# CAPÍTULO 12: VENDIDA.

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–¿Algún día me dirás lo que pasa contigo? –Dijo con un tono preocupado. –No soporto ver esa expresión en tu cara como si algún recuerdo te asaltara la mente.

–No puedo estar con alguien como tú –solté aferrándome a su camiseta.

–¿Quien lo dice?

Su pregunta me hizo temblar la voz. ¿Quién decía que no podía?

–––

–Eres una prostituta y siempre serás una prostituta –Dijo tomándome del cuello, su acento australiano me decía que estaba furiosa, no me daría dinero esta vez. Me empujó contra una pared y me apretó el cuello –Como vuelvas a intentar salir con uno de mis clientes, te venderé por un centavo la hora y haré que te follen todos los vagabundos de la ciudad ¿me escuchaste?... Catherine

–––

Yo temblé.

–Deja de pensar Cath, estoy contigo –dijo abrazándome –puedes estar conmigo, de verdad que si.

Abrí la boca con la intención de decirlo. Soy prostituta... Soy prostituta... soy una puta, mi mente gritaba que le dijera, que me sacara este peso de encima, pero mis labios temblaban con temor.

–No te vayas –dije con la voz quebrada –por favor.

–Ey... –dijo abrazándome, intentando tranquilizarme.

–Yo... –dije y él me acarició el cabello, yo temblaba como una puta gelatina, no te puedes comportar maldita sea... –Set... Yo.

El no me presionó solo me dejo.

–Soy una prostituta –dije y Set se quedó muy quieto, ya no me aferraba con tanta fuerza y empecé a temblar –Soy una prostituta –dije nuevamente y esta vez para mi.

[ Set ]

Casi sentí como se me desgarró el corazón en partes, ¿a que se refería? ¿Prostituta?¿Ella se vendía por sexo? Era imposible, había pasado mucho tiempo con él, nunca había visto nada de ese tipo.

–¿A qué te refieres? Es imposible, tú nunca...

–Una prostituta siempre es una prostituta –dijo y ahora su voz parecía como si se hubiera quedado vacía de un momento a otro.

Me incorporé y la miré. Ella ahora se acurrucaba en la cama vacía, la levanté con delicadeza y la miré. Ella me desvío la mirada.

–Cath, a que te refieres, dímelo claro por que no creo que seas una puta.

–Lo soy –dijo. Parecía sin vida ahora mismo –me escapé del prostíbulo hace 4 años –Algo en mi se alivio.

Hace cuatro años.... Cuatro años.

–Solo tenías 20 años... es... imposible.

Ella se rió con burla.

–Estuve 9 años siendo prostituta.

9 años.... 11 años.... No podía ser posible, yo la miré.

–Es... imposible –dije de nuevo sin poder créelo –Tenias 11 años, joder, Cath es imposible –dije ahora un poco alterado y su mirada se oscureció.

–Era suficiente –dijo.

–Ningún hombre en su sano juicio tocaría a una niña –Ella me miró, esos ojos grises que antes había visto se había oscurecido tanto que casi se habían vuelto negros.

–A mi progenitor no le importó –algo en mi se clavó, ¿su padre? 11 años, me acerqué a ella incapaz de creerle y la abracé, imposible. –¿Me vas a dejar? –Su pregunta sonaba lúgubre. –¿Es suficiente para que te de asco tocarme?

¿Cómo era posible siquiera que creyera que la iba a dejar? Le tomé su cara y la besé, su sorpresa me hizo entender que de verdad ella creía que le tenía asco, cuando eso nunca fue verdad.

–No te dejaré, estoy enamorado de ti –le dije sobre los labios y ella me miró con esos ojos que parecieron recuperar la luz, ella no supo qué contestar. –Tranquila, aun te queda más de un mes, no tienes que decir nada –dije besando y abrazándola, ella se aferró a mi. –No se que hacer para borrar todo lo que te han hecho, pero no te cierres a mi, no tienes que hacerlo, no te juzgaré, lo prometo.

[ Cather ]

Calenté mis manos con la taza de café y vi como Set se sentaba frente a mí con otra taza de café.

–¿Te sientes mejor?

Yo asentí discreta, aun no podía creer que él estuviera aquí conmigo, pensé que a estas alturas ya estaría cruzando la puerta.

–Estoy enamorado de ti–

Su voz entró en mi cabeza de nuevo, desvié mi mirada. No podía ver esos ojos ahora.

–No te pongas extraña conmigo solo porque dije que estoy enamorado de ti –dijo –Todo es como antes, nada cambiará.

Yo lo miré, me sentía extraña sin sentir la normal molestia de las lentillas.

–¿Por qué usas lentillas? –se arriesgó a preguntarme y yo suspiré... Qué más daba seguir ocultándose a él... qué más daba.

–A mis clientes les gustaba que los mirara cuando les hacia sexo oral, les gustaban mis ojos y constantemente me pagaban solo por verme de rodillas mirándolos... y... –ladeé la cabeza y suspiré cerrando los ojos –Mi padre decía que es por ellos que me tocaba, porque tenía los mismos ojos que mi madre... que era mi culpa, yo... lo seducía.

Set se quedó en silencio y me observó, mi respiración seguía regular pero mis manos temblaban, él deslizó sus manos hasta las mías y me dio un apretón, no sabía que lo necesitaba hasta que él lo hizo.

Solté su mano y tomé mi taza.

–Me gustan tus ojos –dijo Set –pero no te pediré que no uses las lentillas.

Nuestras miradas se cruzaron. Sentí por un segundo que podía confiar en él, que no debía tenerle miedo.

Me levanté dejando mi café en la mesa de la sala y sentándome en el sofá mientras miraba la ventana, él me miró desde la isla de la cocina, se pasó las manos por el pelo y yo me acurruqué.

–No había pensado en nuestra apuesta hasta el día de hoy –dije y él me miró y sonrió.

–Lo lamento –dijo con una sonrisa culpable.

–Podría enamorarme de ti –Dije mirando la ventana y luego lo miré a él... que tenía abiertos los ojos como si hubiera dicho la mayor locura del mundo... fue en ese momento que me di cuenta que ya estaba enamorada de él... y no sabía que putas hacer con respecto a eso. 

El precio del amor (Amor en Yale 2, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora