Rin despertó pasado el mediodía luego de un hermoso y erótico sueño donde cierto peliblanco la tomaba una y otra vez de maneras que prefería mantener solo dentro de su cabeza. Aquello la inquietó por un segundo dado a que no solía soñar con ninguno de sus amantes, excepto con Matthew...pero ese era otro tema.
Sacudió su cabeza y se puso de pie estirándose. Caminó a paso lento hacia el baño y se aseó sin prisas para luego ir a la cocina, donde encontró a su amigo con su cabeza apoyada en la mesa. Aquel hombre se veía terriblemente resaqueado, pero aún así hermoso.
— Iugh, te ves horrible.— frunció su nariz y pasó por su lado abriendo el refrigerador buscando algo para comer. Estaba hambrienta.
— ¿Donde fuiste luego de la fiesta, Rin?— su voz ronca resonó por toda la habitación haciendo que la azabache lo mirara de inmediato.
— Ya sabes. Encontré un chico y fuimos a su apartamento.— se encogió de hombros. Sacó un sándwich finalmente y se sentó en frente de su demacrado amigo— Debiste ver la suite donde se encontraba, era preciosa.— rió dando un buen mordisco a su comida.
— ¿Con quién te fuiste? ¿Por qué no me dijiste nada?— Rin pudo notar una pizca de enojo en su tono, pero le restó importancia.
— ¿Acaso tú no haces lo mismo?— ella alzó una ceja— Y no me ves recriminándote por lo que haces en tu intimidad.— rodó los ojos.
— Oh, claro que sí lo haces. Ayer casi me matas por haberme ido sin decírtelo.—
— Es diferente. Estoy bien, Matthew, no debes preocuparte por nada. Sé cuidarme sola.— acarició su mano.
— ¿Diferente? ¿Y qué es lo diferente?— se acercó a ella peligrosamente, su ceño fruncido hizo que ella comenzara a notar que en serio estaba molesto. ¿Desde cuándo?
— Solo lo es. Se llama cucharada de tu propia medicina si quieres buscarle una razón. No lo hice a propósito, pero si tú haces exactamente lo mismo no puedes reclamarme nada.— se puso de pie, enfrentándolo— Así que, cálmate vaquero.—
— Date la vuelta, Rin.— gruñó, y un brillo en los ojos de su amiga le indicó que ya sabía lo que venía después.
— Si querías sexo, sólo bastaba con decirlo.— le sonrió, mordiendo su labio antes de sacarse el vestido de seda que traía para dormir. Su pequeña ropa interior y la ausencia de sostén hizo reaccionar inmediatamente a su amigo, y automáticamente bajó su pantalón poniendo un condón en su miembro ya hinchado. Tomó del cuello a la joven e hizo que se recostara parcialmente en la mesa, mientras él la penetraba deliciosamente lento.
Ambos gimieron ante tal sensación y comenzaron su labor. Conocían sus cuerpos a la perfección, por lo tanto sabían cómo y de que manera moverse para que el otro disfrutase.
El moreno jaló el cabello de su amiga comenzando que bombear con más necesidad, al mismo tiempo generando una ola de placer en ella que la hizo gemir más alto.
No pasó mucho tiempo antes de que Matthew llegara al clímax seguido de Rin. Había sido un buen sexo, como siempre.
— Wow.— susurró Rin. Sus piernas temblaban.
— Sí, wow.— el ojimiel suspiró, acomodando nuevamente su pantalón— Volveremos a Nueva York en la mañana, así que alista tus cosas con tiempo para no olvidar nada.— dijo y, seguidamente, besó su frente para luego desaparecer por la puerta.
— ¿Qué rayos está mal con él?— susurró, confundida.
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— Impecable, Kagome. Revisé todo lo que has estado haciendo en mi ausencia y no tengo nada que decir al respecto más que darte las gracias.— Sesshomaru tomó un sorbo de whisky mientras miraba por la ventana de su suite. El mar a esa hora se veía estupendo.
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Hilo Rojo. [+18] PAUSADA TEMPORALMENTE
Romansa"Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse están conectadas por un hilo rojo invisible. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en...