Capítulo 15: Confianza

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Flor ya había llegado a su casa e iba a cambiarse de ropa cuando el sonido del timbre llamó su atención. Se volvió hacia la puerta y fue a abrirla.

-¿Bruno? -Preguntó confundida -¿qué haces aquí?

-Pues vengo a estudiar -dijo el chico entrando bruscamente a la casa.

-Pe-pero, ¿no habíamos quedado más tarde? -inquirió ella con una forzada y leve sonrisa, mientras cerraba la puerta.

El chico no respondió, se quedó de espaldas hacia la muchacha y comenzó a reír. Primeramente era una risa débil, que pasado unos segundos se convirtió en una carcajada demente.

-¡Maldita sea! ¡Ya no puedo seguir fingiendo! -dijo mientras se giraba rápidamente en dirección a la chica.

Tras ver esa sonrisa sádica en la cara de Bruno, entendió que debía huir y pedir ayuda. Aunque no sabía por dónde escapar, y tampoco sabía a quién acudir.

-Oh florecilla -habló mientras se acercaba lentamente a la albina -lamento no haberte dicho quién era en verdad -se sacó sus lentes y los dejó caer al piso para luego aplastarlos -pero debes comprender que todo lo hice para estar cerca de ti -pasó una mano por su cabello rubio, despeinándolo -en verdad quiero estar contigo, con tus poderes, con tu cuerpo, uno al lado del otro... hacerte mía.

Jack se abalanzó sobre Flor para atraparla, pero esta lo esquivó haciéndose a un lado, cayendo los dos al piso. Rápidamente intentó reincorporarse, pero el chico la había atrapado de su pierna, y comenzaba a acercarse para quedar sobre ella. La muchacha comenzó a arrastrarse por el piso en un intento de huir, pero el chico la seguía reteniendo. A Flor no se le ocurrió algo mejor que usar su otra pierna para propinarle una fuerte patada en el rostro.

Del dolor que sintió tan repentinamente, Jack tuvo que soltar a la muchacha para cubrir su cara, específicamente su nariz, que había comenzado a sangrar estrepitosamente. Flor aprovechando el momento de distracción, se levantó y corrió hasta la puerta. Iba a abrirla cuando una mano prohibió que la chica tocara la manilla. Tanta había sido la fuerza e ira con la que fue propinado el golpe, que el pobo se rompió. Por efecto, la puerta ya no podía ser abierta por dentro. La pobre albina estaba atrapada en su propia casa con el chico más horrible que hubiera conocido.

La chica se dio la vuelta para encontrarse cara a cara con esa sonrisa maniática que la había acorralado.

-Ahora nadie nos molestará -continúo el chico riéndose como maniático y acercándose más a la pobre muchacha.

En la terraza del liceo...

-No sé cómo decir esto -habló Sofía cabizbaja y pensativa.

-Tranquila -dijo Max -de todas formas estamos en confianza, ¿no?

-S-sí, pero es un tema delicado -respondió la chica.

-Suéltalo.

La castaña, luego de reunir fuerzas y de elegir las palabras adecuadas, dijo:

-Estoy desesperada, no puedo más, necesito ayuda. Ayúdame.

El chico la miró confundido y desconcertado.

-¿En qué podría ayudarte?

-Primero, en comprenderme...

-¿Comprenderte? Sabes que es difícil comprender a una persona por completo... y estamos hablando de ti, quién te comprende.

-No es de mi carácter, es más bien de mis gustos... o los gustos de las personas... tal vez... ¡NO, YA ES IMPOSIBLE, MEJOR ME VOY!

Sofía se estaba retirando cuando Max la tomó del brazo.

Flor MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora