La espada sin honor, de D.J Henrich Parte 1 de trilogía

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La fantasía épica siempre me ha gustado, porque tiene un elemento que rara vez hay en las novelas de otro tipo: heroismo. Se trata de algo del corazón, de defender el ideal por el cual estás peleando con tu vida, no de venderte a otro por dinero o recular por miedo.

Si bien me gusta la fantasía de este tipo, en algunos casos el peso de historias mundialmente conocidas como El señor de los anillos, hace que uno sea reticente porque vamos, no puedo leer otra novela donde un grupo tiene que ir a tal parte a destruir algo para que el malo no domine el mundo de lo que sea; debe tener un concepto diferente. Y en este caso se logra achicando la historia, yendo a una parte más puntual, y aparte, desde el punto de vista menos heroico, por no decir ni siquiera a través del héroe.

Nuestra protagonista, Johauna, es una ladronzuela-comerciante-mediobuscapleitos-huérfana que se busca la vida y quiere ser escudero del reino, cargo para el que no tiene ni la más mínima posibilidad hasta que se topa con el remedo de héroe en que se ha convertido el héroe central de la historia; exigencia del guión forzada si se quiere, pero que sirve para que, a través de ella intentando ser algo que él ya no es por haber sido deshonrado, podamos entender cómo es que se construyen los ideales de vida en una época donde la palabra valía más que los me gusta en las redes sociales hoy en día. Muchísimo más.

Tengo que reconocer que habitualmente amo a las protagonistas o secundarias, ya que siento que aportan un punto de vista especial y que escapa al macho alfa o al macho no alfa pero que salva el día; con ellas hay más sentimiento, más duda, pero también más fiereza, por algo dicen que no hay nada más peligroso que una madre o más implacable que una mujer enojada. Pero aquí no es el caso.

La chica es insufrible.

Debo reconocer que leí en primer lugar el segundo de esta trilogía Penhaligon, donde pasan cosas que detallaré en su respectivo comentario, pero si creí que la idea de ella iba a cambiar, me equivoqué profundamente; puedo entender que sea joven, inexperta, incluso arrojada e impulsiva, pero que se comporte cada dos escenas como una niña caprichosa y llorona es algo que preferiría dejar para una película de universitarios, no para un drama épico fantástico. No la soporto.

¿Por qué entonces leo un libro cuya protagonista me es insoportable? Porque la historia es buena.

La trama de intrigas que dejó sin honor al más grande héroe del reino, las conspiraciones de palacio, y las pequeñas (o no tanto) venganzas y planes entre los distintos malvados, hacen que sea muy interesante saber por qué, cuando, cómo, y por supuesto, para adónde va. Mención aparte para una aristócrata que tiene más carácter que la mitad de los otros personajes, y varios secundarios interesantes que pueden o no ocultar cosas importantes. En este caso el final es absolutamente abierto, y te deja con toda la idea de cómo se va a resolver todo cuando se resuelva, y si es que se resuelve, porque termina bastante mal.

Conclusión: Voy por el segundo.

Un cuarto de libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora