IX

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— ¿Y bien?— la sonrisa fanfarrona del peliblanco la sacaba de sus casillas. ¿Qué tanto le parecía gracioso? Hijo de su madre, le encantaría poder borrarle esa estúpida sonrisa de la cara, pero ahora debía de ser muy cautelosa con él.

— Prima, ya...no quiero problemas, en serio, no me molesta que me trate de esa manera. Es más como una costumbre.—

Rin frunció el ceño.

— Escúchate, Kagura. ¿Cómo puedes considerar "costumbre" que este idiota te desprecie así? Estás loca, yo no lo voy a tolerar, me importa un bledo cuán poderoso sea.— por segunda vez en la noche sus ojos se encontraron y Rin sintió su cuerpo calentarse— Hazte hombre y tratala como se debe. Ella está tan atrapada como tú en esto así que ten un poco de respeto, ¿bien? No me conoces, ni sabes de lo que soy capaz de hacer por mi familia.—

Sesshomaru la escuchó observando cada detalle de su rostro. Estaba preciosa, más que de costumbre. Bronceado americano, cabello ondulado cayendo grácilmente sobre sus hombros, una camisa que denotaba su cintura y un par de jeans exquisitamente apretando sus atributos. Por supuesto que oyó todo lo que ella le había dicho, si no fuera porque Rin Hudson lo traía babeando como un imbécil ya estaría contestándole como debía. Después de todo, se estaba comportando como una insolente.

— Si crees que ese palabrerío cambiará mi destino o algo parecido, sólo estás perdiendo el tiempo. En vez de tanto discurso y ya que tanto quieres cuidar y apoyar a tu prima, podrían hacer algo para safarnos de este estúpido contrato. Yo, por mi parte, ya estoy trabajando en ello.— contestó, intentando ser suave con ella.

— Oh, amigo, créeme que lo haré. Ni loca dejaré que se case con un imbecil como tú.— se cruzó de brazos y el peliblanco sonrió de lado.

— Ya, ya. Mejor veamos qué comer, estoy hambrienta.— la oji carmesí abrazó a su prima por los hombros, haciendo que cortara la conexión visual con su prometido— ¿Te parece si ordenamos sushi?—

— Sí, claro.— murmuró la azabache, aún tratando de digerir lo que había descubierto. No tardaría mucho en comenzar a sentirse mal, ya que, al final...Kagura quería al empresario.

Se sentía fatal.

— Oye..estás algo pálida. ¿Te sientes bien? Aunque es normal...Sesshomaru suele causar estos malestares en la gente. Me disculpo en su nombre.— hizo una mueca.

Sesshomaru...así era que se llamaba. ¡Claro! Kagura lo había estado nombrando una y otra vez en el spa y ella nunca se dió por aludida. ¡Que estúpida! Debía comenzar a memorizar los nombres de sus conquistas o algún día estaría en graves problemas.

— Sí. Estoy bien, sólo...me da coraje que sea tan condescendiente contigo. Mereces más que esto, prima. No seas tonta, rebélate.— suplicó. Ni quería pensar en que en algún momento Kagura se enteraría de que ella se había acostado con su futuro marido...¡Dos veces! La mataría— Iré al baño un segundo.—

— ¡Claro! Primer piso, puerta cuatro del lado derecho.— sonrió y tomó su teléfono para llamar al delivery.

Rin suspiró y se apresuró a su destino mientras contestaba algunos mensajes de Matthew y su madre, quien la estaba obligando a que la visitara por la mañana del día siguiente. Al llegar a planta alta su paso se ralentizó y contó las puertas hasta identificar la que sería el baño según Kagura. Sin embargo, una presión en su brazo y seguidamente un jalón la hicieron entrar en la segunda puerta del lado contrario. Su pequeño grito de sorpresa se vió acallado por una gran mano, la cual se posó en su boca mientras era arrastrada a una lujosa habitación.

Su corazón latía frenéticamente debido a la oscuridad de la misma hasta que una voz ronca con la cual estaba algo familiarizada susurró su nombre, tranquilizándola un poco.

Hilo Rojo. [+18] PAUSADA TEMPORALMENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora