Capítulo 6: No te vayas

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Tal como se había acordado, después de almuerzo Flor partió con su acompañante en busca de su hogar. Estaban perdidos, pero el chico, quien llevaba el mapa, quería demostrar a Flor que no necesitaba conocer la ciudad para guiarse en ella.

-¿Tu casa queda al este o al oeste? –preguntó de repente el muchacho con intención de demostrar sabiduría. Pero Flor no respondió, no porque no supiera, sino porque no tenía ganas de hablar.

-Bueno, no importa –habló el chico resignado -¿y del nombre de la calle?

Sin respuesta

-Está bien, dejemos de hablar de la ciudad, hablemos de ti. ¿Tienes novio? –preguntó el chico algo sonrojado.

Nuevamente no hubo respuesta.

-Tienes razón, no es bueno preguntarte eso. ¡Ya sé! Hablemos de animales, ¿Cuál es tu animal favorito?

Flor hubiera respondido que los gatos, pero en verdad no le apetecía gastar saliva en explicar.

-A mí me gustan los gatos- se respondió el chico.

De repente el sol de la tarde se posó sobre ellos. -¿Tienes calor? –intentó preguntar nuevamente el chico.

Y pues, no hubo respuesta.

-¡¿Por qué no me hablas?! –preguntó finalmente el chico, este se encontraba algo molesto.

-Porque no creí que fueras tan torpe –respondió Flor fríamente.

-¿¡Torpe!? –Gritó el chico sintiéndose ofendido -¿¡Y por qué dices eso!?

-Porque te crees lo mejor de lo mejor y ni siquiera sabes llevar un mapa. –Respondió la chica, y acercándose al muchacho, tomó el mapa y agregó –lo tienes al revés, es por eso que no llegamos a ninguna parte…

Y el chico sintió que todo su orgullo se caía a pedazos.

-Yo… esto… emm –se intentaba disculpar el chico buscando las palabras adecuadas cuando se dio cuenta de que Flor ya no estaba al lado de él, sino al lado de una pandereta.

Flor se había encontrado con un hermoso gato blanco con negro, que al igual que ella tenía sus ojos de diferente color. La chica no podía alejarse de tan bella criatura “hermoso” pensaba ella.

-¡Así que te gustan los gatos! –gritó el chico repentinamente, y con tal volumen que no solo el gato se asustó y salió corriendo, sino que Flor se sobresaltó y cayó hacia atrás.

-¡Waaah! –Gritó nuevamente el muchacho -¡Lo siento! ¡En verdad lo siento!

La chica se encontraba algo molesta, no le gustaba que la gente gritara tanto, aunque claro, no se lo dijo por la simple razón de que no quería quedarse sola de nuevo.

El muchacho ayudó a levantarla, justo en el momento en que un viento soplaba bruscamente. El mapa que el chico llevaba en sus manos se soltó, y salió volando sin que nadie pudiera atraparlo. Ahora sí que Flor estaba molesta. Si ella fuera una chica orgullosa, quizás le hubiera dado una cachetada, si hubiera sido una niña llorona, quizás se hubiera hecho la mártir, pero no, ella no era así.

-En verdad eres un tonto –se limitó a comentar fríamente, como siempre.

El resto del camino fue un laberinto. Ambos estaban perdidos y ni siquiera sabían cómo regresar al hogar del muchacho. Quizás cuantas veces pasaron por las mismas casas y los mismos parques. Quizás cuántas horas pasaron desde el almuerzo, pues ya estaba cayendo la tarde y el hambre estaba haciendo su aparición.

-¡No aguanto más! –Gritó de repente el chico tirándose al suelo -¡Dame por muerto, continúa tu camino!

El muchacho se encontraba con el estómago vacío, sin dinero, sin mapa, sin comida. Aunque era una gran exageración tirarse al suelo y hacerse el muerto, en verdad era bastante el sufrimiento de estar perdido, sin rumbo ni alimento.

Flor MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora