Capítulo 12: De paseo

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Eran las dos de la tarde de un día sábado, y hace media hora, Flor se encontraba sentada en la cama, con las rodillas contra su pecho y con su frente apoyada en ellas. No tenía hambre, tampoco ganas de vestirse. No podía olvidar esa extraña pesadilla que tuvo, ni tampoco las palabras de aquella vez: “No recuerdo cómo amar”. Todo eso se retorcía en su mente y lograban sacar sus peores fantasmas. Había voces dentro de ella que se burlaban, recordándole que estaba sola y que no merecía ser querida.

La pesadilla que tuvo fue corta, pero horrible. En ella Flor estaba en un espacio brumoso e indistinguible, hablando cara a cara con un chico que no reconocía. Él comenzó a burlarse de ella, la molestaba, le insultaba, y lo peor, se acercó a ella, tomó su barbilla y besó sus labios para luego separarse y decirle con una sonrisa de oreja a oreja: Es divertido, es divertido porque sé que sólo eres un monstruo que no sabe cómo amar. Te odio y siempre lo haré… no, todos lo haremos. Se comenzaron a escuchar risas, la bruma se iba volviendo más oscura, el chico se separó de la muchacha y acompañó con carcajadas a la multitud. Lo último que vio Flor antes de despertar fue una expresión psicópata en la cara de aquel fantasma.

*Sonido de timbre*

La chica se sobresaltó al escuchar que alguien llamaba a su puerta, aunque no le hizo mucho caso pues pensó que solo era algún tipo de broma. Estaba por retomar su meditación cuando comenzó de nuevo ese sonido breve, pero esta vez era tocado rápidamente y con impaciencia. Flor se asustó y bajó de su cama para dirigirse al primer piso. Se encontraba cerca de la puerta cuando escuchó unas voces conocidas.

Max: -¡Ya para! ¡Arruinarás el timbre!

Sofía: ¡Pero es que no responde!

Max: ¡Quizás no está en casa!

Sofía: ¡Quizás sólo no lo escucha!

El timbre volvió a sonar de una forma desesperada mientras se escuchaba una disputa detrás de la puerta. Todo esto le provocó una sonrisa a la albina. “No estoy sola, ellos se preocupan de mí. Me estiman mucho” pensó para sí. Flor abrió la puerta y Sofía entró rápidamente a la casa, olvidando los modales.

-¡Woow! –Exclamó la castaña – ¡Tu casa es hermosa, y está bien ordenada!

-¡Sofía! –Gritó el chico desde el umbral de la puerta, y agregó mirando a Flor -¿Pu-puedo pasar?

La muchacha hizo un gesto de aprobación con la cabeza, y Max entró.

-¡Dios! ¡¿A caso no entiendes de modales?! –Continuó el chico mientras la albina cerraba la puerta.

-¿A qué han venido? –les interrogó la muchacha.

-A sacarte de la casa, claro está –dijo la castaña sonriendo.

-¿A dónde me llevarán? –continuó Flor.

-Lamentablemente –habló Max –tengo tan mala suerte que cuando sorteamos los lugares “interesantes”, tocó el centro comercial.

-¡WAAAA! –Interrumpió Sofía -¡Será divertido! ¡Veremos muchos atuendos y te compraré cosas hermosas!

-Esperen, necesito cambiarme –dijo delicadamente la albina mientras se dirigía a su cuarto.

-¡¿Estás segura que quieres ir al centro comercial?! –gritó el chico en un intento desesperado por evitar el lugar, pero Flor no lo tomó en cuenta y cerró la puerta sin decir palabra alguna.
***
En el centro comercial:

-¡Qué lindo! ¡A que te queda! ¡Vamos pruébatelo! –Decía Sofía en cuanto encontraba alguna ropa bonita. Flor solo se dejaba llevar y la obedecía, mientras el pobre de Max cargaba las bolsas.

Flor MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora