20 de Junio

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Este momento no se puede comparar con los anteriores. El aire de libertad que me golpea en la cara tiene un aroma diferente, más cálido y más... indescriptible.
Por fin se acabó el estar en esa cárcel a la que llaman "instituto". Estos dos años en los que llevo ahí metida se podrían resumir en tres palabras: estudiar día y noche. Me imagino las tres palabras de mis compañeros de clase que resuman sus dos años en el instituto; para Hether, la "guapa" de mi clase serían: salir cada noche ; para Thomas, el rarito, serían: cómics, cómics y cómics; para Lukas, el alto, atractivo y cortito de mente capitán del equipo de rugby serían: entrenar, dormir y entrenar; para Lina, la arpía, serían: emborracharse, dormir y manipular; y como no, para Peatch, mi mejor amiga, serían: estudiar y comprar ropa.
Peatch y yo somos tan diferentes la una de la otra que congeniamos perfectamente, ella es divertida, extravagante, fiestera... y por el contrario, yo soy demasiado responsable, meticulosa y controladora, me gusta que las cosas estén bien hechas, bueno bien hechas no, extremadamente bien hechas y no suelo salir mucho, soy más de quedarme en casa leyendo o escribiendo alguna que otra cosa en mi blog.
Recuerdo casi perfectamente el primer día que llegué al Dulwich College. Eran las 8 de la mañana y mi primera clase era con la Señorita Brown, mi profesora de matemáticas avanzadas. Lo primero que hice fue visualizar un asiento e ir a paso ligero hacia él y sentarme, no habían pasado ni cinco minutos cuando la Señorita Brown me hizo presentarme delante de toda la clase. Siempre mido mi nivel de nerviosismo, es una de las muchas manías que tengo. Una vez llegué al nivel 9 de nerviosismo con tan solo 10 años. Yo estaba en el cumpleaños de una amiga y no se quien propuso jugar al juego de la botella y me tocó besar a Enrique, el chico, hasta la fecha, más guapo que he visto en mi vida. Pero por muchos juegos de la botella, el momento de presentarme ante todos mis compañeros fue el que consiguió que llegase a 10.
Las palabras me salían atropelladas de la boca y mis piernas temblaban como un flan. Recuerdo vagamente el discurso que les eché a mis compañeros sobre mí, pero con lo único que se quedaron fue con que era española, concretamente de Barcelona. Creo que en estos dos años que llevamos juntos ninguno de ellos sabe mi nombre, ya que todos me llamaban "españolita" y algunos hasta con retintín pero no me supuso ningún problema.
Cuando llegamos mi madre, mi hermano pequeño,Roni, y yo a Inglaterra nos acostumbramos rápido. Era todo nuevo para nosotros, mi madre empezó en un trabajo a las afueras de West Nordwood, concretamente en Brixton, mi hermano en el Alleyn's School, un colegio con un alto prestigio en la zona, y yo pues en el Dulwich College. Me sorprenden los progresos de mi madre y mi hermano, en tan solo dos años a mi madre la han ascendido, y mi hermano es todo un semental en su clase y eso que solo tiene 7 años, ¿y yo qué he conseguido? Un mote, solo una amiga y unas sandalias muy feas que me compró Peatch en un rastrillo de por ahí. No soy de esas personas que se quejan de como les va la vida pero la mía en particular no va precisamente "como la seda".
Ya puedo ver mi casa desde aquí, llegaré más o menos en 2 minutos, si el semáforo no está en rojo claro está y si el vagabundo de la esquina no se para a pedirme limosna, pero claro siempre lo hace, así que tardaré 3 minutos, bueno y lo más probable es que me encuentre al Señor Baker el panadero de la tienda de en frente y me pararé a saludarlo y me hablará de su hija Marie, que se le habrá caído su segundo diente ya que el mes pasado se le cayó el primero, así que al fin y al cabo llegaré en... ,no me lo puedo creer, ni si quiero he llegado al Crystal Palace Park y ya estoy controlando los minutos y segundos de mi vida, -Diana por favor ha empezado el verano, no puedes controlar tu vida segundo a segundo, relájate de una vez- me digo para mis adentros.
Desde que llegamos me ha gustado mi casa, el color rosa palo de la fachada es ideal, sobretodo en verano, que la realza. Los ventanales son, desde mi parecer, lo mejor que tiene la casa, tienen unas vistas espectaculares hacia los parques de la zona, y desde la habitación de Roni se puede observar toda la ciudad, es la típica casa con la que sueñan todas las niñas.
Apago el motor, me quito el casco, lo cuelgo de mi brazo y le pongo la pitón a la moto, saco las llaves y entro en casa. De pronto ese olor a lavanda de las plantas de la entrada me golpea en toda la cara, es un olor un tanto peculiar y eso es lo que más me gusta de él.
-Por fin has llegado, ya pensé que te habías ido con algún chico a su casa- que gracia me hace mi madre y sus bromas tan irónicas como la vida misma.
-Pues no, me quedé hablando con la profesora Newman sobre algunas de las asignaturas que tendré en la carrera de Psicología-
-Hija te lo digo por tu bien, olvídate ya de las clases, tienes que disfrutar del día a día, la vida se nos va en nada y no puedes malgastarla en cosas como esa-
-Mamá, cuando tenga algo más emocionante que hacer con mi vida que preocuparme de los estudios, avísame- es lo último que le digo a mi madre mientras subo las escaleras para llegar a mi cuarto.
Lo primero que hago es cambiarme de ropa, porque con esta falda cualquiera no tiene calor. Decido por ponerme unos pantalones vaqueros cortos, una camisa que me regaló mi tía el año pasado por mi cumpleaños con una frase que dice "Life is beauty, live it" (la vida es bella, vívela), la verdad que esta familia no se queda corta de indirectas, y decido quedarme descalza.
Lo segundo que hago es abrir el portátil para mirar algunas que otras universidades. Cambridge, Oxford, Sheffield, Bristol... ¿Por qué habrán tantas donde elegir? Al final cierro el portátil antes de darme cabezazos contra él y bajo a la cocina a ver que hace mi madre con su perfecta y bella vida.
-¿Peatch? ¿Qué haces aquí?- pregunto al ver a la bajita con el pelo azul que está en la cocina hablando con mi madre
-Pues vine para decirte nuestro plan de esta noche: tú, yo, "The Forum" ¿qué te parece?- "The Forum" es una de las discotecas más famosas de Inglaterra y mi miedo más atroz.
- Pues no se... la verdad que prefiero quedarme en casa, hoy ha sido un día largo y cansado- simulo un gran bostezo para que Peatch pille la indirecta de que no quiero ir a The Forum
- No, no, no, jovencita usted va a salir esta noche como que me llamo Peatch Rose Styles- detesto cuando me mira con esa cara de psicópata capaz de raptarme y llevarme a cuestas a la fiesta.
-Vale iré, pero con una condición, que no beberás nada de nada. No estoy yo hoy para cargar a nadie- digo dándome por vencida
-¡ Por fin! Menos mal que he podido con la "bestia antifiestas"- dice con una carcajada. Intento guardar mi sonrisa pero no puedo y me sale una leve risilla de la boca.
Esa es una de las cosas por las que quiero a Peatch, porque siempre consigue lo que se propone, y eso le hace ser la mejor persona del mundo.
-Bueno primer paso, ¡¡ irnos de compras!!- al oír eso me tapo los oídos haciendo como que no la he escuchado
-Pero si tengo ropa más que de sobra, no necesito más-
-No pienso ir a The Forum con una chica que lleva un vestido a lo "túnica de monja" y con unas sandalias de cristianita- creo que nunca me había reído tanto hasta que esas palabras han salido de la boca de mi amiga
-Está bien, está bien, iremos de compras pero nada de estar mirando cosas durante 15 horas que te conozco- le digo con una ceja arqueada
-Vale te lo prometo- dice poniendo los ojos en blanco.
Salimos de mi casa y vamos caminando hacia el centro comercial más cercano, pero claro a Peatch no le es suficiente y decide, bueno mejor dicho, me obliga a que vayamos a Oxford Street. La verdad es que ese lugar me encanta, y eso que está repleto de tiendas que es lo que más odio en el mundo, pero es encantador.
-De acuerdo- empieza diciendo -vamos a Abercrombie que seguro que ahí encontramos algo que realce tu trasero-
-¡Peatch!- le digo mientras le doy un codazo en todo el brazo
-¿Qué? Es que creo que no aprovechas lo suficiente el gran don que dios te ha dado- y se me escapa una carcajada. Peatch si que sabe como hacer que lo que más odio en el mundo se vuelva interesante por unas horas.
Al entrar en la tienda veo como a Peatch se le ilumina la cara y coge unas cuantas prendas, mas bien demasiadas prendas.
-Ten, pruébate esto y esto y esto y esto...- me dice hasta tener en los brazos unas quince prendas.
Nos dirigimos hacia los probadores y ella entra en uno y yo en otro.
El primero conjunto que me ha dado es bonito, no es de mi estilo, pero es bonito.
-Mi madre chica ¿dónde habías escondido todo eso durante estos años?- me dice en cuanto me ve salir del probador
-¿Crees que me sienta bien? Es que no soy de llevar camisas con tanto escote ni faldas tan cortas ni... tacones- le digo con cara de estar totalmente en desacuerdo con ella
-Pues yo creo que estás fantástica, aunque todavía te quedan muchos conjuntos por probarte, no nos quedemos con el primero- me dice mientras entro en el probador a ver si tengo mas suerte con el segundo.
Este la verdad que no está mal, es un vestido muy bonito, me llega un poco por encima de las rodillas, lo que me gusta, y me realza la figura, y tiene el suficiente escote para no parecer ni una monja de clausura ni una amiguita de compañía.
-¿Qué te parece?- le pregunto a mi amiga que tiene los ojos como platos
-Nena, si vas así esta noche arrasas- al oír esas palabras me siento como nunca antes, guapa.
Después de comprar el vestido y una falda que se ha comprado Peatch, vamos a una tienda de zapatos.
-¡¡ Cuidado!!- me dice Peatch, pero es demasiado tarde, ya estoy en el suelo con cara de vergüenza con ganas de que la tierra me tragase.
-¿Estas bien?- me dice con una sonrisa mientras me ayuda a levantarme.
-Si, estoy bien aunque prefiero llevar unos tacones algo menos altos- le digo también con una sonrisa.
Ya me he probado como unos cinco pares de tacones y con dos me he caído.
-Estos están muy bien, son muy cómodos, bonitos y lo mejor de todo, con ellos no me arriesgo a acabar en el suelo con una conmoción cerebral- le digo a mi amiga mientras ella se ríe a carcajadas.
-Si yo también lo creo, pues bueno nos llevamos esos- me dice con una sonrisa de oreja a oreja.
Ya estamos aquí, las horas se me han pasado demasiado rápido, hasta hace nada estaba en el centro comercial olvidándome de que esta misma noche me iría de fiesta con Peatch y ahora estoy aquí en frente de The Forum. Mientras Peatch está hablando con su madre por teléfono sobre la hora a la que vamos a volver, yo ingenio un plan para escaparme por la puerta de atrás sin que nadie se de cuenta.
-Buenas noticias hasta el amaneces no volvemos a casa- me dice Peatch con la sonrisa mas iluminada que he visto nunca. Me coge del brazo y nos dirigimos hacia el centro de las discoteca.
-Vamos a por algo de beber- me dice y asiento, ¿por qué habré asentido? No quiero beber nada y ella tampoco debería, pero necesito relajarme y por una copa no me pasará nada.
Cuando Peatch vuelve tiene dos copas en la mano y a cada lado dos chicos, a cada cual mas guapo.
-Diana, estos son Brandon y Jhon, son amigos míos de cuando íbamos a primaria.
-Hola Diana, soy Brandon- me saluda el de la derecha. Es un chico muy guapo, rubio, alto,ojazos azules, con un poco de barba y viste para mi gusto muy bien.
-Hola, yo soy Jhon- me saluda el de la izquierda. Este es moreno, más alto que el otro, ojazos castaños y un poco menos formal que Brandon.
-¡¡¡ Peatchi!!! - grita una chica detrás mío
-¡¡¡ Annie!!!- grita mi amiga
- Pero cuanto tiempo tía, o sea habrán pasado millones de años- dice la pelirroja que está al lado mío
-Diana, esta es Annie, también es otra amiga del colegio- me dice Peatch
La fiesta continúa bien a lo largo de la noche, me han tirado los tejos tres tíos y a Peatch se le han acercado cinco, pero el sexto que se le acerca es el que ella quería que se le acercara.
-Mi amor- le dice Peatch lanzándose a los brazos de su novio Martin
-Hola nena- le dice dándole un beso -hola Diana- me dice dándome dos besos.
Martin es un chico perfecto, es muy bueno con Peatch, que es lo que mas me gusta.

Una vida en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora