Las llaves de la calle, de Ruth Rendell

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Cuando alguien te dice que una autora sabe describir puedes pensar muchas cosas, pero en el caso de Rendell todo es a otro nivel. Todo.

Las llaves de la calle me fue regalado, y como soy lector empedernido, pues me lancé a leerlo y la verdad, lo encontré muy confuso y lento; debo decir que era muy joven y no estaba en un buen momento emocional. Pero me dejó algo.

Años después lo retomé con esa sensación de culpa, como una forma de decir que no le había dado la oportunidad correcta al libro, y no me arrepiento de haberlo hecho. La historia trata de un asesino en serie por allá por las calles de Londres, pero el libro no trata de eso ¿Me explico? Probablemente no.

Lo que pasa con Rendell es que no te muestra la típica situación "hombre/mujer alfa debe resolver el crimen de su ser amado" ni el del policía en el caso, sino que toma a uno o varios personajes, y te cuenta su diario vivir; aunque suene extraño, el noventa porciento del texto trata de eso, de mostrar la vida del personaje desde el punto de vista de lo que come, qué diarios lee, su música preferida y esos detalles que de a poco construyen la personalidad, y te hacen tener una opinión del personaje así como de quienes conoces en la vida real. En este caso la vida de una muchacha que no tiene idea de donde está parada y que empieza una especie de relación sentimental con un tipo que esconde una historia escalofriante, y paralelamente la de un sin hogar que llegó a las calles por motivos bastante fuertes; no parece haber conexión entre ellos ni con el crimen, pero a medida que avanza el libro, con todos los detalles que tiene, vas armando un mapa del lugar, y entendiendo que las cosas pueden ser mucho más de lo que crees. Poco a poco las cosas sin importancia como los paseos por el parque o la hora en la que sales del edificio cobran una gran importancia, hasta que llega un punto en que todo se cruza, y en esos vuelcos Rendell es magistral, básicamente no sabes de dónde viene el sablazo. Dura como la vida, la historia tiene un desenlace que deja un gustillo amargo, pero a la vez una luz de esperanza, al menos sobre ciertos temas.

Conclusión: Los detalles nunca son irrelevantes

Un cuarto de libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora