VI.

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La noche llegó, y con ella la hora de la invitación que el peliblanco le había hecho a Rin.

Dado a que no le gustaba ir con las manos vacías, la joven compró una botella de vino refinada. Por supuesto, era el tipo de vino que a ella le gustaba.

Mentiría si dijera que tenía ganas de asistir esa noche, porque no las tenía en absoluto y ni siquiera estaba allí por el sexo. El señor Sesshomaru parecía un hombre demasiado frío para su gusto a pesar de lo bueno que era en la cama; poco hablador y serio en demasía, realmente no era el tipo de hombre con el que la azabache estaba acostumbrada a relacionarse. Aún así, no tenía del todo claro todavía por qué aquel hombre había insistido tanto y...por que ella aceptó.

Sin embargo, algo en él le resultaba completamente intrigante. ¿Qué era? No tenía ni idea. Tal vez por esa razón ella se había decidido a pasar la noche con él. ¿Para descubrir qué? Para ello tampoco encontraba una respuesta.

Dejaría que la velada la sorprendiera.

Cuando entró a la suite, tenía toda la comida esperando por ella. Cara, de buen olor y una gran variedad de platos se encontraban frente a sus ojos. Pudo ver también una botella del más caro champagne puesto dentro de una cubetera de plata llena de hielo y dos finas copas reposando a su lado. Rin alzó una ceja, y es que era verdad que había salido con hombres adinerados, pero esto...sentía que era demasiado lujo para lo que frecuentaba.

La azabache se mantuvo sonriendo e intentando ser ella misma las primeras tres horas que permaneció allí. Todas las personas que se relacionaban con ella coincidían en que Rin Hudson era una chica muy simpática y habladora, todo lo contrario al muchacho ojidorado que se encontraba frente a ella con cara de póker.

Ella hablaba demasiado, y él demasiado poco. Esa, para Rin, no era buena señal. No le preguntaba cosas que tal vez podrían intrigarle de su persona, o cualquier otro tema que pudiera disipar un poco la incomodidad que estaba sintiendo. Suspiró internamente. ¿Acaso debería también hablar e intentar salvar aquella noche? Si bien Rin tenía el don de agradar a todo mundo, también era bastante concisa cuando algo no le gustaba.

Estaba a punto de mandarlo al demonio e irse.

- Bien, Sesshomaru. Realmente me ha encantado cenar y platicar sin descanso contigo.- le sonrió, siendo totalmente sarcástica - Pero si me permites, me iré ahora mismo a algún otro lugar donde sí demuestren interés.- se puso de pie y tomó su bolso- Adiós, y buena vida, vaquero.-

- Espera.-

Rin se detuvo justo antes de tomar el picaporte, ni siquiera molestándose en voltear.

- Lo siento. No soy bueno comenzando una conversación.- murmuró, metiendo las manos en los bolsillos de su costoso pantalón Chanel.

- Entonces no entiendo el punto de tu insistencia con que viniera a cenar.- se volteó, enfrentándolo- ¿Para qué me querías aquí?-

- Me...pareciste muy interesante, más allá del sexo.- aclaró su garganta. Rin observó cautelosamente sus expresiones pero era tan difícil descifrarlo. Su rostro era ilegible.

- ¿Y sabes que si estás interesado en una mujer "más allá del sexo" debes intentar que ella también se interese y no espantarla?- alzó una ceja- De todos modos ya te he dicho que no soy esa clase de mujer. No quiero conocer a nadie ni tengo tiempo para esto.-

- Lo sé.- asintió- No obstante, quise intentarlo de todos modos.-

Rin quedó en silencio sin saber qué decir. No parecía mentir en lo que decía, pero sabía que Sesshomaru llevaba una vida similar a ella. Es decir, no se lo había dicho directamente pero solo bastaba con mirarlo para darse cuenta de ello. La azabache dejó salir un suspiro silencioso y puso nuevamente su bolso sobre la mesa de entrada caminando hacia él.

Hilo Rojo. [+18] PAUSADA TEMPORALMENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora