Capítulo 4

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- ¿Mamá? ¡Ya llegué!

Esuchó una voz a lo lejos y con custo abrió los ojos adoloridos por el llanto de toda la noche.

La niña entró en la habitación corriendo, se lanzó en la enorme cama al lado de Mariana que esbozó una sonrisa para la niña y la besó en la sien sintiendo un dolor difícil de soportar. Y ella que pensaba que lo difícil sería despedirse de César... Decir la verdad a Elisa sería mucho peor.

- Vine con mi tía. -Dijo apuntando a Irene que entraba enseguida.

- ¡Hola, Mari! -La mujer se acercó a Mariana que no se movió. -Me pidió que la trajera ahora. -Dijo referiéndose a César y ella asintió.

- ¿Cómo te fue en la casa de tus padrinos? -Preguntó intentando no parecer débil delante de su hija. -¿Te portaste bien?

- ¡Sí! Mi tío Abel me dio pastel de chocolate. -Los ojos azules demonstraba entusiasmo. -¿Y mi papi?

- Eh... -Mordió el lábio conteniendo las ganas de llorar. -Tuvo que ir a la empresa.

- ¿Pero no es fin de semana? -Torció la boca confundida y Mariana bajó la mirada.

- Lo llamaron por una urgencia pero volverá muy pronto. -Tocó el rostro delicado de Elisa intentando creer en las proprias palabras mientras una lágrima bajaba de los ojos verdes.

- ¿Por qué estás llorando?

- Tú mamá tiene dolor de cabeza, mi amor. -Irene intervió regalando una sonrisa a su sobrina notando que Mariana no tenía condiciones de explicar algo.

- ¿Si te doy un besito te mejoras? -Preguntó con inocencia y Mariana asintió, la niña puso los brazos alrededor del cuello. -Abrazo de hija también cura.

Elisa tocó el pelo rubio de su madre con cariño y la besó en la sien muchas veces en varias partes para después besarla en la mejilla mojada. Mariana no se contuvo, la abrazó con las pocas fuerzas que le restaba trayéndola para acostarse en su pecho y Elisa se quedó jugando con un mechón mientras ella lloraba.

- Ya se quitó el dolor, mi vida...

En este instante Berta llegó cargando una bandeja con té y galletas. Había llegado a la casa hace poco viendo todo el estrago en la sala y trató de limpiar todo, sintió dolor en el corazón cuando vio su jefa en aquella situación y a pedido de Mariana llevó a la niña para jugar.

- ¿Por Dios, qué pasó aquí? -Irene se acercó sentando a su lado mirando a la mujer con preocupación y le estendió una taza de té.

- Fue horrible. -Tomó un poco del líquido caliente y lo dejó sin ganas. -Golpeó a Alex y si no llego a tiempo lo habría matado. Fue tan violento, nunca lo he visto actuando de esta manera.

- Entonces escuchó nuestra conversación en el jardín. -Concluyó. -¿Pero te hizo algo? ¿Te lastimó?

- No. -Negó de inmediato. -Peleamos muy feo, hablamos cosas que nos ha lastimado...

- ¿Y se fue de la casa dejándote en este estado?

- Yo le pedí que se fuera, no soportaría verlo la cara después de todo y el tampoco. -Suspiró con cansacio. -Pero sabes qué Irene? Fue mejor así y jamas me va perdonar por tener un amante.

- No tiene que perdonarte, el también tiene amantes. -La rubia dijo en tono nervioso por su hermana. -Abel me contó todo ayer, de los engaños, de todo lo que César hizo y tú soportando todo callada.

- Estamos muy dolidos y si nos quedáramos bajo el mismo techo no sería bueno. Ahora él puede seguir con su vida cómo quiere.

- ¿Y Elisa? -Preguntó preocupada con la segunda avalancha que Mariana tendría que enfrentar.

Me Dediqué A PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora