.
Lo que vivía, era real.—Creo que esa marca será permanente—la voz de Cheetah sonó como un eco improvisto. Fue tan repentina que di un salto hacia atrás y el infinito recuerdo mediante el reflejo de mis ojos, se disolvió de golpe—. Si no se ha curado todavía, dudo que...—Cheetah me miró mediante el espejo. Estaba a mi lado, como era de esperar, con expresión extrañada y algo preocupado—. Víctor, ¿te pasa algo?
—¿Y si es verdad que mi madre me drogaba para reprimir mis poderes?—Permanecí inmóvil en todo momento, sin consciencia total de nada de lo que decía. Ni siquiera empleé la telepatía para hablar con Cheetah. En su lugar, hablé con su reflejo y el mío: los causantes principales de que mi cuerpo temblara y mi piel se erizara—. ¿Y si tú eres el culpable de las voces...? No—rechacé mi propia idea en seguida de ser planteada. Y fue cuando un asfixiante escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta—: ¿Y si el ser que encierras, el que dijiste que te obligó a hacer lo que hiciste aquella noche, fuera el responsable de mis voces?
—¿A qué te refieres ahora, Víctor? Mírate, estás temblando—dijo, contemplándome de arriba a abajo—. ¿Qué te pasa?
Me miró directamente, pero yo no le devolví la mirada. Continué observando su reflejo mientras sentía a cada segundo cómo mis vasos sanguíneos se exprimían y mi piel adquiría un tono cada vez más claro.
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El Mundo De Los Sueños
FantasyUn niño al que secuestran es llevado a otro planeta que estará fuera del alcance de su inigualable imaginación. Nada va a volver a ser lo que parece: todo puede cambiar al día siguiente y nada puede ser real en el día anterior. Su paranoica historia...