28 de Septiembre

21 1 2
                                    

Una semana más vuelvo a la rutina: universidad, casa, casa, universidad. Aunque, por comparar, hoy estoy rebosante de alegría; ayer el día estuvo estupendo con Gonzalo, fuimos a pasear por medio Londres. En fin, que se podría decir que nuestra relación va viento en popa y a toda vela.
Mientras camino por el campus pensando en pajaritos y algodón de azúcar alguien se tropieza conmigo y tira mi carpeta al suelo.
-¡Uy!, perdona ¿estás...?- al incorporarme observo atentamente el rostro del joven que tengo de frente. -Em... hola Diana- no puedo pronunciar palabra una ola de ira y decepción recorre todo mi cuerpo.
-Esto... Hola- digo lo más seca y desprevenida posible.
-¿Cómo te va?- ¿qué cómo me va? Con ganas de arrancarte la cabeza cabrón.
-Bien, ¿qué haces aquí?- pregunto sin andarme con más rodeos.
-Te estaba buscando, quería hablar contigo- que asco me da este tío.
-Pues yo contigo no así que...- intento escabullirme pero me lo impide.
-Diana por favor, sé que ahora mismo debes de odiarme pero escúchame- suplica agarrándome del brazo.
- Martin, ahora tengo que ir a clase, si eso después podemos vernos en la cafetería de la esquina- digo nada simpática.
-De acuerdo, gracias-
Las clases se me hacen eternas esperando ansiosa el encuentro con Martin.
Acaba mi trance de media hora y caigo en la cuenta de que Ethan no ha aparecido. Y mejor que mejor así no tengo que estar pensando en como escabullirme de él.
Al acabar la jornada salgo pitando de la facultad dirigiéndome a la cafetería en la que hemos quedado.
-Hola otra vez- dice con una amplia sonrisa a la que yo respondo con un levantamiento de cabeza.
Entramos y pedimos unos batidos y de repente empieza a decir lo que llevo esperando estas horas.
-Verás Diana, seguro que pensarás que soy un capullo por haber dejado a Peatch así y volver con ella- está temblando casi como si me tuviera miedo y eso me hace más fuerte -el caso es que no te vengo a pedir que aceptes que volvamos a estar juntos, sino que no lo pagues con Peatch, sin embargo, para ella sería un notición que lo aceptaras- que venga a defenderla me enternece pero me vuelve a la cabeza la imagen distorsionada de mi amiga en aquella acera vomitando y me lleno de furia.
-Agradezco que tengas el valor de venir aquí y decirme esto, pero el problema es que no fuistes, no eres y no serás lo suficiente para Peatch. Perdí el respeto que te tenía en aquella fiesta y te aseguro que no lo recuperaré jamás- siento como un nudo se me forma en la garganta y me dan ganas de llorar, pero en este papel me toca ser la poli mala. Su expresión lo dice todo, dolor, arrepentimiento, enfado...
-Créeme cuando te digo que la amo, Diana la amo con todo mi alma. Desde aquel espantoso día no puedo dejar de pensar en ella, lo era todo para mí y lo sigue siendo- una lágrima resbala por su mejilla y ésta me desarma por completo.
-Martin yo...-
-Diana por favor, solo necesito que me des otra oportunidad- me interrumpe -creo que puedo llegar a ser el hombre que ella necesita- sus palabras están llenas de sentimiento, ¿puede de verdad ser lo que desea para ella? No lo sé, pero por ahora deposito todas mis esperanzas sobre él.
-Haz que no me arrepienta vale- digo dándome por vencida hacia tanta insistencia.
-Gracias Diana, gracias -me abraza tan fuerte que tendré tortícolis por lo menos una semana -voy a llamar ahora mismo a Peatch- dice entusiasmado cual niño con zapatos nuevos.
Estoy en un punto en el que podría estar demasiado esperanzada en que este chico llene de verdad a Peatch y me estaría equivocando, o por el contrario ser el definitivo.
En el fondo yo sé que es un buen chico, siempre lo ha sido. Desde que lo conocí fue como haber encontrado al chico perfecto, aunque con el tiempo deja de serlo.
Después de unos cinco minutos veo como se acerca con el teléfono en la mano.
-Toma, quiere hablar contigo- dice rebosante de alegría.
-Hola cariño-
-Hola guapísima, amor de mi vida, cosita linda- responde al otro lado del móvil.
-Vaya se te nota contenta-
-Y tanto. De verdad Diana no sabes lo contenta que estoy de que hayas aprobado, bueno..., esto. Te quiero tantísimo- yo también la quiero un montón y me siento realizada al haber quitado un peso de encima a esta pareja.
-Y yo Peatch, bueno te paso con Martin- al pasarle el aparato veo ¡¡las cinco y media!!
-Oye que yo ya me tengo que ir- le anuncio levantándome de la mesa.
-De acuerdo, ¿necesitas que te lleve?- se ofrece. Sin embargo creo que lo hace más por quedar bien ante mí que porque lo quiera hacer de verdad.
-No, no, tengo mi moto-
-Está bien, adiós-
-Adiós-
Es totalmente una caja de sorpresas, en un principio dudaba que estuviera otra vez con Peatch porque la quería y ahora le acabo de ver con el rostro radiante al hablar con ella.

Una vida en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora