12 de Agosto

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¿Ya son las nueve y media? Acabo de tener la siesta más larga de mi vida.
Solo faltan unas horas para que sea la fiesta de Martin y todavía no he decidido que voy a ponerme, pero en realidad no es algo que me importe mucho.
Al cabo de cinco minutos observando mi armario con pereza, opto por llevar a la fiesta unos pantalones de color vino, una camiseta de asillas blanca y unas sandalias negras. Cuando termino de vestirme voy al lavabo a ver que puedo hacer con esta cara de sueño. Cojo el lápiz negro de mi madre y el rímel y dándome pequeños toques con el colorete salgo del baño.
-Mamá, me voy ya a la fiesta de Martin- le anuncio a mi madre que está leyendo una revista en la cocina.
-Vale cariño, vuelve pronto que mañana vamos a ir de pesca con tus suegros y mi yerno- me dice y yo pongo los ojos en blanco.
Después de tener una de muchas discusiones con mi madre sobre que Gonzalo no es mi novio, salgo de casa.
-Vaya, vaya, vaya, ¿cuándo te has mudado aquí, guapa?- no me lo puedo creer.
-Hola Gon- le digo riéndome de su comentario anterior. -Voy a la fiesta de cumpleaños de un amigo- le informo
-Bueno pues que te lo pases bien Diana- me dice sonriendo, como siempre.
Cuando me fijo bien en el guapísimo moreno que está en frente mío, veo que va demasiado bien vestido como para dar solo una vuelta.
-¿Y tu a dónde vas tan arreglado?- le pregunto.
Esos pantalones son perfectos como él, son lo suficientemente ajustados para realzar sus muslos y gemelos magníficamente tonificados, y esa camisa blanca, mi madre, con ella se puede ver perfectamente las horas que debe pasar en el gimnasio.
-Voy con unos amigos a The Forum- me responde.
¿The Forum?, ¿en serio?
-Que te diviertas, adiós- le digo mandándole un beso volado.
-Y tu Di- me dice despidiéndose.
¿Di? Esa abreviatura de mi nombre nunca me ha gustado pero cuando la dice él suena increíblemente sexy.
Mientras observo como se aleja con el coche me entran mariposas en el estómago y más dudas ¿y si alguna chica se le acerca? ¿sería capaz de...? Diana, contrólate, no es tu novio, no puedes tener esa obsesión.
Al llegar a la fiesta el panorama me cambia rápidamente la cara.
-¡Peatch, Peatch respira! ¿Qué ha pasado?- el rostro de mi amiga está empapado de lágrimas.
-Es... Martin. Ha invitado a Lina a la fiesta y cuando ha ido a saludarla se le ha tirado encima como la víbora que es- me cuenta. Su llanto es cada vez más agudo y empieza a incomodar a las personas de su al rededor.
-Peatch vámonos a casa anda- le digo cogiéndola del brazo en dirección a mi casa.
De fondo puedo oír los gritos de Martin llamando a Peatch, pero no me paro, al contrario, agilizo más las piernas para llegar en cuanto antes a mi casa.
Entramos y subimos a mi habitación, le doy un vaso de agua a Peatch, le quito los tacones y la conduzco a la cama.
-Diana, eres la mejor, te quiero- me dice Peatch al arroparla en mi cama.
-Buenas noches Peatch, te quiero- le digo mientras salgo de la habitación dirigiéndome a mi cama de esta noche, el sofá.
No me puedo creer lo que le ha hecho Martin a la pobre Peatch. Cuanto más lo pienso más me recorre la rabia por las venas.

Una vida en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora