13 de Agosto

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La molesta luz del sol que entra por la ventana me despierta de mala manera.
-Diana, cielo ¿qué haces durmiendo en el sofá?- es lo primero que me dice mi madre al verme.
-Es una larga historia, Martin, el novio de Petach, se lió con Lina ayer en su fiesta delante de las narices de Peatch. Y me la traje a casa y ahora está en mi cama durmiendo- le cuento.
-¡Qué cabrón!, pobrecita- me contesta -pues espero que se haya traído su ropa de deporte para ir a pescar con nosotros-
Mierda, se me había olvidado por completo que hoy íbamos de pesca con Gonzalo y sus padres.
-¡Es verdad!- le digo a mi madre preocupada.
-Bueno no pasa nada, préstale alguna cosa tuya-me dice mi madre.
Este día lo he estado evitando desde hace meses, que Peatch y Gonzalo se conozcan. Sé que al ver a Peatch él se enamorará de ella, es una chica diez, divertida, inteligente, con cuerpazo y con muchas otras cualidades. Una vez más calculo mi nivel de nerviosismo, 9.
-Buenos días encanto, ¿cómo estás?- le pregunta mi madre a Peatch cuando ña ve bajar las escaleras.
-Buenos día Gabriela- le dice -la verdad que he tenido mejores días que este- dice para terminar.
-Pues hoy tenemos un planazo perfecto para que te olvides un poco de tus problemas- dice mamá dirigiéndose a
Peatch -vamos a ir con los suegros y el yerno de mi queridísima hija a pescar, y tu te vienes con nosotras-
-¡Por fin podré conocer al chico misterioso que me ha estado ocultando tanto tiempo- dice Peatch. Su comentario me ha molestado un poco pero al verle la cara iluminada de la emoción de conocer a Gonzalo me sereno.
-Venga cambiaos ya, que llegarán en cualquier momento- la amistad que ha forjado mi madre con los padres de Gonzalo ha sido rápida, demasiado.
-¡Chicas! ¡Bajad que ya han llegado!- perfecto, ya ha empezado mi misión de evitar que Gonzalo se fije lo más mínimo en la guapa de mi amiga.
Mientras bajamos las escaleras mi mirada busca rápida la de Gonzalo y no tarda demasiado. De pronto noto como algo me agarra del brazo y me empuja hacia atrás con tanta fuerza que casi me caigo de bruces contra el suelo.
-¡¿Ese es Gonzalo?!- me pregunta Peatch más sorprendida que nunca.
-Si...- la verdad que mi tono no ha sido de lo más agradable.
-Chica, si que te los buscas...muy bien- y a continuación se empieza a reír. Al darme cuenta de mi contestación nada agradable de antes me da por seguirle el rollo y reírme también.
Peatch me suelta el brazo y bajamos.
-Hola Diana, ¿quién es tu amiga?- me dice Fernando mirando a la chica bajita con el pelo rosa que está a mi lado.
-Esta es Peatch, mi mejor amiga- seguidamente Joana y Gonzalo también la saludan.
-Bueno Roni, ¿estás listo para coger los peces más grandes que hayas visto en tu vida?- le dice Gonzalo a mi hermano y este asiente.
Llegamos más o menos una hora después a la cabaña donde nos esperaban nuestras "herramientas de pesca".
-Bueno patrulla, hay dos barcas una para Joana, Gabriela y yo, y la otra para Roni, Gonzalo, Diana y Peatch ¿de acuerdo?- pregunta pero se responde a sí mismo- de acuerdo, ¡en marcha!
Cuando Peatch y yo nos vemos la una a la otra con los chalecos salvavidas nos echamos a reír y a reír.
Llevo todo el camino estando a mi aire y cuando me doy cuenta de que ya estamos en medio de la nada y todos ellos intentando coger alguna que otra cosa me pongo a ello.
-¡He cogido uno! ¡He cogido uno!- grita eufóricamente Peatch mientras da pequeños saltos en la barca, un momento ¿saltos?
-¡¡Peatch para de...!!- tarde.
El agua me entra por la boca y al tragármela noto como la sal baja por mi garganta y me la eriza.
Siento rabia, enfado y en los más, más profundo de mi ser, me hace un poco de gracia.
Al fin conseguimos subirnos todos de nuevo a la barca.
-¿Roni estás bien? - le digo a mi hermano dándole un abrazo y este asiente. -¿Peatch? ¿Gonzalo?- y ellos también asienten.
-Lo siento mucho de verdad no era mi intención que la barca volcara- se disculpa Peatch.
-No pasa nada a cualquiera le podría pasar- le dice Gonzalo dedicándole una de sus hermosas sonrisas, ¡mis sonrisas! -Será mejor que volvamos a la orilla antes de que pillemos algo-
-Si será lo mejor- ahora es ella la que le dedica una sonrisa y el se la corresponde.
¿Estos dos están compinchados para fastidiarme el día o cómo es la cosa?
-¿Pero qué os ha pasado marineros?- nos pregunta Joana al llegar a la orilla y vernos todos empapados.
-Sin querer la barca ha volcado, ha sido muy divertido- le responde su hijo. ¡Bum! y ahí va otra sonrisa dedicada a Peatch.
Que se acabe ya este día por favor.
-Bueno chicos iros a cambiar de ropa y a daros una ducha que nos vamos de cena a "Train"- nos dice Fernando. ¿Train? ¿En serio? ¿El restaurante más romántico sobre la faz de la tierra? ¿Ese? Este día no podría ir peor.
¿Pero qué ven mis ojos? Peatch se ha puesto el vestido más bonito que tenía en el armario. Y yo con estos pantalones negros y esta camisa roja.
Mientras entramos en el restaurante no puedo apartar los ojos de las paredes, es precioso.
-Un brindis, por los mejores marineros que existen y que existirán- dice bromeando Joana alzando la copa, y todos hacemos lo mismo.
-Cariño, ¿qué hace Peatch tan... tontita con Gonzalo?- me pregunta susurrando mi madre.
-Mamá, no está tontita, simplemente son amigos- le respondo mintiéndome.
Es verdad que están muy juntos y en todo el día no se han separado.
-Peatch me... ¿darías tu teléfono?- ¿qué han oído mi oídos? No, no, esas palabras no han podido salir de la boca de Gonzalo.
-Claro- si las miradas matasen Peatch ya estaría sepultada con la que le acabo de echar.
Mi mundo se desmorona por momentos y ellos se dan los teléfonos.
Al notar como una lágrima resbala por mi mejilla salgo corriendo al baño rezando para que nadie la haya visto.
Al oír el sonido de la puerta me da un mini paro cardiaco del susto.
-¿Di, estás bien?- este chico es imposible de odiar.
-Si- respondo lo más seca posible.
-¿Seguro?- insiste él.
-Que si Gonzalo, vuelve a la mesa- cada palabra que sale de su boca hace que el corazón se me parta en pedacitos minúsculos.
A lo largo de la comida no nos dirigimos palabra ni Gonzalo ni yo ni tampoco con Peatch. Al terminar de comer dejamos a Peatch en su casa y al llegar a la mía no quiero hablar con nadie, solo quiero acostarme y llorar, llorar mucho.
<<-Pero ¿podría ser más guapa esta mujer?- siempre que me lo dice me parece como si fuera la primera vez, especial.- Diana cielo, relájate, estarás increíble en tu presentación- él es el único que sabe como animarme en los momentos difíciles.
Al llegar a la sala en la que por algún casual hay miles de personas, hay una que destaca ¿qué hará el aquí? Este chico siempre me sorprende, le amo más que a nada.
Al salir de la facultad de psicología después de la presentación está en la acera de en frente el hombre de mi vida con el ramo de rosas más impresionante que haya visto nunca.
-Mi vida, este es uno de los muchos momentos en los que te digo que eres lo más maravilloso que hayan visto mis ojos, te adoro...- y como no, me entrega el gigantesco ramo.
-Diana... yo...- >>
¡Para! La almohada está bañada en sudor y mis palpitaciones aumentan a cada segundo.
Este sueño ha sido doloroso, demasiado como para poder olvidarlo. Hoy el amor de mi vida ha tonteado con mi amiga y esta me ha traicionado, ¿qué más tiene que suceder para que me olvide de este chico?

Una vida en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora