↭Día siete↭

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Día siete: «Café con la muerte»

Querido diario:

Esto cada vez empeora más. Cada día mueren más personas sin siquiera haberse atendido. Mueren de forma muy extraña.

Hoy falleció Anna, a las 3:08 de la tarde. Comenzó a retorcerse en su cama gritando como si alguien la estuviera apuñalando. Agonizando. Llamamos a los doctores, pero llegaron tarde. A los tres minutos, Anna había muerto.

En parte no era tan ilógico, había empeorado de una forma brutal en tan sólo dos días. Lo que sí no tenía una explicación ㅡal menos una científica ㅡera la forma en que había muerto. Retorciéndose, como si le hubiesen encajado un cuchillo en cada parte de su cuerpo.

Ella había partido joven, dejando tres almas destruidas y con un vacío inmenso —supongo —.

Lo más preocupante de todo esto es que no solo ella ha muerto de esa forma. Personas de otras habitaciones también. De otros centros. Y lo peor es que ni el doctor con mejores conocimientos encuentra una explicación lógica.

Todos los enfermos están muriendo. Todos vamos a morir.

Tal vez este sería el fin. Tal vez no. Nadie sabe y nadie podrá saberlo o darle alguna razón lógica.

Solo queda esperar a la parca como si de un vecino se tratase. Como si estuviéramos esperando el autobús para ir al campamento de verano.

Pero existe una diferencia:

Jamás volveremos de ese campamento. Estaremos ahí para siempre.

Siendo sincera, me cuesta un poco pensar que moriré joven, que no podré cumplir todos mis sueños y metas que he propuesto. Que voy a dejar a mis padres solos, con un vacío en sus vidas. Pero, por otra parte, ya me da ciertamente igual.

Las palabras de Raine no salen de mi cabeza:

“¿Por qué debería temerle al final de mi vida? Es algo natural”

Y tiene razón; más de lo que me gustaría admitir. Todos moriremos algún día, simplemente es cuestión de tiempo.

Hoy no hablamos. Él sí salió a fumarse su caja de cigarrillos, pero yo no quise ir. No estoy de ánimos. No sé qué me sucede hoy. No quiero hacer nada.

De un momento a otro mi estado anímico ha bajado de una forma increíble. Es como una montaña rusa, primero se siente la adrenalina de estar en ascenso hasta llegar al punto máximo, una pequeña pausa y ¡pum! Se baja a una velocidad impresionante. Y eso sucederá en cada subida y bajada de la atracción, en este caso; la vida.

También puede decirse que la vida misma es como una canción. Algunas empiezan con un suave ritmo que va en aumento, o pueden comenzar con uno bastante movido. Sin embargo, no importa la velocidad de la melodía, importa cuánto se disfrute, porque esta tiene un tiempo determinado. Y lo peor de todo es que nunca se sabrá cuando acabará, o tal vez alguien irá y la quitará.

En otros temas; en la tarde llamaron mis padres, preocupados. Han escuchado cómo está la situación por las noticias y me contactaron con urgencia. Nuevamente, volví a calmarlos, avisando que estaba perfectamente y saldría de esta.

Aunque debo aceptar la cruda realidad: Yo también voy a morir. ¿Cuándo? No sé, puede ser mañana, en la madrugada o dentro de una semana. Pero pasará. Simplemente debo esperar pacientemente a la muerte.

¿A dónde iré con ella? Tampoco sé, es un misterio.

No tengo la certeza para decir que iría al cielo con Dios o al infierno con Satanás ㅡnunca he sido creyente y no comenzaré ahora ㅡ. Simplemente guardarán mi cuerpo en una caja de madera que estará uno o dos metros bajo tierra. El tiempo pasará y mi cuerpo estará descompuesto, posiblemente dejando ver solo mis huesos ㅡa no ser que alguien los robe ㅡ. Cada año las personas más cercanas a mí me llevarán flores y tal. O eso creo.

Después de todo, no suena tan retorcido. Incluso, resulta divertido pensar cómo sería el día de tu funeral.

Todos estarán llorando desconsolados ㅡal menos los más cercanos a ti ㅡ. Ese día todos hablarán de lo buena persona que has sido en vida, de tus buenos actos y etcétera, aunque esas mismas personas te hubiera encajado un puñal por la espalda. En ese momento dirán que fuiste la mejor persona que pudo haber existido en la faz de la tierra ㅡaunque hubieses sido un hijo de puta ㅡe irás al reino de los cielos con Dios. Pasarán los días y se sentirán aparentemente “mal”. Luego de unos meses estarán perfectamente bien, disfrutando de sus vidas como si nada hubiera pasado. Tal vez te hayan olvidado o tal vez no.

Pero así es, en vida te desprecian y cuando llega la hora de tu muerte todos fingen dolor. Pero, ¿sabes qué es lo peor? Que el olvido es inevitable y que tarde o temprano nadie jamás volverá a pronunciar tu maldito nombre. Ya no se hablará de lo buena persona que habías sido, ni de tus buenos actos. Aunque claro, a la hora en que partiste de este mundo todos se lamentaron, pero mientras estabas con vida muchos de los que “sufrieron” te dieron la espalda. Y sí, amigo, tienen la decencia de presentarse en tu funeral.

Porque el mundo no es una maldita fábrica de conceder deseos, como señaló Isaac en “Bajo la misma estrella”. El mundo es un maldito antro lleno de perras, donde solo triunfa el hijo de puta hipócrita, y el que se ha pasado su maldita existencia siendo buena persona se queda bien abajo. En otras palabras; es un perdedor.

Y ahora entiendo a Beret cuando dijo: “Si las historias las escriben aquellos que ganan siempre, nosotros que hemos perdido qué diremos de aquello que nos mataba, pero nos hacía más fuertes”

Sí, amigo, la vida real no es como la que te muestran en los libros o las películas, donde el bueno siempre triunfa y el malo se hunde. La vida real es una verdadera mierda, donde el bueno no es tan bueno ni el malo es tan malo.

¡Y, bienvenido a la realidad! Da asco, pero poco a poco te adaptas. Y extrañamente, aunque suene retorcido, disfrutas de tu propio dolor y sufrimiento. O del dolor y sufrimiento de alguien más. Vas perdiendo las cuerdas, cariño.

Nada es como te dicen o muestran. Tienes que verlo tú, sentirlo tú, vivirlo tú. Porque todos somos cerebros distintos y nunca nada es igual.

Tal vez corras con suerte y puedas llevarte algo agradable de recordar de este mundo, aunque lo dudo mucho. La mierda es mejor que este lugar lleno de prejuicios e injusticias.

Y después de todo, me doy cuenta de que la muerte no es tan mala como me han contado mis padres de pequeña. Que partir de aquí, no es peor que sobrevivir cada día.

Tal vez escriba mañana, o tal vez amanezca muerta. Ya no espero nada

Mila.

↭Bailando con la Muerte↭ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora