-Tercera Persona-
El regreso a casa no fue un camino muy largo a cómo Alberto pensaba cada vez que veía alejarse al tren que llevaba a Luca y Giulia de regreso a Génova.
Pero para el moreno fue el viaje más eterno de todos. Un contraste diferente al de cuando se dirigía hacia aquella ciudad que tanto rencor le hacía sentir.
Cuando recién iba, tenia esperanzas de arreglar lo que fuera que pasara con Luca. Era una esperanza que le hacía sentirse lleno de vida. Pero ahora...
Miraba por la ventana, estaba llegando a Portorosso, con una maravillosa vista al mar, así que eso es lo mismo que Luca solía admirar cada verano al regresar a casa.
Donde pertenecía.
Un silbido hacía a Alberto despertar de sus pensamientos, regresando a la realidad.
Pasaba por el túnel que atravesaba la colina donde segundos después, el tren lentamente perdía la velocidad, siendo esta la señal que todos los pasajeros que bajaran en Portorosso, debían hacerlo ya.
El mismo sujeto de uniforme, empleado del tren, se encargaba de anunciar la llegada al pueblo.
Era curioso.
Ahora Alberto venía de Génova, bajaba las mismas escaleras del tren al igual que Luca cada verano.
Pero a diferencia del castaño, no había nadie quien esperara a Alberto.
Solo un par de personas más bajaban de aquel tren junto al moreno, estos eran recibidos por lo que parecían ser sus familiares y una fidanzata entusiasmada de ver a su amado regresar.
El cielo comenzaba a tornarse de colores púrpuras y azules oscuros, mientras la brisa de la noche del verano le golpeaba sus mejillas con suavidad a Alberto, quien soltando un suspiro desanimado, tomaba paso a casa.
En esas estaba cuando una voz no muy familiar le llamaba desde una de las bancas de la pequeña estación de tren.
-¡A-Alberto!- La voz ajena exclamaba, agitando la mano para llamar la atención del moreno quien extrañado se giraba para ver de donde venía esa voz.
¿Quien lo esperaría?
-¡S-Soy yo! ¡Guido! ¿Me recuerdas?- Un chico de baja estatura y cabellos castaños claros se acercaba tímidamente a Alberto, entre sus brazos también cargaba algo, o más bien alguien.
-¿Guido? ¿¡Machiavelli!? ¿¡Que hacen aquí!? ¿Porque está Machiavelli contigo?- Alberto tomaba de las manos de Guido al felino, acariciandolo delicadamente, este a pesar de sus años avanzados, aún tenía la fuerza suficiente para acomodarse en el hombro del chico. El gato era inexpresivo pero sin duda había extrañado a ese molesto monstruo marino.
-¡Oh! ¡Disculpa! El signor Massimo llamó hace un par de horas a mi padre, pidiéndole que el viniera por ti y se asegurara que estuvieras bien- Guido se llevaba una mano a su nuca con ciertos nervios -...Pero digamos que mi padre decidió dejarme esa tarea a mi, estaba atendiendo a muchos clientes en la panadería, además de decirme que si me junto más contigo podría aprender a ser...¿fuerte?- Una risa penosa se escapaba de los labios del chico.
Alberto aún extrañado por todo lo que sucedía suponía que era una respuesta lo suficientemente válida -¿Pero que hay de este viejo gato?- Al escuchar aquello, Machiavelli se limitaba a rodear su vista, acomodándose en el hombro de Alberto.
-¡Oh! ¡Sobre eso! Heh, el signor Massimo dejó encargado a Machiavelli con nosotros, bueno, con mi nonna pero ella tuvo que salir del pueblo a visitar a mi tía, así que terminé por cuidarlo yo, ¡Es un buen gato!- Decia al último Guido con una sonrisa tímida, observando al chico que tenía frente a él, como lo había hecho desde hacía tanto tiempo...a la distancia, claro.
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Confidencias de papel ✨ Luca x Alberto ~Cover temporal~
Любовные романы~ Desde aquel primer verano en 1959 se había encargado de ser el dueño de mis emociones, de mi corazón. Podría avergonzarse de mis faltas ortográficas, escupirme, avergonzarse de mi ignorancia frente a sus amigos refinados de la ciudad... Pero a...