Día ocho: «Colores y dolor»
Querido diario:
“—¿Cuál es tu color preferido? —cuestioné meciéndome vagamente en el columpio.
Demoró un momento en responder, hasta que sonrió—. El gris.
No era una sonrisa de burla, amarga o irónica. Parecía una sonrisa genuina.
O eso quiero pensar.
—¿Puedo preguntar por qué? —balbuceé.
—Ya lo has hecho. —Hizo una pausa donde sacó otro cigarrillo y lo encendió.
—¿Por qué el gris y no otro? Otro como el rojo, el verde, el amarillo —me encogí de hombros dando a entender que no les hallaba sentido alguno a sus palabras.
—Esos no me gustan —repuso.
—Son más llamativos y bonitos —contrataqué.
—Por esa razón no me gustan. —Aspiró y como de costumbre soltó todo el humo por la nariz.
Raine se está matando él mismo, lo peor de todo es que sí lo sabe, pero le da igual. ¿Qué le ve de beneficioso a un cigarrillo que lo único que hace es matarlo lentamente? ¿De dónde ha salido él? ¿De qué universo paralelo? Es el chico más raro que he visto en toda mi vida. Y extrañamente, eso no me espanta, al contrario, me hace querer saber más de él y sus pensamientos. Extrañamente me gusta sentarme cada noche en el columpio verde, viejo y oxidado o en el banco de mármol medio derrumbado, sólo para conversar con él, aunque me deje casi siempre sin palabras.
Tal vez estoy equivocada o tal vez no, pero algo en mi interior me dice que yo tengo una fuerte conexión con el chico de ojos grises. No es el tipo de conexión que sientes cuando te gusta alguien o alguien te llama la atención. Pero es el tipo de conexión que tienes con aquella persona que calma tus tormentas o te saca una sonrisa cuando el mundo se te viene encima. Suena absurdo decirlo, pero yo lo siento, lo siento con mucha fuerza. Es algo que me impulsa hacia él.
La calma y tranquilidad que siento hablando con el chico parece ser infinita y es que me resulta tan fácil hablarle. Quizás es mi curiosidad insaciable, mis ganas eternas de saber más. Quizás es esa fuerza impulsora.
—No entiendo. Esos colores llaman muchísimo la atención a todos. Sin embargo, el gris al ser un color negativo da la sensación de tristeza, dolor y sufrimiento —farfullé, observando su perfil.
Otra de las cosas que puedo destacar de Raine es, a pesar de mis preguntas molestas, de mi curiosidad irritable, nunca me ha tratado como una cría —porque eso parecía con tantas interrogaciones —. Solo me responde, algunas veces con tono amargo, otras con una sonrisa o simplemente me contesta.
—Prefiero los negativos, Mila. Esos colores llamativos están vacíos, el ojo humano común lo capta rápidamente porque es casi “imposible” no hacerlo. Claro que colores como el negro o el gris los dejan a un lado ya que reflejan tristeza, dolor y sufrimiento por el simple hecho de que nadie quiere sentir esas emociones. Pero, ¿adivina qué? —Rio abiertamente dejando ver su perfecta dentadura —Es inevitable no sentirlas. Por más que te esfuerces, tarde o temprano terminas sintiéndolas. Y mientras más las evadas, peor será el sufrimiento futuro. Aunque claro, los humanos se empeñan en ser evasivos. Que sepas algo, la mayoría de nosotros somos irracionales. —Prendió otro cigarrillo y comenzó a aspirarlo jodidamente rápido —. Ese tipo de colores pasan desapercibidos la mayor parte del tiempo y son muy pocas las personas que se acercan a admirarlo —finalizó, sonriendo lobuno con el cigarro en sus labios secos.
Poco a poco lo voy entendiendo, Raine es como el gris, refleja amargura, dolor y sufrimiento, por eso tantas personas del cuarto lo evitaban. Luego estoy yo, quien no lo pasa desapercibido.
—Pero, ¿sabes por qué tantas personas evitan tanto los colores negativos? —continuó, y yo negué lentamente con mi cabeza a su pregunta.
No quería hablar, su voz era demasiado profunda y cálida.
—Porque ellos en realidad son así. Grises, todos somos grises. Sin embargo, la gran parte se empeña cada día en ocultarlo, bañarse con colores como el rojo, amarillo o anaranjado. Aunque es en vano, todas las almas están teñidas de un tono grisáceo opaco, así como es el clima aquí en la ciudad. ¿Sabes por qué lo hacen? —me examinó con sus ojos y respondió sin despegar la mirada de mis iris verduscos en un susurro que me causó escalofríos —Porque el gris es como un espejo, en él se refleja todo lo que hay en el interior de los cuerpos perdidos en esta tierra. Dolor, sufrimiento, amargura y tristeza. —Fui abrir la boca para contestarle, pero me cortó —. Porque quieren engañarse a ellos mismos.
Y con tan solo esas respuestas, el chico de la habitación me dejó sin habla una vez más. Esta no fue diferente a las demás, quise rebatirle, decirle algo, pero simplemente fue imposible. Todas las palabras que en mi mente se encontraban, de un momento a otro se habían esfumado sin previo aviso. De mi garganta no salió nada coherente o que tuviera sentido.
Él no es capaz de imaginarse el poder que tienen sobre mí sus argumentos. O tal vez sí está consciente de lo que hace. Mi sorpresa y estupefacción siguen siendo las mismas, nunca nadie me ha dejado sin habla. Y Raine era el primero.
Por otro lado; no tengo muy buenas noticias.
Las personas siguen muriendo —algo ya normal —y de nuestra habitación hoy murió Stefan, un hombre de sesenta y dos años, con problemas cardíacos y de diabetes. Murió de la misma forma que Anna, soltando gritos de horror.
Una señora del cuarto ha perdido la cabeza completamente, la mayor parte del día pronuncia incoherencias o suelta gritos asustada. Se mantiene mirando un punto fijo, específicamente a la pared anaranjada frente a ella. Rara vez come, bebe o duerme. Monstruosas ojeras nacen encima de sus pómulos y lleva un aspecto desaliñado. Lo único entendible que ha logrado mencionar hasta ahora es la palabra “sangre”, pero nadie le encuentra una explicación lógica a ello. Según los doctores puede estar sufriendo algún trauma severo ya que ha visto cómo dos personas mueren delante de ella o porque hace poco murió su única hija. Aunque eso sigue sin justificar la sola palabra que sale de su boca. Lo más curioso es que casi siempre la dice a las 12:35, cuando la mayoría están dormidos y los médicos ya no rondan por los pasillos.
Otra cosa que despertó mi curiosidad; Stefan había muerto a las 2:08. Las muertes de esta habitación han sido en el minuto ocho. No sé si en otros los cuartos suceden lo mismo, pero en este sí. Estoy plenamente segura.
A veces me encuentro los rostros llenos de lágrimas de algunas personas de la recámara, ellos saben que van a morir. Tarde o temprano, pero sucederá.
Yo me paso casi todo el día leyendo o escuchando música. Es mi manera de escapar de la asquerosa y cuadrática realidad.
Tal vez mañana no escriba, porque tal vez amanezca muerta...
Mila.
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↭Bailando con la Muerte↭ ©
Mystery / Thriller"Vives en una constante desesperación." La mayoría mueren, pocos se salvan. Son las palabras pronunciadas por los mejores doctores de Asfón, una ciudad al noroeste de Europa. Un mortal virus que ataca la piel está asesinando a cada persona que se...