Mi vida dio un giro de 180 grados desde que lo conocí.
Dejé de ser ese chico solitario, con la mera memoria de un hombre que me dejó a la deriva de todo, sin corazón alguno para apiadarse de su propio hijo.
Con el pasar de los años y gracias a Massimo, logré encontrar esa figura paterna que tanto anhelaba.
Han pasado algunos años desde que el decidió tomarme como su hijo, es algo de lo que siempre estaré tan agradecido, aunque aún se me es complicado el poder referirme a el como "papá". La simple palabra aún me trae recuerdos de aquel sujeto que jamás tuvo ni una pizca de amor por mi.
Eso no quiere decir que no le haya tomado bastante cariño a Massimo, quien me ha mostrado desde lo más interesante en el mundo humano, así como lo más aburrido incluyendo la historia, geografía y ciencia. Según el, a pesar de haber decidido no ir a la escuela, debía saber lo básico así no me tomarían el pelo pero ¿Quien querría tomarle el pelo a mi? ¡El mismísimo Alberto Scorfano! Además, ¿Quién quería aprender de aquello cuando simplemente podía tomar una Vespa para conocer el mundo? Bueno, la única Vespa que había sido de nuestra adquisición tuvo que ser vendida. Y no me arrepentía...
Cada que leía sus cartas mi rostro se iluminaba con una sonrisa de oreja a oreja. Mi corazón se agitaba y sin duda era lo que hacía mi día sobresalir. Cada carta parecía llevar esa misma energía por vivir. El había aprendido bastante en ese lugar llamado escuela. Hace un par de años parecía sentirse un tanto atraído por las artes y literatura. Decía que el vivir con Giulia y su madre le había motivado bastante a elegir ese camino artístico.
El leer cada una de esas cartas me daban vida. La decisión de vender esa Vespa la volveria a tomar una y otra vez, con tal de verlo feliz.
Mis días favoritos eran cuando hablábamos por teléfono. Por desgracia no podíamos hablar diario o por mucho tiempo. Las llamadas eran caras y cuando el día especial de llamadas ocurría, su familia se reunía y tomaba turnos para poder hablar con su preciado hijo y nieto.
Aunque aveces hacíamos trampa. El me llamaba de la nada y fue así que durabamos largos minutos hablando de las cosas nuevas que habían ocurrido. La llamada más larga parecía ser de media hora. La madre de Giulia no parecía muy contenta ese día, el recibo del teléfono era elevadisimo, pero lo entendió todo y dejó ir ese pequeño incidente.
La misma Giulia fue la mente maestra para lograr esas llamadas un poco más largas de lo normal. Por siempre le estaré agradecido.
Ella nos aseguraba que los recibos de teléfono no llegarían a su madre y que se las ingeniaria para ella misma lograr cubrir el monto. ¿Que se podía esperar? Era nuestra mejor amiga, más bien nuestra hermana de corazón.
Lo mejor de todo. Lo más hermoso de todo era cada verano. Lo esperaba con ansias. Esperaba que el mes de Junio llegara con velocidad, y cuando esto ocurría, era una gran celebración.
Verlo bajar de aquel tren que me traia recuerdos agridulces de aquella primera vez que nos despedimos para eventualmente alejarnos. Pero esa melancolía se borraba al mirarlo de frente, con una sonrisa resplandeciente y sus brazos extendidos, usando ese gracioso uniforme que lo hacía verse tan formal, y que con los años, hacía que se mirara más... agradable a la vista.
Yo sin nadie que me detuviera corria hacia sus brazos. Con el pasar de los años mi estatura había aumentado considerablemente, era evidente la diferencia de estatura entre el y yo. El trataba de alcanzar mi nuca con sus delgados brazos más se le era difícil. Por mi parte trataba de ponerme a su nivel, tomándolo en ese abrazo delicado. Éramos solo nosotros inundados entre ese... ese gran a...aprecio por el uno al otro.
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Confidencias de papel ✨ Luca x Alberto ~Cover temporal~
Romantik~ Desde aquel primer verano en 1959 se había encargado de ser el dueño de mis emociones, de mi corazón. Podría avergonzarse de mis faltas ortográficas, escupirme, avergonzarse de mi ignorancia frente a sus amigos refinados de la ciudad... Pero a...