# CAPÍTULO 10: TAL VEZ.

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[ Cather ]

Me levanté de la cama mientras me frotaba los ojos. Que pereza. Me quejé para mis adentros y miré a mi alrededor, me sentía mejor que en la mañana, sin embargo, seguía un poco acalorada. Me levanté tomando mis botas vaqueras para no andar descalza, aunque botas vaqueras y pijama no terminaban de quedar bien, tomé la manta y me envolví en ella. Tenía hambre.

Salí de la habitación solo para encontrarme a Set boca arriba en el suelo leyendo un libro que sostenía frente a sus ojos. Del uno al diez qué tan mala sería si quisiera que se le cayera el libro solo para reírme un poco. Sonreí.

Estornudo.

Set dejo el libro de lado y me miró desde el suelo.

–Hey –Dijo y se incorporó del piso.

–Hola –Mi voz sonaba débil, me quejé por el dolor de garganta y él hizo una mueca.

–¿Te has tomado la temperatura? –me preguntó mientras se acercaba y ponía sus manos en mi frente. –estás un poco más tibia.

–¿Eso es una proposición indecente? –le dije y él se rió.

–Te traje algo de comer –dijo apuntando la mesa de la cocina. –Y Roger te trajo sopa de pollo de su esposa, la subí y calenté, está en el microondas. Suspiré.

–Odio la sopa de pollo –dije murmurando.

–Y el antigripal y todo lo relacionado con estar enferma –dijo Set empujando mientras me obligaba a sentarme. Me sirvió la sopa dejándola justo frente a mi.

–¿Has ido a clases?

–Mmm –dijo asintiendo mientras tomaba un plato con pasta de dentro del horno.

–¿Por qué tu puedes comer pasta? –me quejé nuevamente.

–Traje mas, llorona –dijo rodando los ojos –Terminate la sopa y te sirvo.

–O podría servirme solita –dije incorporándome, él me miró mal. –Pf –me quejé sentándome nuevamente y tomando la cuchara, no odiaba la sopa de pollo, pero odiaba que me trataran como enferma, era desesperante, todos intentando cuidarme... me ponía de los nervios. –¿Qué tal las clases? –le pregunté.

–Eh –dijo ladeando la cabeza – Hoy el profesor de ginecología dijo que se me daba bien esa especialidad.

–¿Te pasarás el resto de tu vida tocando vaginas ajenas?

Set se rió tapándose con la servilleta, cuando hubo tragado me respondió.

–No es mi área.

–Es verdad –dije pensando –ustedes se especializan y esas cosas ¿no? –Dije meditando un poco.

–Mmm –dijo afirmativamente.

–¿Y cual es tu "área"? –pregunté haciendo comillas en el área.

–Aun no estoy seguro, pero me gusta la pediatría.

–¿Niños?

El asintió.

–A veces me siento como una ignorante contigo –dije quejándome, me arrepentí de haber dicho eso en voz alta casi al segundo.

Set me miró con una ceja alzada.

–Era broma –aclaré restándole importancia.

–Te puedo asegurar que eres más lista que muchos compañeros de carrera que tengo. –Dijo apuntando con un tenedor y yo me sonrojé, seguramente era la fiebre porque no podía sentirme más nerviosa ni acalorada por lo que había dicho.

–El profesor me pidió que fuera su asistente el próximo año.

–¿Eso que es? –le pregunté curiosa ya que el parecía algo emocionado.

–En la universidad cuando vas a los cursos está el profesor principal y luego hay estudiantes asistentes que son de confianza para el profesor que ya aprobaron el ramo y ayudan en el curso, a veces corrigen evaluaciones o dan clases extra para los alumnos que van más atrás.

–Oh –Dije sorprendida. –Y ayudaras a ese maestro, ¿eso es bueno no? Digo, eso significa que el profesor cree que eres lo suficientemente bueno como para estar a cargo de una clase.

El asintió y siguió comiendo.

–Pero no se si tendré tiempo, el próximo año me van a duplicar mis horas clínicas y empiezo la especialidad –se quejó con una mueca –así que ya veré que hago.

–Deberías intentarlo –dije sonriendo.

Él me miró mientras terminaba de comer y me sonrió de lado.

–Iré por el termómetro.

–Pero deberías dejar al doctor fuera del departamento –me quejé aún más mientras tomaba una cucharada de sopa, Set se rió mientras iba a mi habitación, yo seguí comiendo hasta que el volvió y me hizo voltear para que quedara frente a él, aún con la cuchara en la boca el me corrio el cuello de la camiseta colocando el termómetro debajo de mi brazo.

–Eres un doctor muy brusco –le comenté con la cuchara aún en la boca, la saqué con la mano libre y él asintió mientras me tocaba los pómulos.

–No parecen tan inflamados como en la mañana, saca la lengua.

–Estoy comiendo –me quejé.

–Deja de quejarte y abre la boca.

–No hasta que me lavé los dientes.

–Por dios Cath –dijo Set y yo me negué cruzándome de brazos. –Vale vale, hasta que te laves los dientes.

Sonreí mientras me giraba a mi sopa y comía lo último que quedaba.

El termómetro hizo un sonido y Set me lo sacó.

–Quiero mi pasta –me quejé.

–Eres una llorona cuando te enfermas.

–Me dijiste que después de la sopa me darías la pasta –suspiré molesta.

–Vale vale –dijo mirando el termómetro y luego lo puso sobre la mesa mientras se lavaba las manos y me servía un plato de pasta.

Me comí mi pasta alegre.

–Tu fiebre ha bajado, seguro mañana despiertas mejor –dijo mirándome comer y se sirvió una cerveza, yo alargué la mano para sacarle un trago, este me desvió la mano con una palmada suave. –Olvidalo.

Yo alcé una ceja.

–Dame.

Él sirvió un vaso con zumo de naranja y me lo acercó.

–Se te revolverá el estómago con los medicamentos y el antigripal, solo lograrás que no funcionen.

Yo murmuré de mal humor lo aburrido que era y solté el aire con frustración mientras me bebía el zumo.

–Esto definitivamente no es algo por lo que me enamoraría de ti –Dije murmurando mientras soplaba un mechón de cabello que se me había caído frente a los ojos y él me miró sorprendido y yo me arrepentí. Que alguien me ponga un somnífero para no despertarme mientras estoy enferma, soy una bocazas.

–Vaya, vaya, vaya, así que hay otras cosas por las que si te enamorarías –dijo alzando una ceja.

–No –Le dije rápido y me levanté con el plato terminado. –Creo que me iré a dormir.

–Buena evasiva –dijo divertido.

Lo ignoré y me dirigí a la habitación, unos minutos después entró Set recostandose en el marco de la puerta, viéndome enrollarme en la manta.

Él suspiró, se quitó las zapatillas, la sudadera y se recostó a mi lado, tendiendome su brazo, yo lo miré y no muy segura me tumbé junto a él.

–¿Mejor?

–Mmm.

El precio del amor (Amor en Yale 2, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora