↭Día uno↭

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Día uno: «La vida»

Querido Diario:

No tengo ni la menor idea de cómo llegó a parar este cuaderno rojo en mis maletas. Quizás lo tenía ahí desde hace tiempo o quizás mi madre lo había echado pensando que era uno de mis libros.

Hoy fui diagnosticada con Kovow-3, y bueno, en efecto, estoy en un centro de aislamiento donde me atenderán hasta que logren privarme de la enfermedad. O que yo muera.

Las personas que hay en la habitación son bastante amables, no hemos intercambiado muchas palabras, pero lo he notado.

Escribo estas líneas para liberarme, contar mi día a día. Y tal vez, si logro salir de esta, en algún momento encontraré este cuaderno y recordaré todo lo que pasé. Solo tal vez.

Soy un mar de pensamientos. Mi vida está corriendo peligro constantemente, y a veces veo a las personas tan campantes, sin protegerse al menos, exponiendo su vida como si fuera algo sin valor. Son demasiado ilusos, supongo que sea normal, ¿no? No estoy juzgando, sin embargo, siempre sucede. La mayoría de las personas no valoran sus vidas, la toman como cualquier otra cosa, pensando que la muerte tardará en venir. ¡Qué estúpido pensar eso! Solo es cuestión de tiempo para morir. Entonces, para que valores tu existencia, debe ocurrirte algo que la ponga en riesgo, justo como me pasó a mí.

A veces le doy vueltas y vueltas al mismo asunto, y termino en el mismo punto: ¿Me merezco esto yo? ¿Por qué la vida me hace esto? Y solo llego a la mera conclusión de que la vida misma es una maldita perra injusta, que se las trae, y le gusta jugar sucio y pesado. Te da golpes bajos para ver cómo caes poco a poco, agonizando. Si algo aprendí de mi padre, es que no debo dejar que eso suceda. Si la vida es una maldita perra injusta, yo debo ser peor y demostrarle quién manda. Porque al final, siendo una maldita perra, nos folla a todos.

Y somos solo eso, criaturas que vienen a esta tierra a sufrir. No digo que no haya buenos momentos y que seamos felices, pero siempre se les presta más atención a los malos ratos, y estos opacan los mejores.

Estamos aquí para cumplir nuestro propósito. Tarde o temprano, pero lo cumpliremos. O no. Hay quien no. Que desperdicia su vida en cosas sin sentido ㅡo que al menos no lo tiene desde su perspectiva —y se le va la vida en un abrir y cerrar de ojos, como dice ese refrán. Esas personas no viven, simplemente existen. Y el hecho de solamente existir es una de las razones para estar moribundo.

Entonces, si no tienes una razón para vivir, ¿qué eres tú? ¿de qué te compones? ㅡy no me refiero a algo físico o químico ㅡ. Exacto, de nada. Si no tienes, aunque sea un sueño o una meta, estás vacío. No eres nada.

Por suerte ㅡo por desgracia ㅡ, mis ojos se quieren cerrar. Ha sido un día experimentando demasiadas cosas y tengo los nervios a flor de piel. Solo necesito dormir. No resolverá mis problemas, pero es una forma de escape. Mañana en la mañana me pondrán la primera dosis de la vacuna. Explicaron que es normal después de eso tenga aún más fiebre, vómitos, dolores musculares, comezón más intensa, pero es la reacción que forja el cuerpo ante el medicamento.

Espero poder seguir escribiendo...

Mila.

↭Bailando con la Muerte↭ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora