XIV.

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No sabía por qué, pero había llorado casi toda la noche. Cuando entró al cuarto, Kagura se había ido. No había salido a querer hablar con ella, pero estaba bien, como buena Hudson que era, su orgullo iba primero.

Su mente la llevó nuevamente a lo que recientemente había descubierto: sus sentimientos por Sesshomaru. Esto le molestaba demasiado, y es justamente por eso que ella prefería no tener más que un encuentro con un hombre, aunque nunca le había sucedido algo parecido.

Recordaba que hacía más o menos dos años atrás conoció a un chico de su edad, con el cual había quedado encantada. No le molestó su compañía, por eso permitió que él la siguiera viendo. Sus encuentros se volvieron frecuentes y él terminó por enamorarse de ella pese a las advertencias de la azabache: ella no se enamoraba jamás. En cuanto le dijo lo que sentía por ella, Rin sintió que era hora de despedirse definitivamente. Lo invitó a su departamento una última vez para hablar sobre ello y le explicó que no podían seguir viéndose. Él le preguntó por qué, le dijo que podía hacerla muy feliz, y que sabía que ella sentía lo mismo, a lo que ella le respondió sólo con una sonrisa de lado.

"Yo no tengo permitido enamorarme" le contestó. Observó al chico llorar y eso le rompió el corazón. No quería tener que pasar por eso de nuevo, y desde ese día se había obligado a sí misma a jamás volver a frecuentar a alguien.

Pero ahora llegaba un peliblanco con ojos dorados y le ponía el mundo de cabeza. No podía creer que había llegado el día en el que Rin Hudson se sintiera inquieta por un hombre. Pero menos podía creer que ese hombre estaba a punto de casarse con la prima más cercana que tenía.

Ahora Kagura pensaba que ella quería quedarse con él y arruinarle sus planes, y no era así...solo quería ayudarla a que viera que la libertad sabía mejor que un matrimonio forzado. Desde luego, los planes se habían ido a la basura; y no sólo eso, sino que tenía mucho trabajo por hacer y no sabía ni siquiera cómo comenzar.

Aunque no quería levantarse, lo hizo para ir al baño y darse otra ducha que le esclareciera los pensamientos. Se miró en el espejo y no le gustó la imagen: sus ojos estaban hinchados y rojos debido al llanto y se sentía horrible. Suspiró y luego de desnudarse se metió bajo el agua caliente. Allí permaneció unos veinte minutos, convenciéndose de hacer su rutina de cuidados ese día. Se lavó el cabello con unos productos de uso profesional que se había comprado exclusivamente para no tener que ir a una peluquería de manera recurrente. Exfolió su cuerpo y se pasó dos cremas diferentes que debían de enjuagarse antes de salir del baño. Una vez afuera, se puso su ropa interior y una bata por encima para buscar algunas cremas de rostro y cuerpo.

Quince minutos más tarde, estaba terminando su rutina de cuidado corporal cuando la puerta de su cuarto fue golpeada con suavidad. Pensó que seguramente sería Kagura, quien quería disculparse por lo sucedido la noche anterior...pero no quería verla en ese momento, por lo que dejó que siguieran golpeando. En algún momento se cansaría y se iría, captando la indirecta de que ella no quería hablar.

Dos o tres llamados después, parecía ser que se habían dado por vencidos. Rin por fin había terminado de ponerse la última crema nutritiva en su rostro y estaba lista para comenzar a trabajar en su columna. Tomó su computadora y se sentó en la gran cama de aquella lujosa suite; parecía que, repentinamente, le había llegado algo de inspiración para contar un poco de su historia, así que quería comenzar lo antes posible antes de que ésta se esfumara.

Respiró hondo una vez que pudo abrir el mismo archivo Word en blanco.

"Una de las tradiciones más controversiales de los últimos años se ha dado a conocer gracias a la futura y pronta unión entre dos potenciales herederos de dos empresas muy famosas, situadas en el corazón de Japón."

Hilo Rojo. [+18] PAUSADA TEMPORALMENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora