Ana
Me giro hacia el camarero detrás de la barra cuando reconozco su perfume barato y pido un cóctel.
No voy a soportar esto si ella está aquí.
—Hombre, Andrés, hace tiempo que no te veo. —dice ella.
—Hola Nina, me alegro de verte. ¿Sabes dónde está Hugo? Lo dejé hace un rato con Miguel y no sé dónde están.
Yo sé dónde puede estar, pero me callo. Me apuesto lo que sea a que está en un callejón fumando y con otra chica.
—No sabía que ahora tenías sirvienta. Supongo que algunos solo valemos para una cosa, limpiar el culo de otros. —dice ella sobre mí e ignorando la pregunta de Andrés.
Me giro y la miro con asco.
—Hombre Nina... ¿Cómo saben mis babas? Seguro que sus sábanas aún huelen a mí. La que es mala no cambia nunca.
—Siempre igual de barata, como siempre, no sé ni cómo te han dejado entrar aquí.
—Eres patética. —le digo con todo el asco del mundo.
—¿Y tú? Llevas un vestido demasiado feo.
—No todo es la ropa.
—¿Te va bien en el instituto? Seguro que no has hecho amigas, nadie te querría. Siempre has estado sola, si no fuese por mí.
—Eres una perra.
—Nina, creo que debes irte. —le dice Andrés. Yo le empujo a él para acercarme a Nina, le voy a dar hasta en el carnet de identidad, en ese momento llega Miguel.
—Hombre, Ana. Qué de tiempo.
—¡Asqueroso! —le digo antes de propinarle un buen guantazo.
Nina se queda impresionada y va hacia mí, pero la para Andrés y me da tiempo a tirarle el cóctel, el paraguas de plástico se queda pegado a su pelo y yo continúo andando. Menos mal que no he mojado a Andrés, no quiero "aguarle" la fiesta. Salgo del club con las chicas a las que he pillado en la pista y nos vamos unas calles atrás, les cuento todo y ellas alucinan con la historia completa.
—¡Ana!
Me giro y veo a Andrés.
—Madre del señor... ¿quién es? —pregunta Anabel y Sandra le dice que es Andrés. Laura y Anabel alucinan con el cambio de Andrés respecto a cómo va a clases vestido.
—Eso que has hecho es alucinante. —dice orgulloso cuando llega, yo me río suavemente.
—Alto ahí Superman, está con sus amigas. —dice Laura y lo aparta, aunque él se va cuando yo le pido que me deje a solas con ellas.
Al rato vuelve y nos cuenta que Nina y Miguel se han ido así que podemos entrar, me comenta que un amigo suyo los ha sacado del local. He dejado de beber, se puede disfrutar sin ello.
Sandra se encuentra mal así que deciden llevarla a casa, no sabemos cómo. Pero algo haremos.
Yo me iba a quedar en su casa, pero según Anabel sus padres no pueden verla así. Mis padres tampoco pueden verme así.
Laura me ofrece irme a su casa, pero ella vive lejos de mí, tardaría mucho en volver por la mañana, ellos saben que Sandra vive cerca.
Yo estoy borracha, soy consciente de ello, los tequilas han subido y han hecho estragos en mi estómago, me arde toda la garganta.
Casi puedo ver a las amigas de Nina mirar hacia aquí, como si yo fuera un bicho raro.
Sé que Miguel anda por aquí, soy consciente de ello, puedo sentir su mirada, voy tan borracha que me escondería en los guardarropas con él a hacer de todo menos mirar abrigos.
El alcohol causa cosas en mis hormonas que aun no entiendo ni controlo. Noto como alguien se acerca, es un chico pelirrojo, su cara está llena de pecas y es bastante agradable.
Su mirada no es de acosador, simplemente quiere bailar y yo acepto, lo hacemos y al cabo de un rato me pide salir a tomar el aire.
—Me llamo Tomás. —dice y me ofrece su paquete de tabaco, o eso creo, cuando le doy una calada me percato de que lo es.
Algo de conciencia tengo como para no aceptar marihuana.
Dios, esta noche siento demasiadas miradas en mí, cuando me giro no puedo ver quién es. Sé que suena extraño, pero tengo ese sentido de notar cuando alguien me mira. Solo puedo ver a un chico rubio en una esquina de ojos verdes que se está fumando otro cigarro, pero no creo que me mire a mí.
—Me llamo Ana. —él me sonríe, es muy atractivo, tiene rasgos ingleses, irlandeses diría yo.
—Perdona, me la llevo. —noto que me cogen del brazo y oigo a Miguel.
—Encantada. —le digo a Tomás y él levanta su brazo a modo de saludo.
Estoy tan borracha que no quejo cuando me aprisiona contra la pared de un callejón, aunque tiene luces, pero está muy oscuro todo.
—Miguel. —le separo y él me mira, está igual de borracho que yo. Nos estamos dejando llevar por el alcohol.
—Me equivoqué, tú eres mejor que ella.
—Por una noche echaste a perder cuatro años de amistad y uno de noviazgo, ahora que te den.
Me estampa contra la pared y sus besos comienzan a ser más sensuales, le oigo gemir cuando empiezo a besar su cuello.
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A T A R A X I A [1] A La Venta
Teen FictionElla tenía heridas, él era medicina. Ella tenía miedo, él le daba confianza. Ambos se necesitaban. Eran dos polos opuestos que cuanto más se alejaban más se querían. Dos mundos diferentes unidos por un hilo rojo. Pero el destino les tenía una segun...