# CAPÍTULO 03: UNA NORMA.

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~ Jueves ~


El sonido de la máquina de tatuar me relajó mientras tomaba una bocanada de aire, me encontraba desnuda de la parte de arriba y estaba boca abajo mientras Jess me marcaba la parte baja de la espalda.

–Ya he perdido la cuenta de cuántas horas has pasado aquí –comentó mientras masticaba un palo delgado entre los dientes, yo suspiré.

–¿y?

–Solo comentaba –su voz ronca me trajo un recuerdo a la mente y suspiré.

–¿Cómo está Ava?

Él frunció el ceño pareciendo molesto.

–Lo dejamos durante un tiempo.

Yo le di un vistazo y pareció algo frustrado.

–Imagino que no porque tú quisieras.

–Dice que no soporta la idea de que tatúe mujeres prácticamente desnudas.

–¿Tuviste que tatuar un coño de nuevo? -Dije riéndome.

–Es trabajo.

–Hay muchas chicas que vienen a tatuarse para tener un trabajo especial después, ya sabes, la fantasía del tío malo de la pandilla.

Él negó con la cabeza y me dio un pellizco en una de mis caderas.

–¿Tu también Cather?

–Tú y yo ya nos acostamos–Dije restándole importancia –Te dije que no obtendrías más de mí.

–Lástima –Dijo con pesar –Te verías bien como mi novia.

Lo ignoré y me relajé bajo las manos que me tatuaban.

–A veces pareciera que en serio disfrutas de esto.

Murmuré una afirmación y él se rió.

–Ya está –Dijo mientras terminaba de pasar un trapo y limpiaba el exceso de tinta en el tatuaje –Se ve bien.

Me levanté sin importarme que Jess me viera desnuda de la parte de arriba y me acerqué al espejo, volteé un poco y observé mi nuevo tatuaje. En el espejo se reflejaba la cola incompleta de un ave en pleno vuelo, sonreí de lado.

Jess me tiró mi sujetador y mi camiseta, me reí mientras me vestía.

–Traeré el vendaje.

Él salió de la pequeña habitación y yo me terminé de colocar la ropa. Cuando entró me levanté la camiseta, él me limpió el tatuaje y me vendó.

–Ya sabes lo que sigue –Dijo mirándome.

Asentí y me estiré.

–Me pondré a pensar que más quiero.

Él rodó los ojos.

–Tienes una buena cantidad, y cuando terminemos este té cubrirá gran parte de la espalda –me dijo con una mueca.

–Aún hay bastante espacio –señalé pasando las manos por el pelo.

Él alzó una ceja y frunció el ceño.

–Tienes raíces –Me comentó y yo me miré en el espejo e hice una mueca, las raíces claras empezaban a notarse.

La puerta de la habitación se abrió y una mujer pequeña con el cabello negro, corto y ondulado se asomó.

–Jess el de las 5 ya está aquí.

Jess miró su reloj.

–Beberé algo y luego hazla pasar.

El precio del amor (Amor en Yale 2, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora