II.

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— Reserva a nombre de Sesshomaru Taisho.— musitó seriamente su servicio al joven que se encontraba detrás del mostrador. Casi catorce horas arriba de su jet con una azafata insoportable lo tenían terriblemente de mal humor.

Todas las miradas femeninas estaban puestas en él y lo sabía, ni siquiera se molestó en levantar la vista para, al menos, buscar una mujer que valiera la pena y así invitarla a su suite.

Suspiró inaudiblemente en lo que terminaban de tramitar la breve estadía del peliblanco, y poco después un maletero lo acompañó hasta la habitación en el piso más alto de aquel lujoso hotel cinco estrellas.

— Bienvenido, señor Taisho, espero disfrute su estadía.— el muchacho hizo una reverencia y Sesshomaru sonrió de lado, dándole una buena propina.

— Gracias.—

Al quedar finalmente solo, miró a su alrededor observando todo lo que la suite le ofrecía: parecía estar ambientada en Grecia, con paredes blancas y tonos dorados, cortinas de seda, sábanas de igual material, recuadros y decoraciones de siglos lejanos...era una exquisitez.

Nada mal para ser la primera vez que pisaba este lugar. En cada oportunidad que venía para tierras americanas, siempre frecuentó el mismo hotel, él y su familia eran clientes vitalicios. Sin embargo, su llegada y estadía debía mantenerse en secreto si no quería ser molestado, por lo cual debió hospedarse en un lugar más alejado. Este hotel se encontraba a metros de la playa y era el más costoso de la zona, junto a unas pocas casas acompañándolo.

Para su suerte, al comentarle su deseada escapada a su secretaria, ésta actuó de inmediato y de forma que nadie pudiera rastrearlo. Dejó que ella se encargara de absolutamente todo y le confió su cuenta de banco para que realizara todo lo necesario en efectivo y con discreción. Kagome Higurashi era su mano derecha y le tenía plena confianza; además, era la prometida de su hermano menor y todos la adoraban. Incluso él, aunque no lo demostrara.

Había ocasiones...pocas ocasiones, en las que se preguntaba si algún día encontraría a alguna chica igual que ella. Su cuñada era la compañera perfecta de Inuyasha y tenían una relación envidiable.

Sesshomaru quería tener a alguien así.

No obstante, tampoco quería perder la libertad de hacer lo que quisiera, no quería tener al lado a una mujer que lo atara en todo sentido, y casándose con Kagura sentía que perdería toda su vida por un capricho de su padre.

— Y una mierda que me casaré.— gruñó destapando la primer botella de cerveza. Le esperaba un fin de semana interesante y no se privaría de nada.

——————

— ¡Como extrañaba este lugar!— chilló la azabache dejando sus cosas en la entrada de la casa que había sido testigo de tantas locuras junto a su amigo.

Matthew rió.

— Yo igual, mejor dejemos todo en las habitaciones y vayamos a la playa de inmediato.—

— Bien, solo deja que me cambie.— tomó su bolso y ambos subieron las escaleras en silencio.

Rin se encontraba pensando en qué bikini usar cuando sintió como la agarraban de la cintura y la pegaban a una de las puertas.

— No podemos inaugurar un fin de semana en este lugar sin tener un buen polvo de bienvenida, ¿No crees, Rin?—

— Bueno...— gimió al sentir los labios del muchacho rozando su cuello— Creo que...— susurró desabrochando su pantalón con agilidad— No sería lo mismo.— concluyó antes de arrodillarse frente a su amigo.

——————

— No tengo idea dónde puede estar, Kagura. Ya te lo dije un millón de veces.—

— Es una falta de respeto hacia mi persona, Inu No...se suponía que celebraríamos el compromiso frente  a los socios más importantes de Tokio este fin de semana. ¡Tu hijo arruinó todo!— sus ojos se llenaron de lágrimas ante tal humillación. Bien sabía que Sesshomaru se encontraba negado a contraer matrimonio, pero desaparecer repentinamente...

¡Idiota!

No iba a dejar que ese cobarde arruinara su vida perfectamente planeada, una llena de lujos y poder. Kagura era una Hudson y merecía ser tratada como una reina...no aceptaría menos.

— Seguiré intentando contactarlo, cálmate mujer.— su futuro suegro rodó los ojos y tecleó en su celular una vez más al WhatsApp de su hijo mayor, intentando dar con él por cuarta vez en menos de una hora.

— Eso espero.— gruñó tomando su bolso y salió de la oficina dando un portazo.

Estaba al borde de un ataque nervioso.

— ¿Hija?—

— Qué quieres, madre.— escupió ella.

— ¿Ya han podido encontrarlo?—

— No. Dios nomás sabe dónde está ese maldito.— bufó— ¿Has hablado con la tía Akami ya?—

— Sí, amor. Sin embargo no he podido comunicarme con Rin aún.—

— Yo la llamaré, ahora debo irme al Spa o se me hará tarde. Llegaré por la noche.—

— Está bien, Kagura. ¡Disfruta!—

Sin decir una sola palabra más, la pelinegra salió por las puertas principales de la empresa y subió a su auto tomando su teléfono, lista para marcarle a su tan querida prima Rin, quien vivía en Norteamérica.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

¿Hola?—

— Hola, Rin.— sonrió genuinamente por primera vez en el día.

¡Kagura! Hola, lo siento. No tenía tu número desde que cambié mi teléfono. ¿Cómo has estado?— la sintió moverse hacia otro lugar.

— Oh, prima. He estado de maravilla, ¿Tu madre te ha hecho saber de mi compromiso?—

Por supuesto. ¡Muchas felicidades! Creo.—

Deberías dejar de jugar a la mujer independiente y apegarte un poco más a la tradición de la familia, Rin.— miró sus uñas.

No, gracias. Estoy bien así.—

Es una lástima, primita.—

La oyó reír.

Te quiero, Kagura, y las quiero a todas...pero me tiene sin cuidado lo que piensen de mí. En serio, no podría importarme menos.— la pelinegra rodó los ojos— Cuéntame sobre tu...No, Matthew, te alcanzaré en un segundo...sí, sólo vete.—

— ¿Con quién estás hablando?— Kagura frunció el ceño.

Un amigo...lo siento, estoy en Miami justo ahora y...en fin, ¿Quién será el afortunado de caer bajo la tradición Hudson?—

— Ugh. Es el dueño de Taishos&CO. Pero se comporta como un patán.—

¿Y acaso te sorprende? Todos nuestros tíos son unos imbéciles a excepción de tu padre y el mío. Pero calavera no chilla...—

— Dios, ¿No puedes sólo apoyarme y consolarme un segundo? Te necesito.— lloriqueó.

Lo siento— rió Rin— Iré apenas pueda tomarme unas vacaciones y podrás llorar en mi hombro mientras te limpias con miles de yenes, ¿Qué dices?—

— Ignoraré tu sarcasmo y solo diré que te pudras y vengas pronto. Si puedes venir en dos semanas te pagaré los pasajes de avión—

Genial, te hablaré en cuanto tenga una respuesta. Adiós, prima.—

Adiós y diviértete mucho.— sonrió al colgar y se puso en marcha hacia el tan adorado día de Spa.

Hilo Rojo. [+18] PAUSADA TEMPORALMENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora