XI

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—"Uno de los compromisos más esperados se ha celebrado durante la noche de este viernes. Kagura Hudson, una mujer común y corriente..."— Rin se encontraba en una videollamada con su jefe. Suspiró silenciosamente.

— Señor Sina, el compromiso ha sido totalmente cubierto, también he detallado cada cosa y más, justo como quería. ¿Cuál es el problema de mi nota?—

— No hay problema con lo que has escrito, Rin. Estoy sumamente satisfecho con tu trabajo, pero...— carraspeó— Había olvidado comentarte que han llegado a mis oídos rumores de una especie de "tradición", de la cual Kagura Hudson es parte.—

Dios, no...

— Creo que eso no tiene nada que ver con la fiesta de compromiso. ¿No es algo que debería permanecer en privado?—

— Rin...sea lo que sea que estén haciendo, no es tan privado como dicen...estando yo aquí en Estados Unidos me he enterado.— el hombre acomodó sus gafas— ¿Has visto las fotos? Sesshomaru Taisho no se ve muy contento de casarse con aquella hermosa mujer, ¿Y dices que no tiene que ver?—

— Pero, señor...—

— Me gustaría que te ocuparas de todos los detalles acerca de esa historia. No tiene por qué ser algo malo, tal vez...entrevistar a Kagura, poder saber qué opina ella de todo esto. Valdrá la pena... podría ser el artículo que te lleve a un mejor puesto en esta empresa. —

Rin abrió sus ojos, pasmada, y asintió, sin saber qué decir. Luego de hablar un poco más sobre la nota que ya había escrito, decidieron publicarla cambiando algunos detalles y su jefe se despidió de ella recordándole sobre su próxima tarea.

¿En serio debía de hacer eso? Es decir...ella había prácticamente corrido lejos de ello y ahora debía volver e investigar, era como meter el dedo en la herida. Rin Hudson fue repudiada por su familia tras la decisión que había tomado, la actitud que tomaron sus allegados la lastimaron demasiado. A pesar de eso, se dijo a sí misma que no importaba y no podía echarse para atrás. Afortunadamente tuvo el apoyo de sus padres, quienes tampoco querían condenarla a una vida tan triste.

Jeremy no le había contado toda la historia, pero estaba aún muy molesto con sus ancestros por haber maldecido así a todo el clan Hudson. La idea de que las mujeres de su familia se casen con hombres ricos solo para mantener un status social le parecía algo aberrante.

Pero cuando supo en el lío que los había metido su difunta hermana Irasue Hudson solo por un capricho, eso lo hizo enfurecer. Recordaba que, en el momento que la peliblanca los juntó a todos para hablar de ello, sintió que casi se infarta: pues su hija debería de casarse con un Taisho ya que era la próxima Hudson en nacer. No podía aceptarlo, ni él ni su esposa; y, gracias a Dios, Rin fue lo suficientemente pensante como para alejarse completamente de aquella costumbre familiar tan banal.

La azabache suspiró y cerró su laptop, su mente maquinando en cómo podía hablar con Kagura sin terminar perdiendo la cabeza, pues tal vez se enteraría de cosas que había evitado saber por años. La noche anterior estaba aún muy vívida en su memoria, especialmente la actitud que tuvo su prima durante toda la noche: se había comportado como una auténtica Hudson y no como ella solía ser alrededor de Rin.

La pregunta era: ¿Por qué?

— Toc toc.— hablando de Roma...

— Prima...pasa por favor.— la joven quitó sus gafas y le sonrió de lado.

— Hola, primita.—

— Que linda estás, Kagura. ¿Vas a algún lado?— no pudo evitar mirarla de arriba abajo. Kagura Hudson era sencillamente preciosa, lo cual era un desperdicio al seguir con esta farsa.

Hilo Rojo. [+18] PAUSADA TEMPORALMENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora