Ana
Me levanto preparada para el segundo día y mientras me arreglo el pelo oigo a mis padres en su cuarto, están hablando de un alumno.
—Dicen que hay que tener cuidado, está pasando un mal momento en su vida.
—Por lo visto el padre quiere quitarle la custodia a la madre. Ella no está en sus cabales. Algo así he oído. Es el nieto de Juan Montoya, así que cuenta con el respaldo de una gran empresa. —le dice mi padre mientras mira las noticias detenidamente desde el sofá.
—¿No te parece raro que esté ahora cursando bachillerato?
—Bueno, cada uno necesita su tiempo y ahora es el suyo. —le dice mi padre a mi madre. Es una conversación privada y yo no debería estar escuchando, me siento incómoda. Entro en el salón y cambian discretamente de tema. Ambos me miran sonriendo.
—Buenos días, Ana. —me dice mi padre contento.
—¿Preparada? Es tu primer día. —me dice mi madre.
—Nerviosa, pero nada más.
Me sirvo un cuenco de leche y lo caliento antes de echarle los cereales. Ellos hablan de sus compañeros y yo veo mis redes sociales.
Nina ya está presumiendo de todo su material escolar nuevo por redes sociales, dice que se ha gastado doscientos euros en cosas.
Cosas que no necesita porque ella no es que estudie mucho.
Cierro mi cuenta falsa con la que cotilleo normalmente y me centro en no mancharme la ropa. Puedo llegar a ser muy torpe y más a las ocho de la mañana en mi primer día formal de clases.
Estos días nos dejan ir con ropa normal por esto de que hay que acostumbrarse al uniforme y comprarlo, en mi caso.
Yo eso del uniforme lo veo un accesorio más de este colegio de ricos en el que están trabajando mis padres.
Salgo antes que ellos, ayer Sandra me dijo que nos podíamos ver en la esquina de mi calle, ella vive cerca.
La veo y sonrío, está muy guapa.
Lleva un vestido corto de flores y unas sandalias, su pelo moreno está recogido en una coleta bastante corta. Confirmo que tiene destellos azulados y es muy bonito cómo le sienta.
Nos saludamos y me comienza a hablar de algunos compañeros de mi clase con los que ella ha coincidido alguna vez. Pero como me dijo ayer, ella no conoce a casi nadie.
Cuando llegamos me presenta a sus amigas y se ven amables y buenas, espero caer bien. No se me da muy bien conocer a gente nueva y quiero caerles bien así que debo pensar bien lo que digo para no fastidiarla.
—¿Quién se trae una consola al instituto? —dice la rubia a mi lado. Todas miramos a donde señala con la mirada y ahí está él. Andrés, si mal no recuerdo su nombre, está sentado en un banco con la consola entre sus manos y la mochila a un lado, en cuanto nota nuestras miradas se gira y nos mira confundido.
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A T A R A X I A [1] A La Venta
Teen FictionElla tenía heridas, él era medicina. Ella tenía miedo, él le daba confianza. Ambos se necesitaban. Eran dos polos opuestos que cuanto más se alejaban más se querían. Dos mundos diferentes unidos por un hilo rojo. Pero el destino les tenía una segun...