Rodeé su brazo con el mío, fingiendo ante todos que éramos el señor y la señora D'Angelo.
Las puertas de la mansión se abrieron. Un mayordomo junto a una criada y una ama de llaves nos dieron la bienvenida.
El señor y la señora D'Angelo nos hicieron ir por delante de ellos. Los empleados nos condujeron a un amplio vestíbulo y en seguida me percaté de que el nivel de sofisticación de aquel lugar excedía los límites del Palacio de Buckingham, mejor dicho, era una versión gótica y vampírica del Palacio de Buckingham. Nos condujeron por unas amplias escalinatas de mármol pálido que conducían a una galería, debajo de ella, un pasillo se extendía hacia otra ala y por encima, un candelabro de cristal del tamaño de una mesa para 12 personas colgaba del techo. Aquel espacio era como una pintura, un auténtico palacio.
Me quedé absorta en el tamaño del lugar y dejé de ver al piso, sentí que choqué contra algo pequeño y pensé que sería una pequeña mesita.
Bajé la mirada y me topé con un par enorme de ojos grises. Mi boca se abrió de la impresión, eran iguales a los de D'Angelo.
-¿Eres la novia de mi hermano? -preguntó una pequeña niña de largo cabello castaño y un vestido pomposo color lila.
-Ah... Yo...
No tuve tiempo a responder. D'Angelo la alzó en volandas y ella rió, tenía una risa hermosa y cantarina. Sus diminutas manos tomaron el rostro de D'Angelo.
-No me dijiste que tenías novia y se supone que me contarías todo.
-Sí, bueno, discúlpame, Stella.
Ella se cruzó de brazos. Era encantadora.
-Cuando tenga novio, no te voy a decir.
-¡No! -respondió él, en plan juguetón- Eso sí me lo tienes que decir.
Me llené de diversión viéndolos discutir, alguien era muy celoso. Me sorprendí al ver que esa mirada fría e indiferente había desaparecido por completo de su rostro, se había ablandado y derretido más rápido que una mantequilla mientras la cargaba entre sus brazos y la hacía reír. Jamás pensé que Alessandro D'Angelo adorara a los niños.
-¡Alessandro! ¡Por fin! -exclamó alguien desde la galería.
Era un chico un poco más bajo que él, tenía una salvaje melena de rizos cobrizos y el rostro cubierto de pecas. Su jovialidad desentonaba con su elegante traje. Bajó corriendo las escaleras.
-¡Por fin regresas! Estoy harto de jugar a las Barbies con Stella y Beatrice es una pesada y...
El chico se detuvo abruptamente al verme.
Su expresión cambió por completo de un momento a otro y se convirtió en una mirada felina. Sus pasos adoptaron un tono galante hacia mí, casi como si estuviera ebrio.
-Vaya, hola, no te había visto antes por aquí, piacere -me dijo, en un tono más bajo y seductor, extendiendo su mano hacia mí- Soy -hizo una pausa algo dramática- Leandro.
Tomó mi mano y la llevó a sus labios, depositando un suave beso en mis nudillos.
Abrí mi boca para decir algo, bastante incómoda por aquel gesto coqueto, pero no supe que decir.
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D'ANGELO ©
De TodoEl apellido D'Angelo guarda muchos secretos. El apellido D'Angelo está manchado de sangre. El apellido D'Angelo no es precisamente el de un ángel. Tal vez lo eras, pero ahora eres un ángel caído, esclavo de un apellido, lo arrastras detrás de ti...