Los Pinos: 01

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JIMIN

Estoy sentado a lado de un ancianito muy amable que viene leyendo su periódico, ¿Cómo puede leer mientras volamos? Seguro con mi estómago de pollo, vomitaría en este instante.

La verdad es que ya me desesperé, nunca me ha gustado volar, principalmente porque las alturas siempre me han dado miedo y depués, porque los espacios reducidos con poca ventilación me causan ansiedad.

Después de dar una vista rápida a mi alrededor y no encontrar nada interesante por hacer, me vuelvo a sumir en mis pensamientos mientras me cruzo de brazos, y es que hay una cosa que viene rondando en mi mente desde que me subí al avión y por más que he intentado no prestarle atención me es imposible.

¿Por qué mi mamá me dijo "disfrútalo mucho, seguramente lo pasarás mejor que acá"?, ¿cómo se supone que voy a disfrutar estando tan alejado de mi casa, de ella, de baek?, ¿cómo se supone que voy a disfrutar al estar viviendo en un puto internado que me va a mantener controlado todo el tiempo? ¿cuál fue mi delito? ¡Ah sí ya me acordé! Que me dieran la golpiza de mi vida por ser gay. Vaya suerte la mía.

-Pasajeros del vuelo #122, les pedimos de la manera más atenta que abrochen sus cinturones de seguirdad, bajen las persianas y coloquen su respaldo en posición recta, en unos minutos más estaremos aterrizando. – Esa vociferación me regresó directo a la realidad. -¿Ya llegamos? pensé, ¿tanto tiempo estuve inmerso en mis pensamientos que ya llegamos y no me enteré?

Tan pronto cómo pude bajé del avión, me fui directo a la banda a recoger mi equipaje, la verdad es que ya no soportaba un maldito segundo más es en avioncito de juguete, el espacio tan reducido me estaba volviendo loco y mis preguntas sin respuesta un poco más.

En un momento, encontré mis maletas, fui corriendo a recogerlas y me dirigí a la salida. Decidí seguir a un grupo de extranjeros muy divertidos que venían conversando en inglés, a mí me gusta mucho el idioma y como buen chismoso que soy, decidí pegarme un poco más al grupo y escuchar la plática, cuando de repente, la rueda de mi maleta de manera misteriosa se atravesó frente a mi pie y caí de bruces, con las palmas directo al suelo y mis pertenencias volando a mi alrededor.

-¿Estás bien?- una voz rasposa y gruesa resonó en mis oídos, estiró su mano para ofrecérmela de apoyo y poder ponerme de pie. ¡Genial Jimin!, has hecho todo muy bien, por chismoso te pasa, no es suficiente con venir a una ciudad distinta a encerrarte como vaca, aparte tienes que pasar vengüenza en pleno aeropuerto internacional.

-¿Estás bien? Volvío a preguntar, ¿tanto tiempo estuve pensando estupideces que este pobre individuo sigue con la mano extendida esperando mi respuesta?- con las mejillas ruborizadas y calientes después del tremendo espectáculo que acababa de ofrecer, decidí tomar su mano y ponerme de pie. Entonces lo vi, un par de centimetros más alto que yo, cabello negro y despeinado, ojos agatados y labios delgados, vestía jeans negros rotos, una playera verde militar, y una sudadera a juego. ¡Por Dios, es jodidamente hermoso!

-Sí -respondí penosamente. -Gracias y perdón- dije mientras me soltaba de su mano, recogía mis pertenencias y hacía una reverencia a modo de disculpa. Sin voltear a ver en su dirección, salí directamente a la puerta, el corazón me palpitaba velozmente y mis manos temblaban sin control, esta vergüenza sí que me guardaría por siempre.

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PROMESAS Y MENTIRAS // YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora