Ana
La tarde llega y decido probarme el vestido de la boda de mi prima, es rosa chicle con volantes y palabra de honor, me cierra, pero no creo que pueda ni beber agua. Tengo un problema.
—¿Quieres ayuda? —pregunta mi madre entrando.
Yo niego, pero ella entra, aun así. Se sienta en la cama y me mira.
—¿Ese es el vestido que usaste para la boda de la prima?
Yo asiento y ella se ríe, parezco una gamba.
—No sé qué ponerme, mis amigas me van a prestar algo.
—¿Ese chico quiere algo contigo? Es muy raro que te haya invitado así porque así. —dice ella divertida y nos miramos a través del espejo. Yo suspiro, se viene una larga conversación con ella.
—No lo sé mamá, yo no estoy lista para una nueva relación.
Al ser hija única siempre he tenido una relación perfecta con mi madre, ella lo sabe todo y siempre le cuento la verdad. Por el camino les he contado todo a ambos. Intento contarlo todo, pero hay detalles que los padres no deben saber. Como que casi lo hago con un chico que conozco de hace poco.
—Ha pasado ya un tiempo desde que lo dejaste con Miguel, deberías avanzar, encontrar a alguien.
—Es más complicado de lo que crees. Y no necesito a nadie.
—Tómate el tiempo que necesites, pero no dejes escapar un tren por ir pensando en cosas pasadas.
—No lo olvidaré, gracias. —le digo con un apretón de manos cariñoso. Siempre me da los mejores consejos.
—¿Te trae de vuelta a casa?
—Sí, no te preocupes y descansa.
Ella me da un beso y yo me pongo cómoda para ir a casa de Sandra. Me despido de mis padres y salgo corriendo.
Al llegar nos ponemos música para arreglarnos y todas bailamos, ellas van al pub hoy. Sandra me ofrece un vestido largo color vino, es de su graduación, en palabra de honor, como el que me iba a poner, de corte sirena.
Me siento una diva de los años veinte.
—Estás preciosa. —me dice Sandra, todas me miran y asienten, hasta Anabel que tiene un puñado de palomitas en su boca.
—¿Esto te pusiste en tu graduación?
Ella asiente y yo me miro en el espejo, me encanta.
—Pareces una empresaria de sobrenombre. —dice Laura.
—Que se está tirando al hijo de un empresario muy importante de España. —dice Anabel.
Todas la miramos y ella sigue comiendo impasible.
Yo niego riendo y Sandra me pasa una bufanda de pelitos negra.
—Esto debes llevarlo en tus codos, así.
Me lo pone y yo sonrío, me encanta.
Me vuelvo a desvestir y me maquillo, lo hacemos las cuatro al mismo tiempo. Laura me obliga a dejarme peinar por ella, me coloca un collar de circonitas rodeando un moño que me hace, la chica tiene futuro como peluquera. Me encanta cómo me sienta el pelo recogido.
—¿Cómo estoy? —pregunto dando vueltas en círculos, ellas me miran impresionadas.
Ellas van vestidas para un viernes de fiesta, con vestidos cortos y tops cortos. El padre de Sandra nos hace una foto y salimos, la noche está agradable y es que aquí no refresca hasta noviembre.
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A T A R A X I A [1] A La Venta
Teen FictionElla tenía heridas, él era medicina. Ella tenía miedo, él le daba confianza. Ambos se necesitaban. Eran dos polos opuestos que cuanto más se alejaban más se querían. Dos mundos diferentes unidos por un hilo rojo. Pero el destino les tenía una segun...