# CAPÍTULO 15: REDENCIÓN

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/ Set /

Caminé nervioso por mi habitación, era el octavo mensaje que le mandaba a Cather, nunca me evitaba, se podía demorar en responder, pero en general siempre me respondía aunque estuviera enfadada.

—Tal vez deberías ir a verla si estás tan preocupado —dijo Trevor.

Él no comprendía... casi la había llamado puta... y estoy seguro de que eso no me lo perdonaría.

Me rasqué la nuca y suspiré mirando la mesa con mis libros, tenía examen mañana temprano, había estudiado prácticamente toda la semana, podía permitirme ir a verla... con lo que había pasado hoy había retrocedido casi 3 meses, no quería perderla, pero esas marcas en el cuello... ¿Qué eran?

—Set —Trevor me llamó.

Me levanté y tomé mi chaqueta y mis zapatillas.

—Voy a verla.

Él asintió y yo salí rápido de ahí, me demoré cerca de 20 minutos en llegar al bar, estaría trabajando, entré en el bar buscándola por todas partes más, no había ni una pista de ella, me acerqué a Sara.

—Hey Sara.

—Hola, Set —dijo mientras limpiaba una mesa. —Cather se veía molesta hoy, dijo que no bajaría, qué estaría haciendo unos papeles arriba —Yo hice una mueca.

—Subiré a verla.

Ella asintió, me dirigí detrás de la barra y entré a la cocina, ahí estaba Roger.

—Hola, muchacho —dijo con una sonrisa —Cather está arriba, imagino que estás preocupado con todo lo que pasó ayer en la noche.

Yo me detuve en seco y lo miré con el ceño fruncido

¿Ayer en la noche?

—¿Qué pasó ayer en la noche?

—¿No te dijo nada? —dijo molesto —Mierda... le dije a esa chica que te dijera algo, al menos —suspiró frustrado —Ayer la encontré semiinconsciente en el callejón, con... los pantalones bajados y la camiseta subida.

¿Semiinconsciente? ¿Casi desnuda? O... mierda...

—Tengo que subir —le dije y él asintió, subí los escalones de dos en dos y abrí la puerta. Nunca dejaba el seguro puesto. Ella estaba sentada en la isla de la cocina, miró la puerta cuando la abrí y la escuché bufar mientras desviaba la mirada, se concentró en sus papeles.

—¿Qué quieres?

Me acerqué lentamente y ella no pareció fijarse, la abracé por detrás y me escondí en su cuello.

—¿Qué ocurrió anoche? —le susurré.

—Nada.

—No me mientas —le rogué —¿Por qué Roger te encontró semiinconsciente?

—No me ocurrió nada, maldita sea —dijo y me alejó, yo intenté evitarlo —Suéltame —me dijo furiosa y alterada, evité hacerla molestar, la solté mientras la miraba, aún no se ponía las lentillas, sus ojos estaban cristalizados y oscuros.

—Cath... ¿Te violaron?

—No —me dijo, supe que mentía... ¿Por qué me lo ocultaba?

—¿Fuiste al hospital? ¿A la policía?

—No era necesario... —ella me dio la espalda y yo apreté los puños.

—Cath... déjame al menos ayudarte.

—No necesito tu ayuda —me dijo casi en un grito. —No necesito la ayuda de nadie.

—Si tan solo dejaras de ser tan cabezota —Me estaba molestando su actitud.

—No es mi culpa que te guste una prostituta —me miró con furia.

Desvié la mirada y me pasé las manos por el pelo.

—Cath... —le dije intentando acercarme a ella.

—No, Set. —me detuvo con una advertencia.

—Podrías habérmelo dicho...

—Podrías haberme dado el beneficio de la duda. Al menos ahora entiendo... que solo soy una...

—No Cath —le dije negando y ella se abrazó a sí misma. —Lo lamento.

Intenté acercarme y le acaricié el brazo, ella se apartó bruscamente.

—No me toques, carajo.

—Por favor —le rogué, nuestras miradas se cruzaron, sus ojos me miraron pidiéndome que me acercara, ella me necesitaba ahora, lo podía ver. —Puedo ayudarte —dije tendiéndole una mano —Déjame hacer lo que debí haber hecho desde el principio.

Ella miró mi mano extendida, y luego a mí, apretó sus puños alrededor de ella, siempre piensa todo demasiado... como si tuviera la voz de su corazón apagada. Ella soltó su agarre y estiró una de sus manos, se detuvo un segundo con duda mientras me miraba.

—No te voy a lastimar... jamás lo haría —le dije sonriéndole con suavidad y ella tomó mi mano, la atraje hacia mí abrazándola, protegiéndola de sus propios demonios. —No volverá a pasar Cather... No volveré a creer que te has acostado con nadie más, no volveré a creer que... qué puedes hacerme eso... confío en ti, hazlo tú también, déjame cuidarte.

Ella se aferró a mí y se escondió en mi pecho, no lloró, ella nunca lloraba, su cuerpo pedía desahogarse, más las lágrimas nunca salían...

Así era Cather y la amaba con locura. 

El precio del amor (Amor en Yale 2, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora