CAPÍTULO 16: ¿QUIÉN ES ÉL?

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CAPÍTULO 16

Edward al final casi no durmió por el dolor en su pecho y porque le preocupaba que la mujer lo hubiera seguido, pero no vino a nadie en toda la noche y la joya seguía en su sitio.

A primera hora, tal y como avisó, Oswald estaba tocando a su puerta así que, con unas grandes ojeras, buscó una camiseta amplia que no le rozara la herida y le abrió.

- Bienvenido - sonrió el joven sorprendiéndose de la mirada extrañada de Oswald.

- ¿Qué llevas en la cara? - lo empujó dentro por si acaso ya que llevaba todavía el pañuelo que usaba como antifaz.

El joven se tocó y notó a qué se refería.

- Perdona, anoche estaba tan cansado que no me percaté - se lo quitó - Es un antifaz que improvisé, estaba tan cansado que ni me di cuenta de que me dormí con las lentillas, normal que me duelan los ojos ahora - se rascó un momento los ojos por el picor que sentía - Espera - fue un momento al baño para quitárselos.

Mientras, Oswald buscó por la casa, pero no vio la gargantilla por ninguna parte.

- ¿Dónde está?

- Detrás de la cama - contestó desde el baño.

Fue donde dijo y ahí estaba, todavía no se lo podía creer y eso que escuchó por las noticias esta mañana la confirmación del ladrón misterioso de los acertijos, desde luego sus habilidades eran sorprendentes

- Tal y como querías - dijo Edward apoyado en el marco de la puerta del baño con los ojos algo rojos por haberse quitado las lentillas.

Oswald sonrió orgulloso de que hubiera cumplido con su palabra y fue hasta él para darle un abrazo y un beso, pero se extrañó cuando este se apartó y mostraba una expresión de dolor.

- ¿Qué te pasa? - lo tomó de la mano.

- Un pequeño rasguño - se frotó la herida - Me golpearon con un látigo, pero no es nada grave - sonrió para restarle importancia.

El mayor levantó la camiseta sin ni siquiera preguntar, no era nada grave, pero igualmente sabía que eso dolía pues no era el único que se había llevado los latigazos de Selina. Lo tocó de manera superficial para asegurarse de que todo estaba bien, aunque de nuevo se separó al ver la expresión de Edward.

- Voy a matar a esa ramera - juró.

- No es para tanto - tomó sus manos y las besó - Entonces, ¿he sido un buen chico?

Oswald rio suavemente por ese tono que puso.

- Sí, lo has sido - lo besó. Edward sonrió satisfecho.

- Bueno... - separó sus manos y se apartó - Seguro que tienes que poner la gargantilla a salvo y arreglar algunas cosas - intentó ser racional, pero Oswald le tomó de nuevo de las manos.

- ¿No te gustaría pasar el día conmigo o tienes algo que hacer? - propuso dejando al castaño sorprendido e ilusionado por la petición.

- No, no tengo nada - sonrió - Por suerte mi jefe me dio el fin de semana libre.

- Oh, qué considerado - le siguió el juego y le volvió a besar - Vístete, iremos a mi casa ¿has desayunado?

- No.

- Yo tampoco - confesó ya que estaba algo nervioso por lo que le dijo Edward anoche y no tenía apetito, pero al ver que estaban bien los dos (la gargantilla y él) volvió su apetito.

Ed asintió y se puso algo más adecuado para salir a la calle, aunque buscó algo cómodo para su herida así que se puso una camiseta marrón que tenía del instituto y unos pantalones grises. A Oswald no le gustó mucho ya que no le favorecía, pero esta vez no iba a decir nada puesto que comprendía que llevar una camisa o algo más ajustado le molestaría.

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