31 de Julio

51 3 0
                                    

Es una sensación indescriptible, sentirse... ¿Enamorada? No lo sé, tal vez pero es extraño. A lo mejor es muy pronto para decir si estoy enamorada o no, pero lo que siento por Gonzalo es mucho.
Y pensar que hace una semana era la peor persona sobre la faz de la tierra y ahora es mi novio, un momento ¿mi novio? ese tema no salió ayer y me llena la mente de dudas. ¿Y si para él solo fue un beso de disculpa y nada más?
-Hola cariño, ¿qué tal ayer con Gonzalo? - me pregunta mi madre cuando me ve en la cocina.
-Mamá, no preguntes si ya lo sabes, se te escuchaba desde abajo que estabas en la escalera poniendo la oreja a nuestra conversación- le informo con un poco de tono de rabia en mis palabra.
-Bueno hija, soy tu madre y si yo no hiciera eso seguro que no me habrías contado el besazo de ayer entre tú y Gonzalo- me comenta y al momento me da un codazo.
-¡Mamá! Que vergüenza- le digo tapándome la cara con las manos.
-Chica, yo a tu edad tenía que poner un perro en la puerta para que los chicos no se acercaran y obstruyeran la puerta- el sentido del humor de mi madre es tan único como ella.
Me dirijo hacia la escalera cuando de repente suena el timbre, me olvido de que tengo el pijama de caballitos puesto y me apresuro a abrirla.
-Vaya, encantador pijama- ¿esa sonrisa está en la puerta de mi casa?
-Eh... esto... hola...- nivel de nerviosismo, 11.
-He pensado que podríamos ir a Hyde Park y hacer una especie de pick nick -
-Em... esto... - no he oído ni una palabra de lo que me ha dicho, solo he podido pensar en el pijama que llevaba puesto y que él no le quitaba los ojos de encima.
-Le encantará, hoy está libre, bueno libre no, librísima, llegad cuando queráis- le informa mi madre con una sonrisa de oreja a oreja -¡Vamos, corre a cambiarte, que los príncipes azules no esperan!- yo estoy en shock mirando como mi madre y Gonzalo se ríen de su comentario.
Al cuarto intento de caerme en la ducha al fin consigo abrir el grifo. Las piernas me tiemblan como gelatina y un escalofrío continuo me recorre por el cuerpo. Cojo lo primero que encuentro en el armario ¿dónde tienes la ropa más bonita que tengas Diana? me pregunto a mis adentros. Al final cojo unos vaqueros cortos, unos botines negros, mis favoritos, una camiseta que se cae por el hombro izquierdo y un bolso largo marrón.
-¡Wow!- me dicen mi madre y Gonzalo al unísono mientras bajo las escaleras.
-¿Estoy bien?- he estado unos quince minutos peleándome con mi pelo, que si recogido o que si suelto. A veces me estreso solo de pensar como manejar esta melena morena que llamo pelo.
-Espero que te gusten las fresas y el chocolate- me dice mientras vamos en el coche.
-Sí, me encantan- le respondo. Pues claro que me gustan las fresas, y a quien no. Y no digamos el chocolate, mi mejor amigo en los momentos de mal de amores. -No tenía ni idea que supieras conducir-
-Ya bueno, hace tiempo que no cojo el coche, en Madrid con el metro la verdad que un coche no es muy útil que digamos- me contesta.
Después de una media hora metidos en ese coche y hablando de Madrid y Barcelona, Barcelona y Madrid, llegamos a Hyde Park. Este sitio se podría decir que es mi preferido de toda Inglaterra.
-¿Aquí te parece bien?- me dice Gonzalo poniendo una manta en el césped.
-Si, si- digo asintiendo.
Por un tiempo pienso que ese comentario de las fresas y el chocolate que me ha dicho en el coche era mentira, solo hemos tomado unos... la verdad que no me acuerdo, tenían un nombre rarísimo pero, supuestamente, es muy típico en Madrid.
Le hecho un vistazo a la cesta y se me ilumina la cara al ver esas fresas tan deliciosas a la vista ¿y al lado? ahí está, el chocolate.
-Espero que tengas un hueco para el postre- me dice abriendo el envase de las fresas. -venga cierra los ojos- me indica cerrándome los párpados lentamente mientras suplico que no deje de hacerlo.
-¡Diana!, ¡Diana! ¿me escuchas? ¡Diana por favor despierta!- que voz tan familiar... ¿Gonzalo?
-¿Eh?- es la única onomatopeya que puede salir de mi boca en estos momentos.
-¡Ay, gracias a dios!, ¿cómo te encuentras?- vale, un momento, esa voz ya no la reconozco. Intento vagamente abrir el ojo izquierdo y veo a un hombre de unos 45 años acompañado de un niño de unos 6.
-Si, si estoy bien- les informo en un intento de incorporo fallido.
-Perdónanos, no sabía que mi hijo tuviera tanta fuerza ni tan mala puntería para que acabara el frisbee estampado en tu cara- se disculpa.
-No pasa nada de verdad- les confirmo y se van.
- Será mejor que te lleve al hospital- me dice Gonzalo más preocupado de lo normal.
-Si, yo también lo creo- me intento levantar pero a mis piernas les da por no responder y me caigo de bruces contra en suelo.
-¿Estás bien? - me pregunta escapándosele una risilla de la boca.Y ahora es él el que me lleva a cuestas al coche. Pues será verdad eso que dice mi madre de que Gonzalo es mi príncipe azul... ¿pero qué chorradas pienso?
-Bueno, no creo que haya sido grave. Jovencita tiene usted un cráneo muy duro- me dice el médico para animarme y que no me derrumbe al darme cuenta de la brecha de 25 metros para mí, 2 centímetros en realidad, que tengo en medio de la frente.
El viaje de vuelta a casa es el más agradable que he tenido hasta la fecha. Me olvidé de la grieta que tengo en medio de la cara y nos reímos como nunca de lo sucedido.
Al llegar a la entrada de mi casa busca mis ojos para decirme:
-Diana López, ha sido la mejor cita que he tenido nunca- al soltar esas palabras de la boca recapacita- que digo cita...esto... perdona... pick nick... eh... ¿fue una cita? no, ¿verdad? o si como quieras... a mi me ha...- no lo dejo acabar y ya necesito sus labios sobre los míos. Noto como sus músculos faciales se van relajando poco a poco y cuando lo consigue del todo me atrae hacia él cogiéndome de la cintura. Este es uno de esos momentos que por más que se repitan no me cansaré de ellos nunca.
-¿Cita entonces?- me dice guiñándome uno de sus ojazos verdes.
-Cita entonces- le digo y entro en casa.
Me quedo un par de minutas postrada sobra la puerta y la risa me sale sola. Si ahora me viera mi madre pensaría que...
-Mira quien ha vuelto, pero si es Cenicienta antes de las doce- me dice con una sonrisa malévola.
-Hola mamá- le contesto sin emoción alguna.
-¡¿Pero qué demonios te ha pasado en la cara?!- me dice y se acerca más y más a mi frente para poder verla bien.
-Nada grave, un niño en el parque decidió aterrizar su frisbee en mi cabeza-
-Bueno, espero que Gonzalo te haya dado un besito de sana sana- nuestras carcajadas por su comentario se podrían escuchar en toda la calle.
-Me voy a la cama- le digo secándome las lágrimas de los ojos.
-Buenas noches tesoro- y me da un beso en la frente casi en el lugar de la herida.
Por fin mi mundo perfecto en sueños ha pasado a la realidad.
Al decir eso en mi mente no puedo evitar pensar en lo que me pasa siempre que la vida me va como la seda, ¿cuánto durará?

Una vida en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora