26 de Septiembre

26 2 0
                                    

Mi piel se eriza al notar sus dedos recorriendo suavemente cada parte de mi cuerpo. Me hago la dormida para que nunca pare.
-Buenos días preciosa...- al oírle pronunciar esas palabras susurrando se me ponen más los pelos de punta.
Abro los ojos para verle de frente y contemplar sus ojazos verdes.
-Hola guapo- le digo bajito y este me da un beso. Empieza siendo corto, dulce, pero a medida que me estrecha más hacia su torso la pasión se apodera de los dos.
-Te quiero- creo que no podría existir palabra más bonita.
-Yo también te quiero Gon-
Después de pasarnos hora y media más en la cama abrazados, decidimos vestirnos y planear nuestro fin de semana.
-Yo creo que deberíamos ir primero a ver a Peatch- opino.
-Si tienes razón iremos, ¿y luego?-
-No sé, podríamos...-
-¡Mierda!- grita interrumpiéndome llevándose las manos a la cabeza -hoy vienen mis tíos de Madrid y mis padres me dijeron que estuviera para la hora de comer-
-Bueno, no importa podemos vernos mañana- digo quitándole importancia.
-Si quieres puedes venir- me apetece bastante la idea de conocer a su familia pero al recapacitar sé que tampoco llevamos demasiado tiempo como para presentármelos.
-No sé yo...- contesto al fin.
-Como tú quieras, tampoco te voy a meter presión- le respondo con una sonrisa de agradecimiento por entenderlo.
Miro la hora, las once.
-Será mejor que nos pongamos en marcha al hospital- le digo
-Sí, vámonos-
Al salir de la habitación no oigo ni sartenes ni el sonido de la consola de mi hermano, señal de que todavía están durmiendo.
Mientras vamos en el coche las conversaciones vienen y van. Decidimos pararnos a desayunar en el Sturbucks y al acabar llegamos al hospital.
-Hola, ¿habitación 309?- le pregunto a la recepcionista.
-En la tercera planta-
-Gracias-
Hacemos lo que nos ha indicado y llegamos a la habitación de Peatch.
-¡¡Peatch!!- grito eufórica al ver a la chica del pelo violeta sentada en la camilla.
-¡¡Diana!!, ¡¡Gonzalo!!-
-Pero mírate que guapa estás- le digo. La verdad que si que está un poco mejor aunque se le sigan notando algún que otro hueso.
-No seas mentirosa-
-¿Cómo te va todo?- le pregunto,
-Estoy bien, aquí me tratan de maravilla, la semana que viene empiezo ya la dieta de rehabilitación- la echaba muchísimo de menos, y echo de menos nuestras conversaciones diarias, cuando me obligaba a ir de compras...
-Diana puedo hablar contigo a solas- me asombra lo que acaba de decir ¿qué querrá contarme?
-Sí claro, os espero fuera- dice Gonzalo saliendo de la habitación.
-Cuéntame- le doy pie.
-Verás... esto... Martin ha estado viniendo a verme todos los días desde que se enteró de que estaba aquí- no sé que decir, por un lado me parece enternecedor pero por otro quiero estrangularle con todas mis fuerzas.
-¿Y lo sabe tu madre?-
-No que va, suele venir cuando ella trabaja-
-¿Y ha pasado.... algo?- la conozco lo suficiente como para saber que sí.
-Bueno...-
-Joder Peatch- estoy realmente decepcionada, ese chico le ha jodido y ella le perdona de buenas a primeras - no me puedo creer lo que has hecho-
-Lo sé Diana, pero ¿qué quieres que haga? Vino destrozado al enterarse-
-¿Destrozado? ¿Y todas esas semanas que no te llamó después de haberse enrollado con Lina?- me asombra y me desconcierta a la vez la poca firmeza de Peatch.
-Diana por favor- suplica mientras le corren dos lágrimas por las mejillas -no necesito que me des la brasa con esto, pasó lo que tenía que pasar y punto-
-Peatch ¡¿no te das cuenta que se siente culpable y para quitarse ese peso de encima se aprovecha de tí?!- rápidamente me llevo las manos a la boca y esta empieza a llorar con más intensidad -Peatch... yo... perdona, no era mi intención decírtelo de esa manera- me siento muy mal, la peor persona de este mundo con creces.
-Diana vete, por favor- no me replanteo quedarme en esta habitación ni un minuto más. Al salir al pasillo del hospital me desmorono por completo y Gonzalo viene en mi ayuda.
-Nena, ¿qué ha pasado?- me dice pasando su dedo para secar mis mejillas.
-Me quiero ir de aquí Gon-
-Vale, vámonos- a cada paso que doy se me corta la respiración. Por un lado me siento abrumada hacia la estupidez de mi amiga y por otro lado también culpable por haberme puesto como me puse.
Mientras estamos en el coche Gonzalo me vuelve a preguntar para romper el silencio que se ha formado.
-Di, ¿me vas a decir lo que os pasado?-
-Martin, el capullo de su ex, el culpable de que ella esté como está, fue a visitarla y se acostó con ella- me cuesta decir la frase de un tirón sin que me envuelva la rabia por dentro.
-Pero... ¿Qué demonios le hizo él para que ella hiciera lo que hizo?-
-Lina, una arpía, se enrolló con Martin delante de ella la muy...- respiro hondo antes de que haga estallar el coche en mil pedazos -por ella me expulsaron de la universidad tres días-
-Espera, espera ¿te expulsaron de la universidad? ¿por qué? ¿cuándo?- ¡ups!, es verdad, no le había contado nada.
-Hará dos semanas de eso, y fue porque bueno... casi le dejo sin nariz- no puedo evitar que se me forme una sonrisilla al recordar a esa bruja retorciéndose de dolor en el suelo.
-Mi madre, si tengo a una hija perdida de Stalone a mi lado- le doy un codazo riéndome a carcajada limpia por haber dicho eso.
-Pues ya hemos llegado, si no se alarga mucho la comida con mis tíos luego podríamos vernos- dice mientras me bajo del vehículo.
-Sí claro, ya hablamos-
-Adiós nena- se despide.
Genial, al entrar en casa veo como la hormona "madre" está revolucionada corriendo hacia mí.
-Hola guapetona, ¿que tal el día, y la noche?- me hace gracia que intente picarme aunque hoy no estoy de suficiente humor como para seguirle el juego.
-Bien, me voy arriba a echarme un rato-
-Esta bien, ¿seguro que no ha habido ningún problema? Porque te noto algo tristona- odio el sexto sentido de mi madre para percatar mis sentimientos más profundos.
-No mamá, estoy perfectamente- termino diciéndole y me dirijo a mi habitación.
Saco el libro de Biología y me pongo a repasar lo dado en clase tumbada en la cama. La concentración es completamente nula, no puedo parar de darle vueltas a la cabeza y me da por escribirle a Gonzalo.
<¿Qué tal va todo?>
Al momento obtengo su respuesta.
<Aburridísimo, ojalá estuvieras aquí. Además creo que esto se alargará hasta la noche y no podremos vernos luego>
Intento ser lo más comprensible posible.
<Bueno no importa, nos veremos mañana para continuar nuestro fin de semana>
<Claro que si, bueno será mejor que me centre un poco en la super conversación de Estado entre mi padre y mi tío>
Su sentido del humor es, con creces, lo que más me enamora de él.
<Céntrate, céntrate. Adiós un beso cariño> ¿cariño? Diana baja de la nube rosa.
<Adiós preciosa>
Sus "preciosa" son como una mariposa nueva que crece dentro de mi estómago y que cuando estoy con él se une a las demás para salir disparada de este.
Aún es pronto para acostarme pero mi cabeza no da para más hoy así que decido dormirme ya y esperar a que sea mañana para ver a mi príncipe azul otra vez.

Una vida en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora