Capítulo 8: Nuevo Chico

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Volvía a ser lunes y Flor fue despertada por un movimiento en su hombro. Eran las siete de la mañana, ella se había dormido tarde por estar leyendo uno de los libros que el muchacho le prestó, además ayer había pasado todo el día en casa de él. En verdad casi sin conocerse mucho, ya se habían vuelto muy buenos amigos.

-¡Flor! Ya despierta que se nos hace tarde y no quiero llegar atrasado mi primer día de clases –Max intentaba levantar inútilmente a la albina.

-Cinco minutos más –musitó esta.

-¡Flor! –gritó el chico enfadado.

-Ya oí, ya oí –refunfuñó tiernamente la muchacha incorporándose a la escena y sentándose en su cama.

Se quedaron viendo un rato en silencio. El chico había entrado sin permiso a la casa de Flor. Este vestía su uniforme de manera algo incorrecta, era como si no le importara mucho la formalidad, estaba cruzado de brazos y portaba un bolso lleno de parches y chapas.

-¿Por qué entraste por la ventana? –interrogó la muchacha mientras se paraba y dirigía al baño.

-¡Yo no…! Bueno, ya, sí entré por la ventana, es que me acortaba el camino es todo –dijo Max sintiéndose descubierto.

-Ah –dijo Flor sin darle importancia al hecho ocurrido –no tengo desayuno preparado, lo siento.

-No te preocupes por eso, mi madre te mandó el desayuno y el almuerzo –dijo sonriendo el chico mientras mostraba dos paquetes de comida.

-Por favor déjalos en la mesa mientras me baño –habló la muchacha antes de cerrar la puerta con seguro.

Habían pasado diez minutos y Flor salió del baño con el pelo mojado y vistiendo su pijama, fue en dirección a su pieza, se puso el uniforme correctamente, tomó su bolso, lo ordenó y bajó por su desayuno.

-¡Demoraste demasiado! –se molestó el chico quien se encontraba viendo su reloj.

-Sólo quince minutos –reclamó Flor.

-¡Faltan veinte minutos y aun no desayunas! –gritó desesperado Max.

-Es lo de menos –dijo la chica guardando su almuerzo.

Sin más tomó las llaves que se encontraban sobre la mesa, las guardó, tomó su desayuno y lo comenzó a abrir mientras se dirigía a la puerta seguida del chico.

-¡Pe-pero al menos come bien! –se quejó el muchacho.

-Me alimento de igual manera, y alimentarse es lo que importa –refutó Flor.

Salió seguida de Max, y cerró la puerta de su casa, encaminándose a su lugar de estudio. Durante todo el camino Flor comía tranquilamente su desayuno mientras el chico soñaba despierto con su nueva vida. Se preguntaba en qué clase estaría, si haría amigos fácilmente, si tendría enemigos, si conseguiría impresionar alguna chica, en fin, él estaba entusiasmado por su reinicio. Mientras Flor solo estaba pensando si hoy era bueno dibujar algún otro animal o continuar dibujando gatos. Ese era su gran dilema.

Llegaron por fin al liceo, faltaban cinco minutos para que empezaran las clases y Max tuvo que pasar a la oficina de la directora a terminar algo de papeleo que faltaba de su traslado. Mientras, Flor entraba como si nada a la sala. Como era de esperarse todos la ignoraban, así que aprovechó la oportunidad y se tiró en su pupitre a dormir sus cinco minutos que le faltaban.

Sonó el timbre y entró el profesor en jefe. Les tocaba Química, para la chica era fácil esta asignatura (y todas las demás) así que no tomó importancia a la plática del hombre.

Flor MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora