IV

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.. Y así Milo en aquellas horas de oscuridad, donde el aire parecía lava, tuvo un inesperado encuentro carnal, que se había revelado un intenso intercambio, irrepetible. Una alquimia amorosa fantasiosa y romántica, arrastrante y rica en erotismo, con un magnifíco ser divino que había ocultado su identidad en la sombras de las tinieblas, de un llameante novilunio: esta exuberante experiencia iniciática, un bautismo d'amor exquisitamente varonil, había transformado por completo, sin que el heleno quisiera, su mundo interior...mientras en la bóveda celeste la radiante Venus se reunía con su eterno amante, Marte, ambos sorprendidos en su visceral unión por la atenta mirada de Urano, el antiguo cruel patriarca de los dioses, devorador de sus propios hijos, y creador de la misma Venus*...


Se despertó al final de la mañana, cuando la temperatura ya había aumentado significativamente, y ahora se había puesto al rojo vivo, ya que el carro de Apolo se había elevado mucho en el horizonte, en el cielo: estaba al punto de tocar el cenit. Dolor de espalda, de cabeza, y una molesta rigidez en el cuello sorprendieron a nuestro Simba, cuando se levantó de su regio sofá, seguidos de la consternación de quien se da cuenta de que tiene su amado palacio real prácticamente devastado, después de una noche de fiesta, y juerga: botellas de alcohol desparramadas a granel por todos lados, al igual que los vasos, con la adición de piezas de cristal, y platos rotos, en el suelo, a continuación una cortina de lino completamente bajada, con una solapa arrancada (algunos monos se habían subido en las cortinas, por casualidad?), numerosos trozos de comida esparcidos por el lugar, vino y licores derramados en el piso, y quién sabe de cuántos otros desastres hubera notado después, caminando por su templo, que lo habrían hecho enojar ... Instintivamente, con los ojos todavía adormilados, un poco hinchados, se fue al baño a hacer sus necesidades, y refrescarse, cuando al accionar el inodoro, el líquido en lugar de bajar comenzó a subir, con todo el papel higiénico que navegaba en el interior: era evidente que el sanitario estaba atascado, y también era fácil entender quién pudo haber sido a reducirlo de tal manera. El olor que emanaba esa agua era pútrido y repugnante.

- Por los dioses, hermano! Qué has hecho con tu dolor de tripa?! - exclamó de pronto el león asustado, al ver que el agua del retrete aumentaba sin control, y por lo tanto se tapó la nariz, para luego conseguir una sopapa, tratando de destapar el sanitario: al final lo logró, después de un buen cuarto de hora, solo desgraciadamente había sudado como una bestia...

Tuvo que secarse con una toalla. Desde el baño Aioria a continuación se fue a la cocina, y después de abrir la nevera, y la despensa, un sentimiento de incrédulo desconcierto, seguido de un profundo enfado, empezó a alojarse en él: el refrigerador y la alacena estaban totalmente vacíos, cuando hasta anoche estaban prácticamen llenos! Quién demonios había hecho esto? Aldebarán con su glotonería, y Milo con sus munchies, realmente habían logrado realizar ese masacre por su cuenta? O quizás había algún otro ladrón de víveres escondido en la sombra del refrigerador? También desaparecieron las tres rebanadas de su tarta de cumpleaños, hechas con nata, chocolate, frutos rojos, que le habían sobrado, y que había colocado diligentemente en el frigorífico, sobre un plato, ahora completamente vacío. Aioria al fin notó que encima de este platillo de cerámica, que estaba tristemente solitario en ese gran recipiente frío, había una nota doblada: la tomó, y la leyó en voz alta.

"Gracias gato por el desayuno de las 4 de la mañana! Kanon"

El leonino que ya no podía contener su molestia, se cubrió el rostro con una mano, sacudiendo su cabeza: ahora tenía claro que estos jóvenes, con los que compartía cada momento de su existencia, no eran todos, en realidad, estos santos y puros guerreros íntegros, pero algunos se parecían mucho más a niños malcriados, caprichosos, capaces de convertirse, en el momento oportuno, en una multitud de hambrientos saltamontes gigantes de África, que comían todo a su paso, sin ni siquiera pedir permiso, hasta crear el desierto.

45°CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora