Capitulo 1

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Chicas, esta história ya tenía escrita hace mucho tiempo y como está casi terminada decidí subir para que no se queden sin nada porqué me está costando un poco escribir la de Adolfo y Mercedes. Por el momento estaré activa con esa. Espero que disfruten mucho! Cuéntame abajo que les parece. <3


Después de cambiar las cadenas una y otra vez totalmente aburrida, Mariana descolgó la televisión. Tal vez si fuera unos años antes la promo de la telenovela llamaría su atención, pero ahora no tenía paciencia para los dramas mexicanos. Se levantó del sillón que tenía en la enorme habitación buscando a su teléfono y cuando lo encontró llamó a un número que ya tenía en mente mientras esperaba que contestaran.

- Buenos días Lupita. ¿Irene está en casa?

- La señora está durmiendo, doña Mariana, ¿quieres que le de algun aviso?

- Ay Lupita ya déjame de llamarme "señora". -Puso los ojos en blanco buscando el cigarillo y su encendedor. -Y no quiero dejar ningún aviso, quiero que sea tan gentil de despertarla y decir que paso por ella en cuarenta minutos.

- No puedo hacer eso... -La joven dijo con miedo al otro lado. -La señora Mariana me corre directito a la calle.

- No es la primera vez que haces eso, yo misma la despertaría pero no contesta el maldito celular y yo me hago responsable por lo que haga. -Tragó el cigarillo soltando el humo luego después. -Sólo digas eso, ¿vale? Adiós.

La mujer sonrió por imaginar su hermana siendo despertada, justo Irene que odiaba que interrumpieran su siesta y siempre estaba acostada cuando no tenía nada que hacer. Las dos eran gemelas y mejores amigas. Fue por Abel, el esposo de Irene, que Mariana conoció a César pues los dos eran socios en una gran empresa y luego los cuatro se hicieron inseparables, casi hermanos, por eso los además de tíos eran padrinos de Elisa, la única hija Lazcano y que tenía seis años.

Mariana trabajaba como diseñadora de interiores, hace poco retomó la profesión porqué se regaló un tiempo largo para cuidar a Elisa que era tan pequeña y necesitaba total atención porqué jamás le dio buena espina tener niñeras a pesar de César siempre decirle que se veía cansada, pero no la importaba.


- Los proyectos estaban una porquería.

La voz alterada de César sonó por el pasillo cuando salió de la sala de juntas acompañado por Abel. Esperaban decidir de una vez el comercial perfecto para divulgar el sello de la nueva línea que iba a representar la empresa en otros países juntamente con otros socios, pero como César era el mayoritário, siempre tenía la palabra final y concluyó que no estaba en un buen día. Aún no llegaba la tarde y ya estaba estressado.

- Voy a solucionar eso. -Abel contestó mirando unos papeles en las manos y se detuvieron en la puerta de la oficina principal.

- ¡Gracias! Y llámame cuando salir a comer. -Abrió la puerta haciendo una señal para la secretaria de manera discreta.

- Voy a comer con Irene.

- Mejor, porqué ten por seguro que Mariana va estar ahí, es lo mismo. -Dijo con desdén dejando a Abel negando con la cabeza mientras veía la morena entrando en la sala de su amigo que luego cerró la puerta.

- ¿Cómo te fue en la junta, señor Lazcano? -La mujer que se llamaba Sofía preguntó a su jefe cuando lo notó caminando hacía ella de manera peligrosa.

- Cansativa como siempre. -La tomó por la malena negra y ella jadeó sólo con sentir el acto selvaje.

- ¿Puedo hacer algo para que te relajes? -Acercó su boca a la de César que desvió la cara.

Me Dediqué A PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora