Ana
—Toma, vas a dormir más cómoda.
Así que ha ignorado mi respuesta y yo no quiero actuar por impulsos, no quiero hacer algo de lo que pueda arrepentirme. Él empieza a desvestirse allí mismo y no le miro, soy respetuosa en ese sentido.
—Necesito que me bajes la cremallera. —le digo y me pongo de espaldas a él.
En realidad, si aún no estuviera un poco borracha podría hacerlo yo sola, pero no es el caso. Él carraspea y baja la cremallera intentando no rozarme. Me quedo desnuda, solo con unas bragas y en ese momento me arrepiento de no haberme puesto un sujetador, pero es que el vestido no lo necesita. Rápidamente se gira y yo me pongo su camiseta, es suave y huele a detergente de lavanda.
Él también se pone una y yo me disculpo para ir al baño.
Al verme en el espejo me doy cuenta de que mi maquillaje ha estado intacto, cosas de ricos, y que mi pelo luce como un nido de pájaros con bucles, eso es totalmente normal en mí.
Observo los botes y no veo ningún gel facial así que cojo el de la ducha y con ese mismo me lavo.
Algo bastante malo teniendo en cuenta mi piel grasa y el breve acné.
Al salir, está en su cama sentado con el móvil, le veo estresado.
—¿Qué pasa? —le pregunto y me siento a su lado, simplemente me muestra su teléfono y veo que se trata de una publicación de una red social, reconozco el perfil, es el de Nina y no me sorprendo cuando leo el mensaje que ha puesto.
Te has metido con quien no debías.
No me sorprende, aunque en realidad fue su novio el que vino a buscarme. Esto no debería de ser una guerra entre ambas, sino contra él. Siempre es la misma historia.
—No deberías haber besado a ese chico, te va a traer problemas.
—Andrés, lo que había entre Miguel y yo era especial, es una conexión que va más allá de lo que tú hayas sentido por tu especie de novia. Eso no se olvida en tres meses.
—¿Sigues enamorada? —me pregunta y yo levanto la mirada de su teléfono. Nuestros ojos vuelven a encontrarse, yo me muerdo el labio inferior y vuelvo a querer besarlo, no sé qué me pasa hoy con los chicos. Andrés huele bien, huele a calma, a hogar, a ese chico que te trata bien y todo lo hace con calma.
Y yo necesito un poco de eso ahora mismo.
—Nunca olvidaré a Miguel, se ha llevado demasiados momentos importantes de mí. —termino diciendo esperando que lo haya entendido. Recuerdo aquella noche que apareció en la habitación del hospital porque mi padre había tenido un accidente de tráfico.
También recuerdo aquel día que me llevó a orillas del río para cenar o aquellas flores que me daba antes de entrar en el instituto.
Ningún chico va a ser así de romántico conmigo, me escribía poemas y me los recitaba a la luz de la Luna, era de esos que solo tenía fotos mías en su cuenta de Instagram. Era el chico perfecto.
Pero todo eso se borró, las fotos, los poemas, las rosas se marchitaron y a mí me arrebató esa estabilidad que creía tener.
—No te merece, creo que eres demasiado para él. —dice mirando sus piernas. Entre nosotros ahora mismo hay mucha tensión sexual y no quiero confundirle. Es mi compañero de clase, trabajo en su casa y solo nos conocemos de unos días. No creo que sea lo mejor.
—Yo no soy de otra galaxia como tú piensas. Le amo, no puedo ocultarlo, lo siento.
—Si tan especial fue no entiendo cómo te cambió por otra, si hubiera sido yo quien estuviera con una chica como tú no miraría a ninguna otra mujer.
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A T A R A X I A [1] A La Venta
Teen FictionElla tenía heridas, él era medicina. Ella tenía miedo, él le daba confianza. Ambos se necesitaban. Eran dos polos opuestos que cuanto más se alejaban más se querían. Dos mundos diferentes unidos por un hilo rojo. Pero el destino les tenía una segun...